El duelo por la muerte de un ser querido o por una ruptura sentimental son conocidos y comunes a todo ser humano. Pero hay otros. Como el que nace tras concluir un proyecto de vida, que en el caso del rapero Neidos ha sido Lágrimas de Sangre (LDS), el grupo de hip-hop alumbrado entre El Masnou y Barcelona en el que ha militado los últimos 20 años y que hace un par de meses anunció su despedida definitiva de los escenarios. “Al final es una pérdida, es que incluso hasta tu identidad se forja con el grupo”, asegura Neidos durante una entrevista en la capital catalana a finales de noviembre. Lo bueno, dice, es que sus compañeros y él tomaron la decisión unos siete meses antes de anunciarlo, y les dio tiempo a asimilar. “No me deprimí porque ya me había deprimido antes, ya tenía la idea muy masticada. Hacerlo público ha sido un descanso”.
LDS ha cosechado años de éxito, siempre in crescendo, desde que entró en contacto en 2005 con una maqueta de Neidos a la que en 2011 siguió un primer disco, La Real Música Explícita, ya con los tres micros y caras más visibles de la formación: Microbio, Still Ill y el propio Neidos. Desde ahí todo fue triunfar: dos discos de oro y dos de platino, más de 235 millones de reproducciones en Spotify y más de 500 conciertos a sus espaldas lo corroboran. Dicen adiós en su mejor etapa, y la prueba es que han anunciado tres últimos conciertos para septiembre y noviembre de 2025 y ya les queda poco para completar el aforo del Centro de Exhibiciones de Bilbao y del WiZink Center en Madrid, mientras que han agotado entradas en el Sant Jordi Club de Barcelona, donde ya ofrecen una segunda fecha. Además, acaban de publicar dos de los cuatro temas que incluirá su último disco, Invencibles. En un momento de recoger frutos, la pregunta es por qué lo dejan ahora. “Estamos cansados; estar fuera de casa cada fin de semana implica no tener vida social. Ese machaque de cada fin de semana desgasta”, concede el rapero.
Neidos pasó por su duelo correspondiente porque fue una decisión dolorosa, como romper con una novia, compara, pero liberadora también, porque ahora estos músicos, que entraron en la escena profesional siendo veinteañeros, van a tener tiempo para sí mismos. “No podías planear nada a largo plazo; tu futuro profesional no existe porque es el grupo”, constata. Él, de hecho, trabaja como arquitecto cuando se baja de los escenarios, y no niega que le habría gustado salir de España para completar sus estudios. “Ahora aprovecharé para hacer cosas que no había podido hacer”, elucubra. De momento, planea construirse un hogar con sus propias manos en algún lugar retirado en las montañas.
Estilo festivo y bailable
La esencia del rap son sus letras combativas, reivindicativas, inconformistas. LDS se ha hecho reconocible por un estilo propio muy festivo, bailable, en el que es posible encontrar reggae, rimas y solos de guitarra eléctrica conviviendo en armónico desorden, como también se llama su último disco, de 2022. Pero siendo esta frescura su marca de la casa, no han dejado nunca atrás el espíritu crítico. Han abordado la causa palestina, el rechazo al fascismo o la defensa de la independencia de Cataluña y Euskal Herria, entre otras cuestiones. Les brotan los versos en castellano, habitualmente, pero sin perder de vista su catalán natal.
Dicen que el diablo sabe más por viejo que por diablo, y este es uno de los mayores aprendizajes para Neidos: que los años les han enseñado a ser más diplomáticos para que sus mensajes tuvieran más calado. “Hay cierta madurez en cómo decir las cosas, en no ser tan panfletarios como al principio y buscar un poco más la poética; con recursos lingüísticos puedes conectar incluso mejor”, dice, y corona con un ejemplo. “En Cataluña tenemos la canción L’Estaca, de Lluís Llach, que dice que si tumbamos la estaca, nos podremos liberar”, apunta. La estaca es el fascismo, pero como en 1968, plena dictadura franquista, no se podía decir tal cual, el cantautor empleó una metáfora. “Todo el mundo lo entendió y fue una forma de proclamar algo que llegó mucho más lejos que si hubiera dicho putos fachas”, concluye.
La siguiente pregunta lógica es si ellos han sufrido represión, censura o autocensura a la hora de abordar según qué temas. Raperos como Valtónyc, huido de la justicia durante cinco años en Bruselas para evitar la prisión, o Pablo Hasél, que cumple una condena en Lleida por “enaltecimiento del terrorismo” por una decisión judicial que Amnistía Internacional consideró un golpe a la libertad de expresión, son ejemplos de que un mensaje incendiario puede llevar a prisión. “Nosotros hemos tenido suerte porque nuestra rama festiva es la que más ha llegado al público y a los medios, y nuestra vertiente más política ha pasado un poco de puntillas; hemos dicho lo que hemos querido”, reconoce. Así, en sus conciertos han podido poner a miles de personas a corear composiciones como Huele, que resume todo aquello en la sociedad que “huele a facha” para criticar el auge de la extrema derecha.
La salida de LDS no es la única en los últimos tiempos. Otras bandas con solera, como Los chikos del maíz y Los Mafalda, también han soltado los micros en el último año. A Neidos no le preocupa tanto el vacío que pueda dejar LDS particularmente, sino que no quede una buena representación de grupos que sigan apelando a mirar más allá. “Mi sensación es que no hay herencia, al menos, entre la música más reivindicativa dentro del rap”, lamenta. Neidos sí valora la escena local, pero no ve claro cómo se va a conseguir que esa cantera trascienda. “Cuando nosotros empezábamos, estaba muy claro: tenías el pop, que era lo mainstream, y todo el resto, que eran rock, rap, etc. Eran dos mundos que funcionaban paralelamente y no hacía falta que uno se comiera al otro porque no tenían los mismos públicos. Ahora solo existe lo que sería el pop de antes, que lo puedes llamar música urbana o lo que tú quieras, y no hay alternativa. No hay, por ejemplo, un rock radical vasco como antes”.
Lo que falla es, precisamente, lo más importante: el mensaje de fondo. “El mensaje de la música que lo peta ahora está totalmente preparado y plastificado para que lo consumas, te quedes con hambre y quieras más”, critica. Para el músico, es una involución en la escena musical porque cuando él estaba creciendo, recuerda, sí había alternativas. “¿Cómo va a crecer la gente que ahora empieza a escuchar música?”, se pregunta.
LDS ha tocado muchos temas durante su carrera, y si ahora tuviera que grabar otro disco y elegir sobre qué problema centrar sus letras, Neidos reconoce que no ve nada nuevo bajo el sol. “Quizá del problema de acceso a la vivienda, pero de eso ya hablamos. Llevamos empujando con estos temas 20 años, y no sé si seguimos igual o peor”. La clave, no ya en la música, sino en la vida, puede estar en dejar de fijarse en un solo árbol y dar un paso atrás para ver todo el bosque, reflexiona el músico. “Si comparas lo que pasa ahora, políticamente hablando, pero también a nivel de calle, con el 15-M y toda la época posterior, estamos abajo del todo. ¿Cuánto hace que no hay una huelga general en España?”, se pregunta. La última fue en 2012 y desde entonces el rapero no ve que haya un cuestionamiento generalizado del sistema. “Lo interesante sería analizar qué está pasando con la sociedad en general”, sentencia.
Han sido casi 20 años que han dejado en la memoria de los chicos de LDS la huella de infinidad de viajes, anécdotas y amistades imborrables. Entre sus mayores satisfacciones, Neidos menciona cómo su público se ha ido renovando y que en un concierto de 2024 podían ver las mismas caras que encontraban diez años atrás, pero también otras nuevas. “Ha sido bonito el proceso, y te hace pensar que, si el público sigue siendo joven, es que aún encaja lo que decimos, que aún estamos en esta sociedad, no en tu luna de artista. Es reconfortante”. Ese público, el mismo que está agotando las entradas para despedir a Neidos, Still Ill, Microbio, Acid Lemon y Ricky Hammond, quizá sea, después de todo, la esperanza que necesita el rap combativo heredero de Lágrimas de Sangre.