Los encantos de la exquisita ciudad roja, Toulouse. La exótica ciudad india de Puducherry reconvertida en destino de surf y playa. Y la desconocida Bansko, arropada por las montañas búlgaras. Estas son las tres urbes que encabezan la lista de las 10 ciudades del popular ranking anual Best in Travel 2025 de Lonely Planet. Según la editorial viajera, son esos lugares a los que conviene viajar cuanto antes. Esta vez, una ciudad española se ha colado en el decálgo de recomendaciones: Palma. La capital mallorquina ha sido escogida por la editorial viajera gracias a sus proyectos para transformarse en una ciudad más ecológica y cultural y distanciarse del turismo de sol y playa.
A continuación, desgranamos los motivos de cada una de las ciuades para colarse en esta selección de destinos atractivos para los próximos meses.
Descubrir la buena vida a la francesa: Toulouse (Francia)
Las galerías de arte en locales industriales reconvertidos, sus innumerables cafés, una gastronomía excepcional y la posibilidad de pasear por las soleadas orillas de ríos y canales, hacen de Toulouse un atractivo destino de fin de semana que Lonely Planet destaca como la ciudad más interesante para descubrir (o redescubrir) en 2025. La ciudad francesa está en auge, así que puede ser el mejor momento de disfrutar de su atractivo art de vivre.
Toulouse, Ciudad de la Música de la Unesco, invita a disfrutar de un concierto en Le Saint des Seins, de una sesión de jazz en Le Taquin o de la música clásica en el Opéra du Capitole. Sin embargo, ofrece más maneras de disfrutarla. Entre otras, destaca un circuito arquitectónico que incluye la románica Basilique de Saint-Sernin y el neoclásico Capitole. Y, para los que prefieren lo moderno, aquí está el patrimonio de la aviación reunido en el Musée Aeroscopia y L’Envol des Pionniers. Además, en el Museo de la Cité de l’Espace se puede volar a la luna en un simulador que imita las sensaciones físicas que experimenta un astronauta en el espacio. Y en otoño de 2025 está prevista la reapertura, tras años de mejoras, del Musée des Augustins, un complejo conventual del siglo XIV, con claustros y ecos de la vida monástica, que es el bastión del arte de Toulouse desde 1795.
Más terrenal es disfrutar la gastronomía local. Una opción es comprar todo lo necesario para realizar un pícnic en el Marché Victor Hugo o almorzar un cassoulet —un guiso hecho con alubias blancas o frijoles, y distintas partes de carne animal— en algún local del mercado cubierto. Si lo que se busca es alta cocina, los chefs innovan en Les Halles de la Cartoucherie, que abrió en 2023 en una fábrica de munición reconvertida en zona de restauración, espacio de coworking y sala de conciertos.
La mejor forma de conocer la ciudad es paseando por las arboladas orillas del río Garona y el Canal du Midi, una vía fluvial que atraviesa Toulouse en su ruta de 360 kilómetros desde el Mediterráneo hasta el Atlántico. Y, por supuesto, es casi obligado perderse en la maraña de calles sin tráfico del Vieux Quartier (casco antiguo) y entre los cafés llenos de estudiantes de Place du Capitole.
2. Espiritualidad, surf y playa: Puducherry (India)
En el golfo de Bengala, en el sudeste de la India, Puducherry lleva muchos años atrayendo a los viajeros con su arquitectura europea —vestigio de su pasado como colonia francesa intermitente hasta 1954— y sus templos, iglesias y centros espirituales. También es la ciudad más cercana a Auroville, un experimento espiritual con residentes de todo el mundo. Ahora, gracias a un gran proyecto para recuperar las playas de arena erosionadas por el mar, Puducherry se está reinventando también como destino para los amantes de la arena, el surf y la playa.
Para conocer la ciudad es imprescindible pasear por el histórico barrio de White Town, con sus edificios en tonos pastel que recuerdan a la Riviera francesa. Y asomarse a la nueva Contemporary Art Gallery o al Museo de Puducherry, lleno de antigüedades coloniales. Pero a pesar de su arquitectura y su historia, su gran reclamo para los occidentales es su espiritualidad. En la ciudad, hay una amplia población católica y las majestuosas iglesias y catedrales son parte de su esplendor. Sin embargo, la mayoría de los residentes practican el hindú y los templos dravídicos coronados por una torre cónica y esculturas de vivos colores están por todas partes.
Aquí está también el ashram de Sri Aurobindo, poeta, filósofo, activista político y fundador del yoga integral; y de su colaboradora francesa, Mirra Alfassa, conocida como “La Madre”. A este lugar llegan los aspirantes para practicar el yoga propio de este centro. Alfassa también impulsó el establecimiento de Auroville, fundada en 1968, como una “ciudad universal donde hombres y mujeres de todos los países sean capaces de vivir en paz y progresiva armonía por encima de todo credo, política y nacionalidad”. El lugar, presidido por una cúpula geodésica enorme con una esfera de vidrio en su interior, atrae a visitantes de todo el planeta.
3. La nueva ciudad de los nómadas digitales: Bansko (Bulgaria)
Bansko, una pequeña ciudad entre los picos de los montes Pirin de Bulgaria, es un popular destino de esquí desde hace décadas. Sin embargo, en los últimos años, este pintoresco pueblo se ha convertido en un lugar que atrae a muchos teletrabajadores. Hoy seduce tanto a adictos a la adrenalina como a profesionales independientes de distintos ámbitos. Por ello, su imagen está cambiando rápidamente de ser un centro turístico invernal a un atractivo paraíso vacacional y laboral para todo el año.
Su magia radica en su ambiente relajado y multicultural que ha hecho que, en los últimos años, proliferen nuevas cervecerías artesanales, cafeterías acogedoras y panaderías modernas. Con su bajo coste de la vida, un clima excepcional, un entorno natural y una animada vida social, la ciudad búlgara es una buena opción para los que están siempre buscando nuevos destinos y, sobre todo, para los llamados nómadas digitales.
El municipio lleva años organizando eventos y festivales centrados en la montaña para hacer de la ciudad un destino ideal para todo el año. El Bansko Film Fest reúne a montañeros de renombre y a cineastas independientes para mostrar sus trabajos. Y el Bansko Jazz Festival es un evento al aire libre que atrae a músicos y aficionados a esta música de todo el mundo. Un festival de ópera al aire libre, otro de rock y muchas otras actividades culturales completan el calendario.
El auge del nomadismo digital en la ciudad llevó también a la creación de un festival muy particular, el Bansko Nomad Fest, que dura una semana y reúne a cientos de trabajadores autónomos, profesionales que trabajan a distancia y emprendedores para celebrar este estilo de vida y compartir sus experiencias con talleres, conferencias inspiradoras, eventos de networking, viajes de aventura y mucho más.
4. Capital gastronómica del sudeste asiático: Chiang Mai (Tailandia)
La comida es el gran atractivo de Chiang Mai, una ciudad del norte de Tailandia que eleva a otros niveles el amor de este país del sudeste asiático por los sabores únicos. Aquí se huelen aromas diferentes, se habla de nuevos platos, se discute acaloradamente sobre qué verdura es adecuada en un salteado de albahaca sagrada… Aquí, la cocina tailandesa cobra dimensiones que van más allá del dulce, agrio, salado y picante. Y aunque existen rutas gastronómicas, elaborar un viaje desde un puesto en el mercado hasta una experiencia de mil euros puede resultar mucho más gratificante y, además, mucho más sabroso.
La mejor manera de disfrutar la auténtica comida tailandesa es yendo a su origen: el mercado. Hay algunos lugares de visita obligada en una primera incursión, entre ellos, el Kad Luang, también conocido como Warorot. Este es el mercado más grande y antiguo y el lugar de comercio desde la fundación de la ciudad en 1296. En la planta baja, dedicada a la comida, se pueden encontrar especialidades del norte de Tailandia como la picante salchicha sai oua, chicharrones y salsa de chiles tiernos. Otro lugar de obligatoria visita es el puesto Dam Rong, el preferido de los lugareños.
Los secretos de la singular cocina del norte de Tailandia se desvelan gracias al khao soi, el plato más famoso de la ciudad. Esta sopa de fideos con curri y coco, originaria de Chiang Mai, tiene su versión original en el el famoso restaurante de fideos Khao Soi Lung Prakit Kad Kom, recomendado en la guía Michelin. Los más aguerridos pueden ir al Khao Soi Nimman, cuya amplia carta de ingredientes alternativos ponen a prueba el paladar.
Otras dos propuestas para gourmets de todos los niveles: pasear el viernes por la mañana por el mercado de Kad Baan Hor, donde los musulmanes y las etnias de Yunnan venden una comida incomparable, o comer en una cena khantoke —comidas típicas compuestas de los platos más representativos de la cocina del norte—, acompañada de teatro tradicional, en el Old Chiang Mai Cultural Centre.
5. Más conectada, más sostenible: Génova (Italia)
La capital de Liguria es un puerto y un mundo en sí misma. Vital, rodeada por un litoral abrupto, intimidante, comercial y profundamente mediterránea, Génova es una ciudad que atrapa. Capaz de crear una flota poderosa, acumular riquezas incalculables y convertir la albahaca en pesto, la urbe italiana merece todos los elogios.
Para enamorarse de ella hay que pasear por los callejones conocidos como caruggi. Para captar el espíritu de la ciudad hay que descubrir los suntuosos Palazzi dei Rolli. Para degustar lo gastronómico hay innumerables versiones del pesto (mejor con pasta trofie o en focaccia). Y para terminar hay que acercarse al Mercato Orientale, a algún café o a la Pasticcería Marescotti di Cavo, en Via di Fossatello.
La nota marina espera en el acuario o en el puerto viejo, y con solo caminar por la costa hasta el diminuto barrio de Bocadasse se puede sentir el ambiente de Cinque Terre sin salir de la ciudad. Sin embargo, su principal atractivo está en el centro, en sus tesoros escondidos que rezuman una riqueza y decadencia que el viajero esperaría encontrar en Florencia o Roma. Gracias a la inversión privada, las residencias nobles —patrimonio mundial de la Unesco— que otrora albergaron a dignatarios de visita, como los Palazzi dei Rolli, se están transformando en hoteles boutique, galerías elegantes y museos inmersivos.
En una época en que se viaja teniendo en cuenta la sostenibilidad, Génova destaca como un ejemplo único de lo que se puede hacer si se usa la creatividad para aunar lo antiguo y lo moderno. Así han surgido iniciativas como el Waterfront di Levante, un proyecto residencial y comercial, casi sin emisiones, dirigido por el reconocido arquitecto genovés Renzo Piano. Además destacan los programas de renovación urbana y un acuario ya emblemático. Génova es cada vez más accesible para una escapada y como base para conocer Cinque Terre y explorar Liguria, una de las veinte regiones que conforman Italia.
6. Una vibrante ciudad entre tres ríos: Pittsburgh (Estados Unidos)
Pittsburgh, una ciudad de Pensilvania situada en la intersección de tres ríos, arraigada en las tradiciones de generaciones de inmigrantes y marcada por joyas arquitectónicas nuevas y antiguas, está experimentado un renacimiento. En esta ciudad asequible, atractiva, discreta y sin pretensiones, los enclaves étnicos y los homenajes a iconos culturales como Andy Warhol —aquí nació— coexisten con una modernidad que marca tendencias y alimenta el panorama gastronómico. Por tanto, sus sabores y su patrimonio cultural son tanto auténticos como en constante renovación.
Primero, fue impulsado por el acero y la revolución industrial. Y, más recientemente, por la tecnología, la educación y la atención sanitaria. Todo esto demuestra el carácter ambicioso, y a menudo visionario, de Pittsburgh, y convierten a la ciudad en un buen lugar para viajar cuanto antes.
Sentarse en una mesa compartida en la luminosa y alegre cervecería Lorelei para saborear un cóctel. Disfrutar de una pizza al horno de leña en East Liberty, un barrio que se reinventa. Divertirse en Kennywood, un parque de atracciones situado a 20 minutos del centro y declarado Monumento Histórico Nacional, conocido por sus centenarias montañas rusas de madera. O dedicar un tiempo a recorrer Lawrenceville, a 10 minutos en coche del centro y un lugar a orillas del río Allegheny que se ha convertido en la última década en el barrio de moda al reinventar Butler Street como una zona peatonal con cafeterías, tiendas, restaurantes y cervecerías independientes para todos los presupuestos. Además, los locales de música Spirit y Thunderbird Cafe, el cine independiente Row House Cinema o diversas galerías de arte son algunas de las propuestas culturales. Quien se anime a descubrir Pittsburgh en los próximos meses podrá disfrutar de todo esto.
7. Una nueva exposición universal: Osaka (Japón)
La tercera mayor ciudad de Japón, Osaka, brilla, literalmente, en sus barrios adornados con luces de neón y destaca en más de un sentido. Este antiguo puerto comercial es hoy un núcleo artístico progresista con una intensa vida nocturna, un interesante ambiente LGTBI, locales de música en vivo y tiendas de discos. También es un paraíso gastronómico: aquí se hallan algunos de los mejores vendedores de comida callejera. Además, en 2025, del 13 de abril al 13 de octubre, Osaka acogerá una nueva Expo, que le brindará a la ciudad japonesa una segunda oportunidad para organizar una exposición universal llena de diseño innovador y de creación científica. Osaka es la primera ciudad japonesa que acoge la feria dos veces, con 55 años de diferencia. La primera, de 1970, tuvo un gran éxito convirtiéndose en la Expo con mayor afluencia del siglo XX. En el parque conmemorativo de esta exposición universal aún puede verse la Torre del Sol. El nuevo emplazamiento es la isla de Yumeshima, ubicada en los antiguos astilleros.
Varios museos de la ciudad —el de Bellas Artes, el de Historia Natural, el de Cerámica Oriental, el de Ciencia, el de Historia y el de Arte Nakanoshima— ofrecerán el año que viene una gran exposición conjunta, llamada Osaka-Haku, con una muestra de las piezas que mejor representan la historia y la cultura de la ciudad. Cada institución ha seleccionado 20 tesoros de la ciudad, tanto antiguos —recopilados y transmitidos de generación en generación— como modernos, para que el próximo año los visitantes puedan llegar al corazón de la riqueza y el carisma de Osaka a través de la historia, el arte, las ciencias y la artesanía. Al margen de estos grandes centros, pequeñas galerías que brindan a los artistas independientes la oportunidad de mostrar su trabajo siguen abiertas.
8. Una ciudad tropical y bien planificada: Curitiba (Brasil)
Esta famosa y progresista ciudad brasileña del Estado de Paraná destaca, desde hace tiempo, por su planificación urbana y su desarrollo sostenible. Visitarla hace que uno se sienta un poco más optimista sobre las respuestas a la crisis climática. Curitiba, que comenzó su cambio en la década de 1970, continúa poniendo en marcha nuevas iniciativas. Por ejemplo, entre las innovaciones recientes, hay una pirámide solar en un antiguo vertedero, jardines de miel en parques urbanos y un sistema de bicicletas compartidas.
Curitiba lleva mucho tiempo a la vanguardia de la planificación urbana y la ciudad se suele utilizar para probar nuevas iniciativas ambientales. Por ejemplo, su sistema integrado BRT (Bus Rapid Transit), con vehículos articulados y estaciones tubulares en toda la zona metropolitana, se ha copiado en más de 150 ciudades. A pesar de estos elementos tecnológicos y modernos, en el casco antiguo abundan las calles empedradas y los edificios históricos de diversos estilos. Y, como envoltura, las montañas y la selva tropical, que se puede conocer haciendo el fabuloso trayecto en tren de Curitiba a Morretes, a través de montañas y selva tropical en el Serra Verde Express.
En el sorprendente Museo Oscar Niemeyer, aún innovador 20 años después de su apertura, se puede admirar arte, escultura y una exposición sobre el reconocido arquitecto que le da nombre. También se puede pasear y oler las flores del Jardim Botânico, entre esculturas, elementos de agua, senderos y un elegante invernadero entre la vegetación.
En la ciudad brasileña destacan, a simple vista, los extensos parques: 48 espacios verdes repartidos por la ciudad. Pero, si se mira más de cerca, se verá mucho más. El proactivo alcalde de la ciudad, Rafael Greca, se ha comprometido a plantar 100.000 árboles al año. Además, al caminar por las frondosas plazas del centro, uno se ve rodeado de vegetación. Por ejemplo, la Praça General Osorio, en el extremo oeste de la peatonal Rua XV de Novembro, es como un pequeño trozo de la Amazonia; y la Praça Santos Andrade, al este, es un paraíso de simetría floral.
Además de sus jardines, el apoyo de la ciudad brasileña a los programas de agricultura urbana incluye muchos jardines comunitarios muy productivos, creados en tierras degradadas recuperadas y que, ahora, firman acuerdos con restaurantes locales. Manu, el más famoso de la ciudad, ganó el premio al restaurante sostenible Flor de Cana en 2023 por su abastecimiento ético de alimentos y su trabajo con grupos comunitarios.
9. Aires de cambio y un nuevo turismo: Palma (España)
Con su floreciente panorama gastronómico, su energía creativa y sus fabulosas colecciones de arte, Palma está redefiniendo su perfil como lugar de escapadas soleadas a las Baleares y ganando fama como destino elegante y cultural todo el año. La capital de Mallorca promete inaugurar, en 2025, el esperado paseo marítimo ecológico junto al Mediterráneo para explorar a pie o en bicicleta. Mientras, siguen surgiendo en sus calles, sobre todo en el casco antiguo y en el barrio de Santa Catalina, hoteles de diseño en edificios con historia, galerías independientes y algunos de los restaurantes más interesantes de España.
Lonely Planet propone, el año próximo, descubrir una nueva cara de Palma. Sumergirse en el mundo del artista catalán Joan Miró a través de la indispensable Fundació Miró Mallorca, que incluye dos estudios: Son Boter y Taller Sert. Alojarse en un edificio histórico reconvertido en un hotel, como Palma Riad, Portella Palma o Can Cera. O recorrer la ciudad en bicicleta desde el paseo marítimo hasta Es Portixol.
En la capital mallorquina, la experiencia gastronómica no puede faltar: pasear por el bullicioso Mercat de Santa Catalina, tomar un vermú y unas tapas en la barra del Bar Can Frau, en el propio mercado, o disfrutar de una comida en este barrio gastronómico.
10. La herencia nativa y experiencias inmersivas: Edmonton (Canadá)
La quinta mayor ciudad de Canadá es conocida por su festival alternativo y su bohemio barrio de Old Strathcona. Sin embargo, últimamente se han llevado a cabo grandes esfuerzos para revitalizar su hasta ahora deslucido centro con rascacielos y modernas instalaciones deportivas y de ocio. Edmonton también se ha adaptado al creciente interés por la cultura indígena con experiencias inmersivas y de reconexión cultural en lugares como Fort Edmonton y Métis Crossing, en las afueras. Además, las comunidades indígenas de Alberta han desarrollado iniciativas para que los turistas conozcan su historia, tradiciones y cultura. Por ejemplo, en el Human History Hall del Royal Alberta Museum y la interesante Indigenous Peoples Experience del Fort Edmonton Park.
En la última década se han invertido miles de millones de dólares en la regeneración del centro y en la renovación de barrios enteros. Destaca el Ice District, que antes era una amalgama de edificios vacíos y aparcamientos medio desiertos y que ahora se ha transformado en el segundo mayor distrito deportivo y de ocio de Norteamérica. La última incorporación a este distrito es el llamado Fan Park. Ubicado en un casino demolido, es un centro de actividades para todo el año, con un espacio multiusos que acoge un laberinto de nieve, toboganes de hielo y una pista de patinaje en invierno; y festivales como Sustainival y Rock the District en verano.
Por otro lado, el punto neurálgico para los amantes de los deportes y la música es el Rogers Place, un estadio cubierto para 20.734 personas cuyo futurista diseño curvilíneo se alza junto a un hotel de lujo, el JW Marriott, y la Stantec Tower, la estructura más alta de Edmonton con 250 metros de altura.
Además, vale la pena conducir algo menos de hora y media al norte hasta Metis Crossing, a orillas del río North Saskatchewan. Las antiguas tierras de cultivo propiedad de los colonos metis (de ascendencia mestiza europea e indígena) desde finales del siglo XIX son ahora un nuevo centro cultural que ofrece circuitos centrados en la música, la danza, la vida tradicional y la reintroducción de especies silvestres nativas, como el bisonte blanco y el uapití o ciervo canadiense.