Celeste no es un color. De eso convenció Lina Morgan a su público a principios de los noventa. A su Celeste le caía un ángel de la guarda con su mismo físico, que intentaba, en vano, protegerla de sus desgracias. Treinta años después, Celeste sigue sin ser un color. Es una serie fantástica creada por Diego San José y escrita por él junto a Daniel Castro y Oriol Puig Playà, que se estrena en Movistar Plus+ el próximo jueves. Celeste cuenta la historia de Sara Santano (Carmen Machi), una inspectora de Hacienda a punto de jubilarse, que recibe un último encargo: investigar a Celeste, una exitosa cantante mexicana, para dilucidar si el año anterior pasó al menos 184 días en España, el tiempo necesario para verse obligada a pagar impuestos aquí. A esta Celeste no le cae encima un ángel, sino el demonio.
Ese demonio para ella —y para tantos— en Celeste se viste de superheroína detectivesca. Una Sam Spade tributaria, con todos los códigos del cine negro adaptados a un entorno gris. Porque Sara es experta en lo suyo y ambigua, tiene un fracaso profesional a sus espaldas que la atormenta y del que se puede redimir con este último caso, una vida personal echada a perder desde la muerte de su marido y cierto miedo a sentirse vacía al terminar su vida profesional que atenaza a muchos trabajadores vocacionales.
La primera vez que leí la sinopsis de Celeste odié a Diego San José. Qué envidia. Cómo había sido capaz de dar con una premisa tan buena, que habla del mundo en el que vivimos, lo emparenta con un género clásico y tiene la originalidad de hacerlo desde un lugar al que nadie mira. Sobre los hombros de cuántas Saras descansa el bien común. Envidié a Diego, sí. Y al mismo tiempo me eché a temblar: cuántas premisas fantásticas acaban fagocitando las obras a las que pertenecen. Por suerte, no es el caso, el desarrollo de la serie es aún mejor: su escritura y su dirección, a cargo de Elena Trapé, le dan un tono inédito en las series españolas, y los personajes y la trama crecen en paralelo, nada queda atrás. Y qué decir de su reparto: Manolo Solo, Morris, Clara Sans… Y por supuesto, Carmen Machi. A Machi le daría no ya mi certificado digital, sino las llaves de mi casa. Vamos, que ahora envidio a Diego un poco más.