Álvaro Uribe Vélez lo ha dicho con todas sus letras. El expresidente de Colombia, enconado opositor del Gobierno de Gustavo Petro, ha pedido este sábado desde la propia frontera una “intervención militar internacional” para la vecina Venezuela que consiga “desalojar a la dictadura” del recién posesionado Nicolás Maduro.
“Nosotros pedimos una intervención internacional, preferiblemente avalada por las Naciones Unidas, que desaloje a esos tiranos del poder”, ha proclamado el exmandatario de derecha desde las calles de Cúcuta durante su prometido “plantón para la libertad de Colombia y Venezuela”, en apoyo a Edmundo González y María Corina Machado, los líderes de la oposición venezolana. Uribe lanzó su encendido llamado al final de un extenso discurso de más de una hora en una ciudad en la que siempre ha sido muy popular. “Por aquello que propugnamos es por una intervención militar internacional que desaloje a la dictadura”, se reafirmó en respuesta a Diosdado Cabello, el número 2 del chavismo, quien la víspera lo había señalado de “paramilitar”.
Uribe, quien acuñó el término de “castrochavismo” para sus campañas electorales, en esta ocasión se refirió constantemente a la “tiranía”. Además de los elogios a la oposición venezolana, sus palabras estuvieron llenas de referencias históricas al libertador Simón Bolívar, recuerdos de encuentros con el fallecido Hugo Chávez cuando ambos estaban en poder, alusiones a los riesgos del comunismo y el “contagio” al que está expuesta Colombia. También abundaron las advertencias sobre el 2026, el año de las próximas presidenciales en Colombia. En un evento con ecos de campaña, al expresidente lo acompañaron en la tárima los senadores del Centro Democrático, el partido que fundó después de dejar el poder, y también pronunciaron encendidos discursos los cinco precandidatos de la colectividad.
“Yo creo que, a esta altura, Cúcuta ya sabe que es mejor preservar las relaciones familiares, sociales, económicas y culturales en la frontera”, reaccionó el presidente Petro en sus redes sociales. Acompañó su mensaje con un video aéreo del lugar del plantón, que convocó a centenares de personas. Las imágenes de la calle, parte del llamado centro comercial a cielo abierto, insinuaban que la asistencia no fue tan nutrida.
Maduro ordenó este viernes el cierre por 72 horas de la extensa y porosa frontera entre los dos países con el propósito de blindar su toma de posesión en Caracas, a unos 800 kilómetros de distancia, y se cruzó la banda presidencial en medio del repudio de la comunidad internacional. “Estoy muy cerca de Venezuela, estoy listo para el ingreso seguro en el momento propicio, haré valer los votos que representan la recuperación de nuestra democracia”, reaccionó Edmundo González, en el exilio desde septiembre y con una orden de captura en su contra, a pesar de que la oposición ha demostrado con la mayoría de las actas en la mano que dobló en votos a Maduro. Su próximo paso es todavía un misterio. Por su estatus de asilado, Colombia no impediría el ingreso de González a su territorio, más allá de desaconsejarle alguna acción temeraria, aseguran altas fuentes diplomáticas.
Casi ocho millones de venezolanos han huido de su país en sucesivas oleadas, empujados por la crisis política, social y económica de los años que lleva Maduro en el Palacio de Miraflores. En Colombia, con distancia el principal país de acogida de la diáspora, residen casi tres millones, y ahora también han llegado centenares de perseguidos políticos que huyen de la represión desatada por el chavismo, entre dirigentes opositores, líderes estudiantiles, defensores de derechos humanos, periodistas o testigos electorales.
El Gobierno de Petro ha estado sometido a un aluvión de críticas internas por no condenar con mayor contundencia a Maduro. Aunque no reconoce ganador alguno en las elecciones venezolanas del 28 de julio, el presidente de Colombia tampoco piensa romper las relaciones diplomáticas que restableció al inicio de su periodo, luego de años de diferencias irreconciliables. Eso parecería descartar, en principio, que el país se preste para ser cabeza de playa de la oposición venezolana, como ocurrió en el periodo del uribista Iván Duque (2018-2022). Entonces, su apoyo irrestricto al opositor Juan Guaidó, al que reconoció hasta el último día de su mandato como presidente encargado de Venezuela, elevó entonces la tensión entre dos vecinos que comparten más de 2.200 kilómetros de frontera.
Casi al mismo tiempo en que Uribe pronunciaba su discurso de este sábado, Duque hacía también un llamado urgente por una “intervención humanitaria” en Venezuela que permita la protección de los derechos humanos y el restablecimiento del orden democrático. “Esa intervención debe ir acompañada de una solicitud a la Corte Penal Internacional para que acelere la orden de arresto contra Maduro”, escribió en sus redes sociales. “La perpetuación de Maduro va a generar una crisis humanitaria sin proporciones y la intervención, legítima y con precedentes internacionales, es un mecanismo para evitarlo”, señalaba el otro expresidente del Centro Democrático.
Yo creo que, a esta altura, Cúcuta ya sabe que es mejor preservar las relaciones familiares, sociales, económicas y culturales en la frontera. pic.twitter.com/HK1Cuaysza
— Gustavo Petro (@petrogustavo) January 11, 2025