La Audiencia de Barcelona ha condenado a cinco años de prisión, un mes y 15 días a Marc Fortiana, un mosso en excedencia, conocido por ser el dueño de la empresa de seguridad Double Group, especializada en proteger a personalidades como el futbolista Leo Messi. Fortiana ha sido sentenciado, junto a otros cinco policías, por torturar y golpear a dos jóvenes en 2016 cuando todavía formaba parte de los Mossos d’Esquadra. El tribunal considera probado que Fortiana, junto a otro mosso, iniciaron una “agresión, intimidación y humillación totalmente gratuitas e injustificadas” contra las dos víctimas que luego secundaron el resto de acusados. Los demás mossos ha sido condenado a dos años y medio de prisión, y todos ellos han sido inhabilitados cuatro años, lo que supone la expulsión del cuerpo. Fortiana ya fue detenido en 2021, junto a otros tres policías, en un oscuro episodio vinculado a los negocios particulares de Fortiana en el que se les acusa de robo con fuerza, soborno y revelación de secretos en la protección de un supuesto empresario.
Fortiana se cogió la excedencia de los Mossos en 2017. El episodio por el que le condena la Audiencia de Barcelona sucedió un año antes, la noche del 23 de abril de 2016 en Cerdanyola del Vallès (Barcelona). Fortiana, junto a otros cinco mossos más (uno de ellos sargento) de la ARRO, dieron el alto a la una de la mañana a un Citroën Xsara en el que viajaban dos jóvenes de 20 y 22 años. Lejos de pararse, los dos chavales, que habían bebido y fumado marihuana, iniciaron una huida a 65 kilómetros por hora, por un camino, hasta que se estrellaron contra una piedra. La sentencia relata que la fuga casi atropellaron a uno de los policías, lo que desató la ira de los ahora condenados. Así quedó recogido en las comunicaciones a través de las emisora, donde “se plasmaron expresiones despectivas y despreocupación expresa en relación a la situación física posterior a la colisión del turismo”, según el fallo. “Los compañeros todos bien. Los otros me dan bien igual”, radiaron. Una actitud que dista mucho, según la Audiencia, de la intervención como “perfectamente contenida, medida y calmada, sin rastro de alteración o enfado” que describieron los acusados.
Fortiana iba al volante de la furgoneta que empezó la persecución del coche a la fuga. Él, junto a otro mosso, fueron los primeros que la emprendieron a golpes con los dos jóvenes, una vez salieron del vehículo, según el fallo. El resto se fue sumando “con cierto alborozo”. “Los jóvenes dijeron varias veces que se veía que los agentes estaban disfrutando, se reían y burlaban de ellos”, explica la sentencia, que les otorga credibilidad por su discurso sólido y persistente durante todos estos años, por los partes médicos, porque denunciaron el mismo día de lo ocurrido y por las contradicciones de los acusados. El ataque, asegura el fallo, fue una “actuación conjunta, concordante y adhesiva” con la voluntad de “humillar, agredir y aterrorizar a los jóvenes”.
Los acusados negaron en su declaración que hubiesen golpeado a los jóvenes y aseguraron que las lesiones fueron provocadas por el accidente que sufrieron. En la extensa sentencia, la sala señala la contradicción que supone, por una parte que primero no les ofreciesen asistencia médica y no avisasen a una ambulancia, y que a su vez consideren que el accidente fue grave. También insiste en que los peritos médicos señalan que no todas las lesiones pueden ser provocadas por el accidente, y en cambio sí son compatibles con el relato de los dos jóvenes. Uno de ellos sufrió pérdidas del nervio de fibras oculares. Entre otros detalles, el fallo asegura que “azotaron con uno de los cinturones de seguridad del turismo” que cortaron. También explica que arrancaron del vehículo y lanzaron al suelo un sistema de sonido de altavoces para amedrentarles.
El tribunal aplica una rebaja de pena por las tardanza en la celebración del juicio. Y también impone un resarcimiento económico a los dos jóvenes, que sufrieron además de los físicos daños psicológicos. En total, los mossos deben indemnizar a cada uno de ellos con 20.000 euros por daños morales. A uno de los jóvenes deben también pagarle más de 10.700 euros por las secuelas y al otro casi 40.000. La sentencia no es firme y puede recurrirse. La Generalitat es responsable subsidiaria en el caso de que no paguen.
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