A la educación le pedimos milagros. Que inculque valores; que brinde conocimientos; que garantice la igualdad de oportunidades. “Magia”, resumen Macarena Alvear, coordinadora de proyectos, y Daniel Chinarro, coordinador de infancia de Asociación Aventura 2000, la oenegé que desarrolla el proyecto del centro socioeducativo Don Guanella en el distrito de San Blas Canillejas, en Madrid. Y lo afirman no por descreimiento —al contrario, saben bien cómo pueden transmutarte un pupitre y unos compis de clase—, lo pronuncian con una pizca de enojo, porque “para que esa expectativa pueda cumplirse hacen falta muchos más recursos en los centros educativos, y también tener en cuenta el bagaje tan distinto de cada niña y niño”, insisten.
Esa es la realidad que con frialdad cruel muestran los datos: España es el segundo país de la Unión Europea (UE) con la mayor tasa de pobreza infantil: un 28,9% (datos de 2024 de la Plataforma de Organizaciones de Infancia); y también el segundo con un peor índice de abandono educativo temprano: un 13,7% de los jóvenes de entre 18 y 24 años no han completado la ESO ni continúan con formación alguna, según la Encuesta de Población Activa del Instituto Nacional de Estadística (INE) del segundo trimestre de 2024. Algo falla…
Es lunes, son alrededor de las seis de la tarde. El perfil de ladrillo de estos edificios de aluvión levantados a finales de los noventa en el oeste de Madrid, recortado contra el horizonte, se difumina a medida que anochece. En una de las salas del centro socioeducativo Don Guanella, una veintena de peques se pasan entre sí el micrófono para contar a las educadoras qué han dibujado en el papel, cuál ha sido su momento favorito del fin de semana.
“Este grupo empezó el mes pasado”, explica entre achuchones y saludos efusivos Alvear. Aventura 2000 impulsa desde hace 34 años “un proyecto educativo integral en el que participan niños, niñas, jóvenes y familias del barrio ofreciendo un espacio de crecimiento en el que conviven con un grupo de iguales, donde pueden expresarse sin obstáculos y en el que se desarrollan actividades en torno a cuatro áreas: éxito escolar, desarrollo personal y social, prevención y salud y familias”.
“Este es un entorno vulnerable, con alta tasa de paro, bajo nivel educativo, donde son necesarios más servicios… Y sobre este barrio pesa el estigma de la droga, que vive ahora un repunte”, narra Alvear. “Participar tres tardes a la semana desde los seis hasta los 18 años, sentirse parte de un grupo, compartir, aprender, crecer juntas, hacer los deberes, participar en talleres o salir juntas de excursión a la sierra en fin de semana mejora la vida”.
Tres tardes semanales que mejoran vidas
Esas experiencias diferentes que ofrece el centro son un valor esencial de su labor. “Para algunos es la única vez que han visto la nieve o han ido a la playa, ¡algunos no habían salido del barrio!”, cuenta Chinarro, que fue primero participante, luego monitor y que hoy, tras un tiempo dedicado al diseño y la maquetación editorial, ejerce a sus 33 años como coordinador de infancia del centro. Así conoció a Macarena Alvear; ella era entonces una voluntaria de 18 años y él, un mozalbete de ocho ilusionadísimo con lo que encontró ahí dentro: “Me llenó de unos valores que llevo muy a gala, ahora me veo reflejado en cada chico que pasa por aquí”. Son un referente en el barrio. A Aventura 2000 acuden los colegios o incluso los Servicios Sociales cuando detectan casos que podrían beneficiarse de su buen hacer probado. Apoyan a más de un centenar de niños y niñas por año, y al menos un miembro de cada familia debe implicarse en el proceso educativo. En 2023, impartieron más de 310 horas de apoyo escolar, 253 de desarrollo personal; dedicaron 270 horas al seguimiento individualizado; invirtieron casi 1.200 horas en actividades de prevención, ocio y tiempo libre, campamentos, excursiones… y durante otras más de 575 trabajaron con las familias, para potenciar sus herramientas pedagógicas y que pudieran acompañar mejor a sus hijos en ese proceso.
La importancia de ser del barrio
Uno de los barrios que concentra algunos de los focos de más flagrante exclusión social y fracaso escolar de España se halla en Córdoba. Es algo que sabe bien Paloma Delibes, coordinadora de programas de Acción Social de la Fundación Banco Santander: a pocos kilómetros de los turistas que pasean entre columnas de mármol y jaspe de la gran mezquita hay vecinos cuyo código postal supondrá un freno irreversible a su futuro. Dos realidades tan distintas y tan cercanas. Delibes lleva muchos años trabajando con asociaciones de toda España que tratan de hacer frente a esas desigualdades, oenegés que, gracias a su proximidad, al trabajo directo con los moradores de estas zonas desfavorecidas, “logran un verdadero impacto en los menores y sus familias”. Es cuando se explaya sobre ese tipo de iniciativas cuando más entusiasmo trasluce su voz: habla de transformar un barrio mediante el baloncesto o la música; de menores tutelados que reciben apoyo académico; de mujeres reclusas que comparten con sus hijas en edad escolar campamentos que cambian las ilusiones y deseos de ambas…
“El banco Santander ya realiza una ingente labor en el sector de la educación superior. Al constatar estas cifras y esta realidad oculta a la vista de todos decidimos que había que hacer algo”. Por eso este año han querido dedicar la convocatoria de Santander Ayuda, organizada por la fundación, a apoyar a asociaciones sin ánimo de lucro que combatan a través de la educación esta lacra de la infancia y la adolescencia en situación vulnerable, que nos coloca a la cola de Europa.
A quién va dirigida Santander Ayuda
- Hasta el 5 de diciembre, las oenegés pueden solicitar hasta 20.000 euros a través de un formulario en la web de la fundación para proyectos educativos con infancia y adolescencia vulnerable.
- Hasta 15 asociaciones sin ánimo de lucro resultarán beneficiarias de las ayudas.
- Se buscan proyectos destacados por un enfoque innovador y por su experiencia trabajando sobre el terreno en entornos desfavorecidos.
- No importa si son asociaciones pequeñas o medianas, como Aventura 2000.
- Desde 2016, la Fundación Banco Santander ha apoyado 566 proyectos, impactando en más de 290.000 personas en situación de vulnerabilidad.
Actividades colectivas contra la soledad de las pantallas
Aunque funcione mal, la educación es todavía la principal vía para emerger por encima de un contexto difícil, formarse sigue siendo la mejor opción para alcanzar una ocupación laboral que te permita un mejor sustento y condiciones de vida, como refleja el Alto Comisionado contra la Pobreza Infantil de España en su estudio La transmisión intergeneracional de la desigualdad en España de 2020. Por tanto, el apoyo académico es una pata fundamental, pero no la única.
Lo advierte Delibes: “Tenemos los ojos muy abiertos a otros ámbitos. Le damos mucha importancia a aquellas asociaciones que también trabajan la adquisición de habilidades socioemocionales, la prevención de problemas de salud mental o de adicciones”. Según cuenta, se han disparado los casos de infantes y adolescentes que padecen ansiedad o depresión, o que sufren un aislamiento atroz, una soledad nada mitigada por la hiperconexión tecnológica, vía teléfono móvil: “Estos niños que viven en contextos de especial vulnerabilidad, muchas veces caracterizados por la disfuncionalidad familiar, tienen además una probabilidad de desarrollar un problema de salud mental más alta que en otro entornos. Por este motivo, se hace aún más necesario trabajar en la prevención, dotarlos de herramientas y recursos que les ayuden en su desarrollo personal y social, y ofrecerles alternativas de ocio saludables”.
En Madrid, ya casi parece noche cerrada. Por las escaleras del centro socioeducativo Don Guanella las fotos que cuelgan de las paredes recuerdan las tres décadas de Aventura 2000. “Ahí está Daniel”, señala Alvear, su índice apuntando a Chinarro, un chico moreno y sonriente. La evolución de su rostro de niño a adulto puede contemplarse en esas instantáneas impresas: “Es que esto”, confiesa él mirando alrededor, “forma parte de lo que soy”. Para este coordinador, trabajar en la asociación en la que se crio es la desembocadura natural hacia la que fluía su vida.
Los adolescentes han terminado la hora de refuerzo académico, y corren hacia el patio. La sala común está vacía, podrían entretenerse ahí durante el descanso, pero es un otoño cálido, todavía pueden juntarse a jugar un rato afuera. En torno al futbolín, Alvear y Chinarro posan para las últimas fotos y se despiden, con una advertencia o, más bien, una petición:
— Los derechos de la infancia deben ser una prioridad, proyectos educativos como el nuestro son fundamentales.
De eso va la cuestión, ese es el propósito de la fundación y de esta convocatoria: mantener abiertas las puertas de esos centros que promueven que niños y niñas crezcan en un entorno de buen trato, sintiéndose protagonistas de su vida; las puertas de esos lugares que hacen factible el milagro de la educación.
CRÉDITOS
Redacción: Alejandro Martín
Coordinación editorial: Juan Antonio Carbajo y Francis Pachá
Coordinación de diseño: Adolfo Domenech
Diseño: María José Durán
Desarrollo: Rodolfo Mata
Fotografía: Claudio Álvarez