Isak Andic nació en Estambul, pero llegó a España siendo adolescente y pocos años después dejaba ver su carácter emprendedor al comenzar de manera inesperada una trayectoria en el mundo de la moda. “Yo no sabía lo que quería ser. Básicamente, ganarme la vida”, contaba en una entrevista reciente con El País Semanal. De un viaje a su Turquía natal se trajo unas camisas bordadas a las que pronto dio salida, lo que le puso sobre la pista del tremendo potencial del mercado español en los años setenta, cuando el país se abría al mundo en todos los sentidos. Tras crear un negocio destinado a la venta al por mayor, en 1984 conoció al empresario Enric Casi y juntos, con su hermano Nahman, dieron forma a Mango, una de las cadenas de moda más importantes en la actualidad.
La firma, que este año celebra su 40 aniversario, se convirtió pronto en un emblema de la democratización de la moda. Primero en España y muy pronto por todo el mundo, porque sus dueños siempre tuvieron muy clara una vocación internacional. La primera tienda aterrizaba en el Paseo de Gracia nada más crear la marca y una década después los locales de la cadena ya sumaban más de 100. Pese a todo, Andic se mantuvo ajeno a los medios de comunicación hasta el año 2007, con un empeño solo comparable al de su colega de profesión, Amancio Ortega, con el que compartía curiosos paralelismos y podio entre los más ricos de España.
Pese a que durante años la oferta de Mango era mucho más básica que la de Zara (etiqueta estrella del Inditex de Ortega) en términos de diseño, centrándose en prendas funcionales sin seguir demasiado las tendencias, la compañía catalana decidió comunicar su moda democrática y accesible con celebridades y topmodels, como cualquier firma de lujo. En la pasada década Kate Moss, Cara Delevingne, Scarlett Johansson o Penélope Cruz, que también firmó para la enseña colecciones cápsula junto a su hermana Mónica, han sido imagen de Mango. Por aquel entonces Zara aún mantenía un perfil bajo en términos de imagen, pero la empresa de Andik crecía imparable gracias a esta estrategia de vestir a celebridades con prendas asequibles para casi cualquiera. En 2019 se convirtió en la primera enseña low cost en aparecer en la Gala del MET, el evento de moda más importante del mundo, vistiendo a una de sus embajadoras más longevas: la diseñadora e influencer Sofía Sánchez de Betak. Y el pasado año, la modelo Amber Valletta lució un traje blanco de la enseña en la fiesta que Vanity Fair organiza tras los Oscar.
Tras la pandemia, momento en el que todas las firmas, de cualquier gama, buscaron reforzar el comercio digital, Mango comenzó a ganar relevancia en redes trabajando con influencers y prescriptoras que ejercen de embajadoras y hasta se involucran en el diseño: Leandra Medine, Pernille Teisbaek o la mismísima Victoria Beckham han realizado colecciones colaborativas para la casa. El pasado año, de los 3.103,8 millones de euros facturados, más de un 33% provinieron del canal online.
A medida que ha ido creciendo su relevancia global se ha ido elevando también el valor de su propuesta: han creado líneas como Capsule o Selection, confeccionadas con materiales lujosos, y han abierto flagship stores por todo el planeta. En 2022 inauguraban una tienda de 2.000 metros cuadrados en la Quinta Avenida, a la que posteriormente se unieron lujosos locales en Miami, Chicago o Seattle. El mercado norteamericano es especialmente relevante para Mango, que actualmente posee más de 40 tiendas en el país y prevé abrir una veintena más en los próximos dos años. Este mismo ejercicio, y dado su éxito internacional (un 77% de sus ventas se producen fuera de España) Mango ha creado un plan estratégico llamado 4E (Elevate, Expand, Earn y Empower) para superar los 4.000 millones de euros en facturación en 2026: su proyecto pasa por elevar aún más el valor de sus productos y por abrir 500 tiendas en los próximos dos años.
Mango democratizó la moda, pero lo hizo tomando un camino diferente al que siguió Inditex. Las dos grandes compañías españolas difieren también en la forma en la que han tratado a sus marcas: si el grupo gallego optó pronto por diversificar con distintas cadenas para alcanzar a públicos diversos (tras Zara llegaron Bershka, Massimo Dutti, Lefties, etc), los catalanes siempre se mantuvieron apegados al nombre de Mango. Si bien es cierto que a partir de la segunda década de los dosmiles también apostaron por abrirse a nuevos públicos, siempre lo hicieron con el Mango por delante: Mango Kids, Violeta by Mango, Mango Man (que nació como H.E. by Mango), etc. Lo que sí incluyeron Andic y su equipo junto a ese imperecedero Mango fue el nombre de Barcelona, que a partir de 2012 figura como parte de la marca en tiendas y etiquetas.
De familia sefardí, Andic llevó el nombre de la Ciudad Condal a las mejores avenidas de la moda. También supo ver el potencial de la capital catalana y en ella mantuvo centralizado todo el diseño, con equipos fieles que han permanecido en la casa durante largas décadas. Como Inditex, pronto comprobó que para crecer debía integrar verticalmente toda la cadena, para poder dar una respuesta cada vez más rápida a la demanda de novedades del mercado. Y como el grupo de Arteixo, Mango se convirtió en un potente imán para el talento de la industria de la moda. Aunque los talleres donde producen no son propios, en 2020 (y en un alarde de transparencia poco común en la industria) Mango desglosó todas las direcciones donde produce sus prendas, el 40% en cercanía. En España da trabajo a más de 15.000 personas, un punto relevante para Andic. Así lo reconocía el pasado mes de marzo al recoger el Premio Reino de España a la Trayectoria Empresarial de manos del rey Felipe VI: “Que el proyecto de Mango, que nació de manera humilde en Barcelona hace más de cuarenta años, pueda servir para fomentar el espíritu emprendedor entre la juventud y la aspiración de ayudar a crear prosperidad para muchas personas y familias y servir a la sociedad”.