Después de superar al Fenerbahçe con un baloncesto de altos vuelos, de demostrarse que tiene equipo para ganar al más pintado, el Barça aterrizó en Italia con bríos renovados. Sonreía tras tiempos de penurias y desaguisados, animado también porque se medía al último clasificado de la Euroliga, que no podía contar con su baluarte Shengelia por una úlcera; una Virtus que se refugió en Dusko Ivanovic a la carrera para recuperar el rumbo. Todo parecía rodado para los azulgrana. Pero solo lo parecía porque la fragilidad del Barça en el rebote es un agujero negro, una tara terrible. Así, pasó de volar a ser un equipo de garrafón. Uno que no sabe imponerse bajo el aro; uno que falla en los momentos clave; uno que se la vuelve a pegar en Europa, donde gana tanto como pierde.
Le costó al Barcelona descifrar a la Virtus de inicio, torpe para enhebrar transiciones vertiginosas, incapaz de cobrarse posiciones cómodas de tiro, desmañado para validar los mecanismos ofensivos de laboratorio. Lo probaban todos y solo lo lograba Vesely con dos canastas en cuatro minutos y medio, dos lanzamientos de tacto, plásticos y efectivos. Pero el problema, ya endémico, fue el rebote defensivo, pues el equipo azulgrana daba bolas extra a casi todos los ataques rivales, un lastre de difícil remedio. Maldecía Peñarroya en el banquillo, como si se le llevasen los demonios, preocupado por la tiritera bajo el aro. No pudo imponer su ley Vesely como tampoco dijo la suya Willy Hernangómez. Antes de acabar el cuarto, el técnico recurrió a la tercera vía, al tercer pívot, a Fall, a los centímetros (2,21 metros). Pero ni con esas. Zizic se relamía en la pintura y Cordinier se metía hasta la cocina para pasmo azulgrana, solo revitalizado por Parker y su muñeca. Un cuarto para olvidar (23-15).
Por una vez desacompasado en la dirección Juan Núñez y anónima la segunda unidad (Brizuela, Abrines, Parra…), al Barça se le indigestaba la Virtus. Solo Fall respondía desde las alturas. Pero poca cosa. Y si no se dio una escabechina mayor fue por el error repetido de la Virtus desde la periferia: 1 de 14 triples en la primera parte. Claro que el cuento tenía segunda parte, que era el rebote y la canasta en la botella, también el sonrojo del Barcelona. Zizic, con 8 atrapadas ofensivas -contó 11 el equipo al entreacto-, ejemplificó la ruina azulgrana, de nuevo maquillada por la puntería de Parker, el verso libre, y por un Hernangómez que levantó al fin el dedo para pedir turno, para explicar que le sobra baloncesto. 35-34 al descanso, un mal menor para los culés.
Aunque Abrines puso al fin por delante al Barcelona tras la reanudación, la Virtus se encontró con los lanzamientos desde el extrarradio, triples de Grazulis y Cordinier por dos veces, además de dos mates de Clyburn. Recuperó entonces el Barça su vieja fórmula, esa que pasa por correr y por darle las bolas a Punter y Parker, los que evocan al juego NBA antes que el académico. Y a eso se apuntó, claro, Hernangómez, de nuevo afilado. Un mejunje que le valió a los azulgrana para poner el suspense (65-65) antes del epílogo.
Comenzó con un tuya-mía, ahora tú por delante y luego yo, intercambio de crochés. De Cordinier y Diouf por un lado; de Hernangómez -su mejor actuación en el curso- y de Anderson y sus canastas a la virulé por el otro. 74-75 con cuatro minutos por delante. Cordinier, director de juego y jefe absoluto, se empeñó en aguar la fiesta, pases donde nadie lo esperaba, canastas firmes. Pero el Barça se resistía, ahora un alley-oop de Parker para Vesely, ahora un par de chofs bajo el aro de Vesely, una canasta de Parker… Restaba un minuto y el Barça ganaba de uno. Entonces el Barça permitió que Cordinier, como hicieran con anterioridad en este curso Nunn (Panathinaikos), Obst (Bayern), Shorts (París) o Leday (Milano), expresara su mejor versión. A eso se le unió una pérdida absurda de Punter y unos pasos ingenuos de Brizuela. Y adiós muy buenas al Barça que cogía carrerilla, al equipo que se creía que con un triunfo volvería a ser competitivo.
VIRTUS BOLONIA, 86 – BARCELONA, 81
Virtus Bolonia: Cordinier (24), Hackett (3), Clyburn (6), Grazulis (3) y Zizic (12) -quinteto inicial-; Belinelli (6), Pajola (9), Morgan (10), Polonara (5) y Diouf (8).
Barcelona: Satorasnky (0), Punter (17), Anderson (7), Parker (21) y Vesely (8) -quinteto inicial-; Brizuela (5), Hernangómez (14), Núñez (0), Fall (4), Abrines (5) y Parra (0).
Parciales: 23-15; 12-19; 30-31; y 21-16.
Árbitros: B. Ryzhyk (Ucra), G. Vilius (Lit) y M. Majkic (Eslo). Sin eliminaciones.
Arena Virtus Segafredo. Unos 6.000 espectadores.