Ni las letales advertencias del primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, ni las bíblicas amenazas de su ministro de Defensa, Israel Katz, parecen haber quebrado la determinación los hutíes de Yemen, aliados de Irán, de atacar al Estado judío por invadir la franja palestina de Gaza. Por segunda noche en dos días, un misil balístico Palestina 2 disparado por las milicias chiíes yemeníes ha impactado en la madrugada de este sábado en el área metropolitana de Tel Aviv, donde se concentra casi la mitad de los 10 millones de habitantes de Israel.
Al contrario de lo ocurrido el jueves, el cohete hipersónico no pudo ser interceptado por el escudo antimisiles del ejército y cayó en una zona verde de Jaffa, distrito del sur de Tel Aviv, cerca de una área residencial. Más de 20 personas, entre ella una niña de tres años, resultaron heridas, según informó el diario Haaretz, a causa de la onda expansiva, que reventó ventanas y provocó daños en decenas de casas. Entre los cientos de miles de civiles que tuvieron que dirigirse a la carrera en plena noche hacia los refugios antibombardeo, en medio del ulular de las sirenas, se registraron también numerosos contusionados.
Los hutíes controlan el 30% del territorio de Yemen, que concentra al 70% de la población, donde ha impuesto un régimen fundamentalista chií. En octubre de 2023 abrieron un “tercer frente de guerra” contra Israel, además del que ya tenían los israelíes en Gaza y Líbano. Tras la reciente caída del régimen de Bachar el Asad en Siria y el debilitamiento de Hezbolá en Líbano, a consecuencia de las operaciones militares israelíes de las últimas semanas, la milicia de Yemen se ha confirmado como el principal aliado militar activo del frente de rechazo de Irán contra Israel.
La aviación israelí atacó en la madrugada del jueves por primera vez Saná, la capital de Yemen, en una operación que causó nueve muertos, destruyó centrales de energía y dañó instalaciones portuarias en Hodeida y Salif, así como la planta de hidrocarburos de Rass Issa, situada también en la provincia occidental de Hodeida. Israel lanzó una inusual y contundente incursión 2.000 kilómetros al sur de su territorio, en la que participaron 14 cazabombarderos, junto con aeronaves espía y aviones nodriza de reaprovisionamiento de combustible en vuelo.
Simultáneamente, los restos de un misil balístico, disparado por los hutíes al detectar la ofensiva aérea israelí en marcha, cayeron de madrugada sobre una escuela del distrito de Ramat Efal, próximo al aeropuerto de Tel Aviv. El proyectil, también del tipo Palestina 2, fue interceptado por el escudo de defensa antimisiles israelí, según informó un portavoz castrense, pero la caída de algunas de sus grandes piezas causó la destrucción del colegio.
“Aprenderán por las buenas o por las malas que quien agrede a Israel paga un alto precio”, amenazó entonces Netanyahu. “Después de Hamás, Hezbolá y el régimen de El Asad en Siria, son el último brazo armado del eje del mal de Irán”, enfatizó el jefe de Gobierno israelí, para quien la operación se había llevado a cabo “en nombre de la comunidad internacional, en defensa de la libertad de navegación por el mar Rojo, perturbada por las acciones de hostigamiento de la milicia yemení. Katz, ministro de Defensa israelí, Israel Katz, también advirtió a los hutíes a través de la red X: “A quien levante la mano contra Israel se le cortará la mano; quien nos ataque, será atacado siete veces más fuerte”.
Desde hace 16 meses, la milicia chií yemení ha desencadenado ataques con más de 200 misiles y 170 drones contra Israel. Al mismo tiempo, ha lanzado acciones armadas contra un centenar de naves en el mar Rojo, una de las principales rutas comerciales del mundo, que han reducido en un 75% la circulación de buques mercantes en esa vía marítima. El despliegue de fuerzas navales en la región, sobre todo de Estados Unidos, y los bombardeos estadounidenses contra objetivos de los hutíes en Yemen han tratado de limitar el alcance de sus ataques.