Análisis exprés | Bachar el Asad y su idea de la “Siria libre”
Por Trinidad Deiros. “Tu turno, doctor”. Esa frase, garabateada en los muros de una escuela en la ciudad de Deraa en 2011, se considera el punto de partida de la revolución que, en 2011, se alzó contra el dictador sirio Bachar el Asad, el oftalmólogo al que se refería ese “doctor”, y al que el grafiti auguraba seguir la vía del derrocamiento que ya habían transitado el tunecino Zine el Abidine Ben Alí y el egipcio Hosni Mubarak, gracias a las “primaveras árabes”. No fue así. Para sofocar cualquier atisbo de oposición, solo entre ese año y 2022, el régimen sirio acabó con al menos 100.000 personas, que murieron en cárceles del régimen, según el Observatorio Sirio de Derechos Humanos.
El recién depuesto presidente sirio ha divulgado este lunes un comunicado en el que asegura que su huida a Rusia, tras la victoria de los rebeldes encabezados por Hayat Tahrir al Sham, “no fue planificada”, define a los nuevos gobernantes sirios como “terroristas” y formula el deseo de que su país vuelva a ser “libre”.
Los datos indican que, bajo su férula, Siria ha sido todo menos libre. En lo político, con una represión de la que dan fe las cifras de opositores muertos en prisiones como la de Saidnaya. También en lo económico. En su texto, El Asad se define como la persona que se negó a intercambiar “la salvación de su país por su beneficio personal”.
Con ese “beneficio personal” quizás se refiere a la posibilidad de ponerse a salvo, como al final ha hecho en Rusia, y no a una cuestión pecuniaria. Es difícil saberlo. Sin embargo, también lo es no pensar en el ejercicio de cinismo que supone que el exautócrata sirio se exprese en esos términos cuando su fortuna se calcula entre 1.000 y 2.000 millones de dólares (entre 952 y 1.904 millones de euros), según fuentes abiertas citadas en un informe del Departamento de Estado de Estados Unidos. El 90% de los sirios vive en la pobreza.
“La dificultad para estimar con exactitud el patrimonio neto de Assad y de los miembros de su familia se debe a que se cree que los activos de la familia están repartidos y ocultos en numerosas cuentas, carteras inmobiliarias, sociedades y paraísos fiscales”, a menudo bajo nombre falso, asegura el informe citado.
Bachar el Asad, el hombre en la cima de este entramado represor, plutocrático y corrupto, se define ahora en su comunicado como “la persona que permaneció con su familia junto al pueblo sirio” en los años “más oscuros de la guerra”.