Los parques eólicos son imprescindibles para descarbonizar el sector energético y producir energía renovable, aunque tienen un impacto en el paisaje que, en ocasiones, genera críticas en los territorios; una idea para amortiguarlas es optimizar las instalaciones existentes. Por eso, España inicia los primeros proyectos de repotenciación de parques eólicos, que consisten en reciclar las máquinas antiguas —que llegan al final de su vida útil— y sustituirlas por otras nuevas, más altas y modernas, capaces de generar más energía con muchos menos aerogeneradores. Uno de los primeros proyectos es de Iberdrola en dos parques de Albacete (La Isabela y Molar de Molinar), donde reciclará 139 turbinas eólicas y las cambiará por 22. El Ministerio para la Transición Ecológica ha adjudicado casi 150 millones de fondos europeos para hacer lo mismo en otras 152 instalaciones, ya que esta práctica todavía no es rentable para las empresas.
“Repotenciar significa sustituir los aerogeneradores por equipos nuevos, que son mucho más grandes y más productivos”, explica Juan Virgilio Márquez, director general de la Asociación Empresarial Eólica (AEE), la patronal del sector. “Supone desmantelar el parque antiguo, reciclar sus elementos, devolver el terreno a su estado anterior y luego construir el nuevo parque. Lo principal es la reducción drástica del número de aerogeneradores, ya que con seis máquinas grandes se puede tener la misma potencia que con 60 pequeñas antiguas”, continúa. Según la entidad, en España se han repotenciado ya 15 parques, pasando de 738 molinos a 177.
Otro cambio es el tamaño: los primeros aerogeneradores tienen palas de unos 20 metros, mientras que los modernos pueden llegar a 83; las torres pueden pasar de unos 40 metros a 100. Según los datos de la AEE, esas máquinas antiguas suelen tener una potencia de entre 660 a 850 kilovatios (kW), mientras que las más modernas llegan a los 6.000 kW, casi diez veces más. “Aunque tengan en conjunto la misma potencia, la energía que se produce es mucho mayor, porque son más eficientes, captan más viento, generan energía durante más tiempo. Puede producir entre un 30% y un 100% más”, apunta Márquez.
Sin embargo, también suponen retos. De entrada, deben pasar una nueva evaluación de impacto ambiental. “Europa recomienda que se haga un estudio ambiental diferencial, evaluando las modificaciones entre lo antiguo y lo nuevo, pero en España es más complejo que hacer uno nuevo desde cero, porque tienes un proyecto de desmantelamiento y otro de construcción”, se queja el experto. “Un parque repotenciado siempre tiene menos impacto que uno antiguo, porque integra sistemas de detección de avifauna que hace que los aerogeneradores se paren o ralenticen cuando detectan especies sensibles, cosa que antes no ocurría”, añade.
Esta es una de las causas por las que todavía esta modalidad no resulta rentable para las empresas productoras de energía eólica. La otra es la gran inversión que se requiere, así como el periodo en el que se deja de producir electricidad (de seis meses a un año) entre una instalación y otra. Por eso, el Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE) de Transición Ecológica lanzó un programa de ayudas de Repotenciación circular que ha financiado 154 proyectos pioneros de repotenciación eólica y minihidráulica, con una dotación de 147,8 millones de euros. Además, otros 14 millones van para seis nuevas instalaciones para reciclar palas de aerogeneradores —algo todavía complejo—. Las partidas proceden de los fondos europeos Next Generation.
Dos de las iniciativas financiadas son de Iberdrola y acaban de empezar el proceso. “Hemos recibido 22,7 millones del IDAE para repotenciar los parques de la Isabela y Molar de Molinar (Albacete). Es una operación compleja, porque hay que desmontar los parques anteriores, no sirven ni las cimentaciones ni los caminos. También hay que cambiar el transformador de la subestación eléctrica”, explica José González Bujanda, responsable de promoción de renovables de Iberdrola.
La operación de desmontaje acaba de comenzar. “Pasaremos de 139 aerogeneradores que instalamos en 2001 a 22, que pondremos el año que viene. Son 117 aerogeneradores menos, lo que supone una mejora ambiental y de eficiencia”, prosigue Bujanda. Las torres antiguas medían 45 metros y las palas, 23,5; las nuevas tendrán 90 metros de altura y palas de 75; con eso consiguen seis veces más potencia por máquina (de 660 kw a 4.500), aunque la potencia total se mantiene, porque es a la que tienen derecho. “Cuando esté en funcionamiento, estimamos que habrá un aumento de producción del 30%, porque las nuevas turbinas aprovechan mejor los vientos que las anteriores”, dice.
En los próximos meses veremos más proyectos similares impulsados por el IDAE. “Así ganamos experiencia y aprendizaje para futuros proyectos, porque todavía no sale rentable sin estas ayudas”, apunta Bujanda. El portavoz señala que en EEUU hay incentivos fiscales para este tipo de proyectos: se ofrece un crédito estatal y se puede devolver durante 10 o 15 años, cuando la instalación ya está produciendo. Podría ser otra fórmula para incentivar esta práctica.
Recuperar el 70% de las palas
La última pata es el reciclaje de las instalaciones antiguas. Iberdrola envía sus restos a EnergyLoop, uno de los seis proyectos dedicados a la reutilización de palas impulsados por los fondos europeos. Desde el IDAE explican: “La convocatoria establecía que debían recuperar al menos el 50% en peso de los residuos (palas u otros componentes del aerogenerador que utilicen materiales compuestos, los más difíciles de tratar) y transformarlos en materias primas secundarias que puedan introducirse en otros procesos productivos, pero la media de la recuperación en peso de los seis proyectos seleccionados es del 66%. Y hay alguno de los proyectos que prevé recuperar más del 70% en peso para obtener un catálogo amplio de productos y materiales: fibra de vidrio y carbono, o compuestos orgánicos como hidrocarburos y mezclas de disolventes, entre otros muchos”.
La AEE estima que hay unos 2.600 aerogeneradores que tienen ya más de 25 años, lo que supone que en menos de cinco años habrá unas 13.300 toneladas de palas que deberán ser recicladas. Mientras, hay otros 11.000 que tienen más de 20 años, lo que quiere decir que en menos de diez años habrá que tratar otras 56.000 toneladas de palas (sumando ambas cantidades, se acerca a las 70.000 toneladas). En total, son unos 500 parques eólicos susceptibles de repotenciación. Las seis instalaciones de reciclaje, cuyo funcionamiento arrancará el año que viene, tienen capacidad para tratar unas 18.000 toneladas de palas al año.
“La pala está hecha de fibra de vidrio y resinas. Para reciclarlas hay que separar ambas, y hasta ahora se podía hacer, pero no había capacidad industrial. Desde el año que viene se va a hacer para no enviar nunca pala al vertedero”, resume Márquez. “Con esos materiales se pueden elaborar nuevas palas recicladas para otros mercados. Otra opción es triturarlos y usarlos en otros procesos industriales —como cemento, material de carreteras o mobiliario urbano—. La última opción sería obtener fibra de vidrio reusada, mientras que los residuos de las resinas pueden valorizarse como combustible industrial”, concluye.