Un concierto de Año Nuevo en el que convivirán en feliz promiscuidad las danzas eslavas de Dvořák, las polcas de Strauss y el vals del compositor mallorquín Joan Martorell. El Mesías de Händel dirigido por Xavier Puig, con voces como la de la soprano tarraconense Maria Hinojosa. Las danzas populares de Rossini, Eduard Toldrà o Ruperto Chapí interpretadas por la Orquestra Simfònica del Vallès. El Cascanueces de Chaikovski con la voz de Luis Posada y la dosis de magia que le inyectarán los sueños de arena del artista Borja González. Los clásicos de Broadway reinterpretados en clave vibrante y festiva por Marc Timón. La orquesta barroca Vespres d’Arnadí recreando las tormentas de luz de Las cuatro estaciones, de Vivaldi.
Esta Navidad ofrece inmejorables pretextos para acercarse al Palau de la Música Catalana. El auditorio modernista del distrito de Ciutat Vella de Barcelona, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1997, viene siendo uno de los principales templos melómanos de la ciudad condal desde su inauguración en febrero de 1908. El espléndido edificio diseñado por el arquitecto Lluís Domènech i Montaner, una equilibrada sinfonía de vidrieras, mosaicos ornamentales y piezas de forja moteada de estatuas (ahí están, entre columnas dóricas y sauces de piedra, las de Richard Wagner, Ludwig van Beethoven o Josep Anselm Clavé), acogió en su día el debut del mítico violoncelista Pau Casals o los primeros conciertos en Barcelona de Arthur Rubinstein, Ígor Stravinsky, Enric Granados, Claudio Arrau, Andrés Segovia, Montserrat Caballé o Daniel Barenboim entre otros grandes de la música local e internacional. También entre las paredes de este edificio bello y señero, que exuda historia y cultura por todos sus poros, el público interpretó a coro y puesto en pie el Cant de la senyera, de Millet y Maragall, mientras se repartían octavillas clandestinas contra la dictadura franquista en primavera de 1960.
El auditorio modernista del distrito de Ciutat Vella de Barcelona, declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1997, es una referencia melómana de la ciudad condal desde su inauguración, en febrero de 1908
Valses, polcas y sardanas
El Palau cuenta con múltiples alicientes que justifican una visita, de los mosaicos del maestro Lluís Bru al retablo escultórico de Miquel Blay pasando por su fastuosa balconada o el espectacular lucernario de su sala de conciertos. Estos días, además, el Palau se inunda de magia y espíritu navideño con una completa oferta musical a precios asequibles que incluye acceso a los conciertos y la posibilidad de explorar sin prisas el edificio. Abre fuego el sábado 21 una oportunidad única, la de mecerse al ritmo de la voz de la soprano Martha Mathéu, que recreará valses, polcas y demás danzas populares que han sobrevivido intactas a la implacable prueba del tiempo, de En el hermoso Danubio azul a la obertura de La gazza ladra o Juny, la legendaria sardana de Juli Garreta.
El domingo 22 de diciembre toma el relevo El Mesías, de Georg Friedrich Händel, que permitirá disfrutar en un entorno fascinante del que tal vez sea uno de los himnos religiosos más celebrados de la tradición barroca, el Hallelujah, acercado a la sensibilidad contemporánea por las voces de Marta Infante, Marc Sala, Guillem Batllori, el Coro Bruckner de Barcelona y la ya citada Maria Hinojosa. Händel estrenó su oratorio en Dublín en abril de 1742 y cosechó una acogida tibia y críticas condescendientes. Pero el tiempo se ha encargado de dar la razón a esta asombrosa epopeya musical inspirada en los Evangelios, descrita por el crítico Alex Ross como “un carrusel de sentimientos torrenciales que nos lleva de los relámpagos de euforia a la melancolía paralizante”.
También llega el día 22, en una sesión matinal idónea para disfrutarla en familia, la primera oportunidad de sintonizar con tres de las piezas más destacadas del siempre sugerente repertorio de Antonio Vivaldi (Concierto para cuerda y continuo en Sol menor, Concierto para violín y órgano en Re menor y Las cuatro estaciones). Farran Sylvan James y Dani Espasa dirigen esta recreación en directo de una obra que nos asoma a las tormentas repentinas de primavera, el viento de invierno o el canto exultante de los pájaros.
Broadway, patinadores y castillos de arena
Tres días después, el día de Navidad, tendrá lugar la primera de las tres interpretaciones de El cascanueces, una oportunidad para que niños y adultos sintonicen de nuevo con este clásico impregnado de fantasía, un excepcional universo habitado por soldados de juguete, belicosos ratones, danzas inmarcesibles y las manos encantadas del ilustrador Borja González trazando frágiles ensoñaciones de arena sobre un cristal.
El 29 de diciembre llega otro de los platos fuertes de este sustancioso menú navideño. Se trata del primero de los seis pases de un Concierto de Año Nuevo que se prolongará hasta el 4 de enero. Isabel Rubio dirigirá a la Orquestra Simfònica del Vallès es este intenso recorrido por una música henchida de humor, calidez, ingenio y optimismo, de las gozosas celebraciones de la vida en que se especializó la familia Strauss al Tico Tico, esa delicia popular brasileña compuesta por Zequinha de Abreu, sin olvidar el ágil y festivo Vals de los patinadores de Émile Waldteufel o el audaz, contemporáneo y entusiasta Vals de na Martina, con el que un compositor balear de apenas 40 años, Joan Martorell, reivindica su lugar entre lo clásicos incipientes.
Los últimos en unirse a la fiesta de Adviento barcelonesa en el Palau serán Marc Timón, la Orquestra Simfònica del Vallès y el trío de cantantes que forman Albert Bolea, Ana San Martín y Sylvia Parejo. Los días 4 y 11 de enero, esta alianza melómana dará un resuelto giro a algunos de los grandes clásicos del teatro musical de Broadway. Allí estarán melodías inolvidables rescatadas de El fantasma de la ópera, Cats, Jesucristo Superstar, Los miserables, La la Land o West Side Story. Un viaje raudo, intenso y veloz por alguno de los rincones más transitados del cancionero estadounidense de los siglos XX y XXI. Un desfile de éxitos pulcramente recreados que servirá de apoteósico cierre para una programación navideña rica en expectativas y promesas.