La presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso (PP), ha insinuado este sábado que el Gobierno de España, formado por PSOE y Sumar y presidido por Pedro Sánchez, quizá hubiera actuado con mayor diligencia frente a la dana si los conservadores no gobernaran la Comunidad Valenciana. “Nunca lo sabremos”, ha dicho durante las primeras Jornadas de Trabajo del Comité de Alcaldes del PP de Madrid, en las que también ha deslizado que el ejército no llegó “a tiempo” a la zona por cálculo político. La baronesa refuerza así el intento del líder de su partido, Alberto Núñez Feijóo, de establecer un relato que culpe al Ejecutivo central y a la ministra Teresa Ribera del desastre. Aunque la presidenta de Madrid también ha admitido que se cometieron “fallos” en la gestión de la dana, ha evitado de nuevo posicionarse con respecto a Carlos Mazón, cuya credibilidad ha quedado minada por su actuación en las horas clave y por un discurso lleno de contradicciones y medias verdades.
“Yo no sé si no ha querido tampoco enviar a tiempo al Ejército, no sé si esto ha sido para que esto que llaman Países Catalanes no vean que tienen a su lado a una gran institución como es el Ejército de España, que siempre está donde se le necesita cuando se le pide”, ha dicho Ayuso durante una larga intervención ante los regidores madrileños del PP. “Nunca sabremos qué hubiera pasado si el Gobierno de la Generalitat de Valencia fuera de otro signo, nunca lo sabremos, pero sí que lamento que se abandone a la gente”.
Sin embargo, la delegada del Gobierno, Pilar Bernabé, fue quien ofreció a la Generalitat valenciana el despliegue de la Unidad Militar de Emergencias (UME) el día de las trágicas inundaciones, el pasado 29 de octubre. La UME estuvo a disposición del Gobierno regional al menos desde las 12.45, que fue cuando Bernabé llamó a Pradas, una hora y cuarto antes de que la consejera pidiera la intervención de la unidad militar. Y el general jefe de la UME, Javier Marcos, ha explicado que esta unidad es “soberana” pero que, para acceder a una zona de emergencia, necesitan la autorización de la comunidad.
El nivel 2 de emergencia, en el que la competencia es autonómica, “la entrada en la zona es responsabilidad del director de la emergencia”. “Yo puedo tener 1.000 soldados en la puerta de la emergencia [los que tenía ya movilizados para acudir por propia iniciativa], pero no puedo entrar legalmente hasta que el director de la emergencia me autoriza”, dijo, para señalar que lo que explica que solo un centenar de soldados de cuerpo llegara en las primeras horas a Valencia es el mal estado de las comunicaciones por las lluvias torrenciales e inundaciones y a cuestiones de procedimiento. “Es cierto que no intervinimos rápidamente porque la meteorología nos lo impidió y por una cuestión de orden y disciplina: no podíamos añadir caos a una situación verdaderamente caótica”, subrayó, en referencia a que esperaron órdenes de la comunidad para conocer los puntos donde desplegarse y a que la Generalitat pidió una intervención de la UME limitada a la comarca de Utiel-Requena.
Sobre la diligencia o no en la ayuda, el presidente valenciano ha virado en estas dos semanas desde la tragecia. En un primer momento, dos días después de las más graves inundaciones, el presidente valenciano compareció con Pedro Sánchez, exhibiendo una imagen de unidad: “Muchas gracias por tu cercanía y tu respuesta tan rápida, presidente”. Sin embargo, en su comparecencia del viernes, Carlos Mazón
Ayuso también ha aprovechado para comentar que la gestión de la dana, según su criterio, refleja el intento de Sánchez de convertir a España un Estado federal, concepto que viene utilizando en sus discursos desde que se opuso a que la financiación autonómica se tratara bilateralmente en las reuniones convocadas en La Moncloa por el presidente del gobierno con los autonómicos.
“No sé si es que quieren ya meternos en la siguiente pantalla para que dejemos de confiar en las comunidades autónomas como tal”, ha dicho Ayuso; “para imponernos el Estado federal y que vayamos entendiendo que esto va de forma bilateral como llaman ellos, para que se vaya poco a poco troceando a través de lo que falsamente llaman cogobernanza, que no es más que la España federal, y dejemos de ser un gran país, una nación de hermanos, de comunidades autónomas, para convertirnos en un “cada uno a lo suyo”.
Hasta ahora, Ayuso había optado por no comentar en público la gestión de la dana, centrándose en comunicar los recursos humanos y materiales que estaba destinando su ejecutivo a ayudar a los afectados. Ese prudente silencio no ha pasado desapercibido en el PP. Especialmente, porque en ningún momento Ayuso ha defendido la gestión de Mazón. Este sábado tampoco lo ha hecho, pero ha cambiado el guion para añadir su argumento preferido: confrontar con Sánchez. Y no solo por la dana. Ayuso también se ha referido a la comparecencia de la mujer del presidente del gobierno, Begoña Gómez, el miércoles en la Asamblea, donde se investiga el supuesto “trato de favor” que recibió de la Universidad Complutense.
“La chulería no puede gobernar”, ha sostenido Ayuso. “Así que, si eres la mujer del presidente y te quieres dedicar a los negocios, muy bien, pero dedícate a lo que te hayas dedicado siempre y no aproveches ahora que tienes una mesa delante con un poder infinito para dedicarte a un mundo del que nunca procediste”, ha añadido. “Porque eso no es ético y no sé si es legal o no, es horroroso”, ha recalcado. Y ha rematado, en referencia a los estudios del presidente del Gobierno: “No se puede ir por la vida pretendiendo comportarse así, con tesis plagiadas cuando no falsas, teniendo que llegar a la catetada de que te den un título, aunque no hayas hecho nada para merecerlo”.
Los trabajos de esa comisión de investigación continuarán la próxima semana, ya marcados tanto por la comparecencia de este miércoles de Gómez como por la del rector de la Complutense, Joaquín Goyache, que desmontó una a una las sospechas que vierten el PP y Vox sobre la creación de la Cátedra de Transformación Social Competitiva impartida por Gómez (“todo fue absolutamente legal y regular”); niega cualquier trato de favor (“desde luego que no (…) no hubo presión”); y desvincula los trabajos de Gómez de cualquier influencia del presidente.