En el Gran Teatre del Liceu, el Barcelona celebró, sin una gran épica, pero con un gran barcelonismo, su 125 aniversario. Sobre el escenario, en las butacas de la platea, un club celebrando su historia, con, a priori, la misma fuerza y sentimiento de siempre, pero con unas circunstancias concretas y diferentes. Una fiesta de recuerdo romántico con algún toque de humor. Una fiesta abocada al pasado, pero sin grandes emblemas, y notables ausencias. La fotografía de Joan Laporta en el Liceu no contó con la presencia física de Leo Messi, en Miami, tampoco de Pep Guardiola, en plena crisis con el Manchester City. El presidente, celebrando el pasado, abrazó el futuro, a La Masia, con Lamine Yamal como figura principal.
Una fiesta, también, en un difícil momento económico, y sin el Camp Nou como casa ante el éxodo al Estadi Olímpic Lluís Companys. Pero eso no importó en el Liceu. Hubo hueco para gritar con fuerza por el barcelonismo. “Hoy es un día muy emotivo e histórico, para estar orgulloso. Es un día de un club que es más que un club”, aseguró Laporta en su discurso de más de 20 minutos, en el que hizo referencia a l’escut al pit (el escudo en el pecho). No necesitó papeles, no necesitó guion.
La platea, la afición, le escuchó atentamente en un parlamento de recuerdo a la historia inundado de fe barcelonista. No pudo, tampoco, esconder su emoción.
En pleno corazón de Barcelona, en Las Ramblas, el Liceu se vestía de gala con los colores azulgrana iluminando su fachada. Los aficionados se agolparon a las afueras, recostados en las vallas negras y subidos en las farolas, con la esperanza de ver a algunos de sus ídolos, que bajaban de los coches o del autobús para pasear con la alfombra roja. Laporta se acercó a saludar. También Alexia Putellas, la estrella del equipo femenino en ausencia de Aitana Bonmatí, que disputaba su partido con la selección española ante Corea del Sur, donde volvió a ser protagonista con su juego y con un gol.
Los jugadores y jugadoras vestían a conjunto el traje de la marca que patrocinaba el club, Herno, con un pin del club en las solapas. Por la alfombra roja, en el interior del teatro, desfilaron algunos de los alrededor de 2.000 invitados. Los cuatro expresidentes —Joan Gaspart, Enric Reyna, Sandro Rosell y Josep Maria Bartomeu— estuvieron presentes; también miembros del Dream Team, extécnicos y exjugadores como Gerard Piqué, o políticos como Jordi Pujol, Artur Mas, Joaquim Torra y Pere Aragonès. Sí estuvo el alcalde de Barcelona, Jaume Collboni, pero no Salvador Illa, presidente de la Generalitat.
La gala empezó —diez minutos tarde, con algunos asientos vacíos antes del inicio— con una actuación teatral en la que invocaron al fundador del club, Joan Gamper, para repasar los inicios y deseos del Barcelona, y que dio la palabra a Laporta. El presidente recogió su testigo: “Fueron unos visionaros”. “El Barcelona hace que los sueños se hagan realidad. El sueño colectivo es tener un estadio para más de 100.000 personas, y que cuando lo acabemos en 2026 será el mejor de todos”, inició su parlamento.
Un discurso en el que recordó la historia y logros del Barcelona desde el 29 de noviembre de 1899 hasta el día de hoy a través de nombres propios de la época, y que fue despertando aplausos en la platea del teatro a Ronald Koeman, Hristo Stoichkov, Deco, Jordi Cruyff o Frank Rijkaard, todos presentes en la gala. Y aunque no estuvo Messi, Laporta quiso recordarle. “El mejor jugador de la historia, y el más determinante del Barça: Leo Messi”, aseguró el presidente. Antes de la gala Messi, distanciado de Laporta, pero no del club, quiso mandar un mensaje a la afición. “Es un orgullo ser parte del club y aficionado del Barcelona. Tuve la suerte de que Dios me hizo llegar a este lugar. Extraño mucho el club, la ciudad, la gente, el cariño…”, aseguró en un vídeo recopilatorio con aquellos que no pudieron asistir: Iniesta, Luis Suárez, Carles Puyol, Neymar o Ronaldinho, entre otros.
A pesar de la ausencia de estas grandes figuras, ante el fragmento de Messi, el público se saltó el protocolo y el auditorio se puso a corear su nombre en un momento muy emotivo.
Laporta siguió con sus parlamentos barcelonistas, agradeciendo a la Junta Directiva, a los trabajadores del club, a los medios de comunicación y a las secciones, presentes en la platea. Entre ellas, el equipo de fútbol femenino. Hace 10 años ni tan siquiera eran profesional. De un espacio residual a ser la única sección con beneficios, entre premios y premios.
Sobre el escenario apareció la capitana del club azulgrana, Alexia Putellas, la Reina, la personificación de los éxitos logrados del equipo. “Están muy bien los Balones de Oro, pero me quedo con los títulos que hemos ganado recientemente. Es un privilegio. Sabemos dónde estamos y este año volveremos a intentarlo. Queremos seguir dando alegrías a la afición”, aseguró antes de un vídeo de felicitaciones de Aitana Bonmatí, Salma Paralluelo y Graham Hansen, el podio completamente azulgrana de la gala del Balón de Oro. “Nosotras somos fútbol”, compartió minutos antes la capitana a Barça One, medio oficial de club.
Entre gags de comedia e imitaciones, se recordó a la Fundación del Barça y al equipo Genuine, pero sin culminar; se presentaron los cantos para el aniversario y se conoció el escogido por los aficionados, L’escut al pit, el más parecido a los cánticos de la afición en el estadio; y se presentó a la mascota del equipo, Cat, un gato con la cara del escudo del Barça creado por los hermanos Grangel, junto a Lamine Yamal y Gavi, siendo grabados por sus compañeros de equipos entre risas.
Con ellos subió —una vez más— Laporta para plasmar la noche con un selfie desde el escenario hacia el teatro. Y cuanto todos se preguntaban dónde estaba el anunciado —y esperado— vídeo de Pep Guardiola, apareció su imagen sobre un fondo negro mientras cantaba Aniversari de Manel en su breve aparición.
Culminó la noche con Joan Dausà cantando el himno a piano, y homenajeando a las secciones con Juan Carlos Navarro, Enric Masip, Jordi Torras y Gaby Cairo.
Tras dos horas de acto, Hansi Flick miró el reloj. Laporta, sobre el escenario, reclamó a los jugadores del primer equipo, pero ya no estaban. Soplaron las velas tras el vídeo del presidente de la FIFA. Y todo terminó como empezó. Un emotivo y sentido cortometraje con aquello que más representa, y desea, el club azulgrana a lo largo de su historia: la pelota.