‘Indiana Jones y el gran círculo’: nuestro Indy está aquí, y no en las dos últimas películas | Babelia


Hay una mejora de personaje en Indiana Jones y el gran círculo, el maravilloso juego de MachineGames que pone el broche final a un año completísimo para el mundo de los videojuegos. Generalmente, cuando el Indy que manejamos en primera persona en el juego muere (bien porque algún nazi le dispare, bien porque algún enemigo le pegue una soberana paliza), vemos cómo la pantalla pasa a ser en blanco y negro y la cámara se desploma al suelo antes de que aparezca el sempiterno cartel de “has muerto”. Pues bien, con esta mejora, que se consigue al comprar uno de los libros que anabolizan a nuestro personaje, en vez de morir automáticamente podemos rebuscar por el suelo hasta encontrar nuestro sombrero. Si lo hacemos en los pocos segundos que el juego nos da, veremos cómo Indiana se levanta, se lo cala en la cabeza, sonríe de medio lado y recupera un poco de energía para volver a la lucha. Hemos ganado una segunda oportunidad.

Esta mecánica condensa perfectamente lo que El gran círculo es: por una parte un videojuego (al final, estamos ganando una vida extra), y por otra un artefacto narrativo, porque la pequeña secuencia con el sombrero condensa la atmósfera de la saga cinematográfica y la esencia del personaje. Y esa naturaleza dual es el gran triunfo de este juego, que cuando se anunció sorprendió (es osado crear un juego de aventuras al estilo Uncharted, pero en primera persona), pero que durante los últimos días ha conquistado a la crítica mundial. Con razón.

Un momento del juego.
Un momento del juego.

MachineGames (Wolfenstein) y Bethesda saben hacer videojuegos en primera persona. Pero lo sorprendente es lo que hila las secciones interactivas, la película que cuenta el juego; una aventura digna de la saga que, además, en sus cinemáticas alcanza una caligrafía visual no solo comparable a la de la serie creada por George Lucas y Steven Spielberg, sino directamente mejor que la que exhiben las dos últimas películas del arqueólogo interpretado por Harrison Ford. Las actuaciones de héroes y villanos, los tiros de cámara, los solidísimos diálogos, la intervención de los secundarios, la forma en que los planos muestran una acción principal y otras en segundo plano (ya sea Indy escondiéndose de forma cómica en San Pedro o asustado por una serpiente en una jaima egipcia), todo eso demuestra que la narración de El gran círculo está muy bien pensada, que la función como objeto casi fílmico del juego es esencial. Y esto, junto con el muy inteligente uso de la música del gran John Williams, hace que nos sintamos dentro del mejor artefacto del universo Indy desde hace más de 30 años.

Con todo, no es un juego perfecto. Las secciones centrales y largas (El Vaticano, las pirámides de Guiza, el área tailandesa de Sukhothai e Irak) son maravillosamente profundas, pero al juego se le puede reprochar, por anticlimáticas, las muy aceleradas secciones del Himalaya y Shangái (precisamente por su empeño en ser climáticas). Pero eso no merma el trabajo central, excelente en la aventura interactiva (los dosificados combates con armas y látigo, las secciones de exploración, los puzles) y extraordinario en la primera partícula semántica de este negociado: video juego.

Tampoco eran perfectas las películas originales, todo sea dicho. Pero tenían la mezcla perfecta de ingenuidad, caricatura, épica, carisma y acción para obrar el tipo de magia que convierte una película de aventuras en un clásico. El tipo de magia que, en otro formato y en otro siglo, sabe replicar a la perfección Indiana Jones y el gran círculo, un cierre perfecto para un año sorprendentemente bueno para el ocio digital.

Un momento del juego.
Un momento del juego.

Post scriptum: El artículo de los mejores videojuegos del año fue entregado antes de completar este análisis de El gran círculo. Lo suyo es indicar que seguramente habría entrado en ese desordenado Top 10 de 2024. Seguramente, también es lo suyo señalarlo, en lugar de Dragon’s Dogma 2. El de Capcom es un buen juego; pero Indy es mucho Indy.



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