Una pequeña compuerta se abre y aparece una bolsa hermética blanca. Previamente, Mónica Concepción había seleccionado su postre en una pantalla táctil y pagado con su móvil. Salivando, abre el paquete y da un mordisco a la galleta que acaba de comprar. De la masa con trocitos de pistacho, sale una sabrosa mermelada de frambuesa. “Es mi recompensa por este día de hincar codos en la biblioteca”, explica satisfecha esta estudiante de publicidad antes de regresar a su casa en Bilbao.
Mónica no sale de una pastelería, sino de un local sin puerta, ni dependientes, en el que solo hay una gran máquina expendedora ubicada en la calle Licenciado Pozas, 6 de Bilbao. La empresa de repostería casera Abasotas lleva menos de un mes con este proyecto en marcha, una tienda automática llamada ATM Bilbao en el que el consumidor puede comprar los productos dulces que su obrador produce.
Repostería americana
El catálogo digital en una pantalla muestra fotografías de los dulces disponibles. Aquí no hay carolinas, ni bollos de mantequilla, tan típicos vizcaínos. Está especializado en pastelería americana, por lo que en su carta abundan las tartas y las galletas de mantequilla. “Nuestras tartas más populares son la de zanahoria, la de queso tipo cheesecake y las de chocolate, en este último caso, con opción vegana, sin azúcar y sin gluten”, enumera uno de los responsables de Abasotas, Nikola Susaeta. Todas con un precio de 35 euros en el caso de las grandes, elaboradas para ocho raciones (1.120 gramos), o de entre 14 y 16 euros por las pequeñas, adecuadas para tres personas (alrededor de 350 gramos).
Además, disponen de cookies de varios sabores: la clásica de pepitas de chocolate; con pepitas y relleno de crema de avellana; de pistachos y frambuesa —la favorita de Mónica—; de crema de cacahuete y mora; de sésamo y caramelo y la cookie maravilla, de sabor no revelado.
A esta lista se suma el brownie de chocolate ligero y el rey de esta máquina de vending: un producto a caballo entre las dos anteriores ofertas, el brookie, “mitad brownie de chocolate intenso y mitad cookie de chocolate negro”, describe la máquina.
Las galletas y bizcochos se pueden adquirir por unidades (entre 2,80 y 3,30 euros) o en bolsas de seis (entre 13 y 15 euros). Por último, también se ofrecen bolsas de granola y de galletitas de agua.
Desde un caserío
Todos estos dulces provienen de Barrika (Bizkaia, 1.550 habitantes). Allí, Susaeta y su pareja, Isabel Serna, tienen un obrador en el caserío Zearreta con más de 500 años de antigüedad. Esta antigua carpintería sirve, a su vez, de vivienda para toda la familia. “Hemos creado un lugar donde podemos trabajar y disfrutar de la vida en familia: bajar a la playa, pasear o surfear después del trabajo”, cuenta este emprendedor de 37 años. “Es un sitio idílico, pero poco comercial”. Lo dice en base a su experiencia, ya que hasta hace poco más de un año tenían también una tienda que abría los fines de semana. “Por problemas con la carretera general y algunas quejas del vecindario, nos vimos obligados a cerrarla”, lamenta.
Esta situación dejó huérfanos sus productos. Se vieron obligados a buscar una solución para seguir llegando a la clientela y esta llegó tras dos llamadas a una inmobiliaria y a una empresa italiana: “Teníamos localizada una lonja en Bilbao y unos años antes habíamos ojeado unas máquinas de vending de Verona, muy cuidadosas con la calidad del producto. ¿Por qué no unir ambas ideas?”.
Una máquina expendedora italiana
Así fue cómo llegó este punto de venta de Abasotas. Una persiana automática abre y cierra todos los días la lonja a las 8:00 y a las 22:00. La recarga de los productos se realiza temprano, antes de que la ciudad despierte. A partir de este momento, sus responsables monitorizan el rendimiento a través de sensores que les alertan si hay algún problema, como un producto que no ha salido correctamente. “Si se da esta situación, podemos comunicarnos con el cliente para buscarle una solución”, informa, aunque también matiza, que únicamente se da esta circunstancia en el 3 % de los pedidos.
Preguntado por los ingredientes de sus dulces, Susaeta asegura que “no tienen mucho intríngulis”. La pareja intenta, eso sí, que los azúcares, harinas o chocolates que usa sean de calidad. Mención especial tiene la mantequilla, clave para sus recetas y para la repostería americana. En su caso, trabajan con una empresa francesa que se dedica exclusivamente a su elaboración.
Trayectoria exitosa
Los productos de esta familia siempre han contado con un notable éxito. Desde pequeña, Serna se ha dedicado a la repostería, mientras que su padre y su madre, a la hostelería. Llegó un momento en el que empezó a elaborar tartas para cumpleaños y restaurantes. En 2016, empezaron a venderlas en una gastroneta en diferentes eventos sociales y musicales, como el festival Bilbao BBK Live. Ya en 2017, montó en su casa familiar de Getxo (Bizkaia, 79.000 habitantes) un pequeño obrador, para luego trasladarlo a Zearreta.
De momento, no esperan aumentar su producción, ni los lugares de venta. Para sus impulsores no es cuestión de cantidad, sino de calidad. “Nosotros nos esforzamos porque sea un concepto extraordinario, casi un regalo para el consumidor”, explica Susaeta. “Sabemos que no son productos de consumo continuo, ni para el día a día, por lo que queremos ofrecer un producto de calidad consumido a plena consciencia”. Los impulsores del proyecto aspiran a que el cliente desenvuelva el producto tranquilamente, lea las etiquetas, si le interesa, y empiece a disfrutar de él degustando los sabores y matices. En definitiva, que comprarlo y degustarlo “sean actos plenos”.
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