Por alguna extraña razón, todos los españoles, incluso los que no escuchan jamás música clásica, se asoman cada año a la Sala Dorada de la Musikverein para escuchar a la Filarmónica de Viena. Es una tradición que no ha cambiado en décadas. Cada 1 de enero, por la mañana, se retransmite el fantástico concierto de Año Nuevo que tiene lugar en una de las mejores salas de música del mundo.
Pero no es la única cita viajera y musical del año. Cada vez hay más “turistas musicales”, que ponen el foco de sus escapadas en asistir a grandes conciertos o, simplemente, en conocer los mejores templos de la música clásica —o no clásica— del mundo. Estos son algunos de estos lugares a los que cualquier melómano soñará con viajar, unos más conocidos que otros.
Siete clásicos imprescindibles
Para comenzar, los más populares, las grandes salas de conciertos a los que cualquier gran amante de la música intentará viajar, al menos, una vez en la vida.
1. El corazón musical de Londres: The Royal Opera House
El compositor Georg Frederich Haendel, una de las figuras cumbre de la historia de la música, estrenó su obra en este teatro, en plena plaza londinense de Covent Garden. Y cada temporada, desde 1735 hasta 1759 (año de su muerte), repitió visita. En aquel entonces, la plaza no estaba como ahora: rodeada de tiendas, bares de moda y turistas de un lado para otro; sino que The Royal Opera House era un oasis en medio del bullicio de la ciudad. Además, el primer teatro de la ópera fue construido a comienzos del siglo XVIII, al que siguió un segundo y un tercero, el actual.
2. La Scala de Milán, el gran templo de la ópera mundial
Para muchos, este es el teatro más famoso del mundo. Desde 1778 aquí han estrenado sus obras los grandes entre los grandes: Verdi, Bellini, Rossini y Donizetti, entre otros. Dicen también que la clave de su magia está en el túnel excavado bajo el suelo de madera de la orquesta, que hace que su acústica roce la perfección. Una noche en la Scala es uno de esos planes que no solo los melómanos ponen en su lista de deseos.
3. Historias de fantasmas y de músicos en la Ópera de París
De todos los templos de la música, la Ópera Garnier, en la capital francesa, es la que acumula más capítulos emocionantes, incluyendo los acontecimientos de la novela El fantasma de la ópera de Gaston Leroux. Y eso es solo por dentro. Por fuera, presume de una espectacular fachada, llamativa incluso en París, llena de edificios destacables. Es una especie de merengue arquitectónico inaugurado en 1875 con toda la suntuosidad de la corte del Segundo Imperio conformada, entre otros, por Napoleón III y Eugenia de Montijo. Y, además, en 1962 Marc Chagall creó los frescos del techo de la Ópera, un detalle que le coloca también entre las grandes obras del siglo XX.
4. Un juego de dorados y espejos en la Ópera Real de Versalles
Sin salir de Francia y muy cerca de París, hay otro de los templos de la música clásica: la Ópera real del palacio de Versalles. El teatro está envuelto en dorados que se funden en el auditorio con el color azul de su telón y con los tonos pastel de las paredes, pintadas a semejanza del mármol. Todo aquí son artificios con un resultado espectacular, como el juego de espejos, que multiplican determinados puntos de su interior. El teatro fue creado en 1769 para celebrar la boda del Delfín de Francia, el futuro Luis XVI, con María Antonieta, los cuales disfrutaron aquí de muchas veladas de ópera. Hoy se celebran conciertos y eventos especiales.
5. La Ópera Estatal de Viena, el templo de Mozart
El escenario musical de Viena es la Musikverein, donde cada año se celebra el concierto de año nuevo, pero la ciudad es toda ella un teatro musical. Uno de los más bellos y famosos escenarios es la Ópera Estatal, que preside una amplia plaza en el centro de la ciudad y representa la elegancia del género operístico. Su primera representación, en 1869, fue la de Don Giovanni, de Mozart. En 1945 quedó parcialmente destruida por un bombardeo del bando aliado en la Segunda Guerra Mundial, pero la gran escalera logró sobrevivir. Tras la ocupación rusa, reabrió sus puertas con la representación de Fidelio de Beethoven, un canto a la libertad.
6. El Teatro di San Carlo en Nápoles, el más antiguo del mundo
Otro de los clásicos europeos imprescindibles es el San Carlo, recogido y envuelto en rojo y oro. Presume de ser el teatro en activo más antiguo del mundo y, junto con la Scala de Milán, uno de los más prestigiosos de Italia. Fue construido en 1737 —aunque el actual es una réplica del original, destruido en un incendio en 1816— y, desde entonces, es un emblema de la ciudad. Abriéndose paso en el caos urbano que es Nápoles, en este teatro presentó Rossini algunas de sus óperas.
7. El Bolshoi de Moscú, un superviviente nato
Y para concluir con los grandes escenarios clásicos, donde cada año se celebra el concierto de año nuevo, la ciudad es toda ella un teatro musical. Uno de los más bellos y famosos escenarios es la as del planeta. Esta ópera ha sobrevivido a los incendios, la guerra y la revolución rusa. Y allí sigue, con su espectacular fachada neoclásica y un interior increíble con sillas tapizadas en rojo, maderas nobles y un palco privado del zar que hoy se puede visitar. Una visita imprescindible para los amantes del ballet.
Grandes templos de la música en España
Sin salir de España, hay tres teatros clásicos que merecen un viaje y una visita: el Gran Teatro del Liceo de Barcelona, el Teatro Real de Madrid y el Teatro Principal de Mahón en Menorca.
El Liceo en Barcelona se conoce con este sencillo nombre y todo el mundo sabe a qué nos referimos. Situado en el corazón de las Ramblas, se inauguró en 1847 y durante casi dos siglos ha sido el lugar de encuentro del poder, la nobleza y la burguesía catalana. En 1994 fue arrasado por un incendio, pero reabrió sus puertas en 1999 y hoy es cita imprescindible.
Abriéndose hacia la Plaza de Oriente, está el Teatro Real en Madrid. Las obras de 1997 le dieron la última tecnología en cuanto a acústica y a escenografía, además de recuperar su lujosa decoración decimonónica.
Y el Teatro Principal de Mahón, en Menorca, aunque pocos los saben, es el teatro de ópera más antiguo de España. Fue construido por el arquitecto italiano Giovanni Palaggi en 1829 sobre la muralla derruida de la ciudad. Con forma de herradura, apenas se distingue encajado en el recoveco de una callejuela del centro de Mahón. Es una verdadera bombonera, muy bien rehabilitada.
Cuatro salas de conciertos contemporáneas
1. El diseño escandinavo de lujo en la Ópera de Oslo
No todos los grandes templos de la música clásica se remontan a siglos atrás. La deslumbrante Ópera de Oslo, inaugurada en 2008, se ha convertido en una de las obras maestras del diseño escandinavo y en el edificio más icónico de la capital noruega. Gracias a su diseño en mármol blanco, parece flotar como un iceberg a orillas del fiordo. Subir al tejado es una de las grandes experiencias ineludibles en Oslo: es un lugar magnífico para pasear, tumbarse, meditar, reír y tomarse fotos. Y dentro, triunfa la más avanzada tecnología: por ejemplo, cada asiento cuenta con una pantalla que ofrece subtítulos de la ópera se representa en ocho idiomas.
2. El Sydney Opera House, una obra maestra de la arquitectura
Algo más antigua que la de Oslo, pero también con aires modernos y acuáticos, la Ópera de Sídney, obra de Jorn Utzon, se inauguró en 1973 y rápidamente se convirtió en un emblema mundial de la arquitectura contemporánea debido a su silueta blanca que resalta el azul intenso del puerto. También destaca su forma de velas y conchas que evocan el entorno marino.
3. El Lincoln Center, en Nueva York, un gran recinto para la cultura
Este teatro, mítico hogar de la Metropolitan Opera, de la filarmónica de Nueva York y del Ballet de la ciudad —y de hasta 11 prestigiosas organizaciones artísticas más—, es un complejo de artes escénicas y un epicentro cultural en el que nacen las vanguardias. El nuevo Lincoln realmente no es tan nuevo: vio la luz en 1966 y se estrenó con la ópera Antonio y Cleopatra de Samuel Barber. El edificio, que fue renovado entre 2009 y 2010, presume de ser el auditorio, de su categoría, más grande del mundo con capacidad para casi 4.000 personas. Ser parte de un aforo completo es una experiencia inolvidable.
4. Una acústica extraordinaria en el Teatro Colón de Buenos Aires
Este imponente edificio de siete pisos es uno de los referentes urbanos de la capital argentina. Acoge los principales espectáculos de teatro ópera, ballet y música clásica de la ciudad. Terminado en 1908, su objetivo era competir con los grandes teatros europeos, pero cuenta con un indiscutible toque colonial. Su gran baza es su extraordinaria acústica y un aforo de hasta 3.000 espectadores. Lo más bello es su interior, así que, aunque no se pueda asistir a una función, al menos hay que apuntarse a un circuito guiado por las entrañas del edificio.
Nuevas propuestas para descubrir en 2025
Más allá de los clásicos y los grandes, el mundo está lleno de propuestas extraordinarias para los amantes de la música. Aquí ofrecemos nueve propuestas, menos conocidas, que merece la pena incluir en un plan de viaje el próximo año.
- El anfiteatro Hayden Homes en Bend, Estados Unidos. Un concierto de verano en el mayor patio de Bend es el sueño de cualquier melómano. Ubicado junto al río Deschutes, en el estado Oregón, es íntimo, pero espacioso. Hay que llevar una silla, beber una cerveza local, disfrutar de las furgonetas que venden comida y dejarse llevar por la música.
- El Rudolfinum, en Praga. Es otro de los grandes clásicos europeos en un país tan musical como es la República Checa. Diseñado en 1884 por los arquitectos Josef Schulz y Josef Zitek, está considerado uno de los mejores edificios neorrenacentista de la ciudad. Es la sede de la Orquesta Filarmónica Checa y acoge la fabulosa Sala Dvorak, el mejor auditorio para música clásica de Praga.
- De Barra’s Folk Club en Cork (Irlanda). Conocido como el “Carnegie Hall de Cork” es uno de los mejores lugares del país para escuchar música folk tradicional. Con fotografías, recortes de prensa, máscaras e instrumentos musicales en las paredes es un lugar perfecto para tomar una pinta perfectamente servida.
- El anfiteatro Dalhalla de Rattvik, en Suecia. Excavado en una antigua cantera de piedra caliza en medio del bosque, cerca de la ciudad de Rattvik, este lugar al aire libre goza de una acústica increíble. Su impresionante entorno es tan atractivo como los variados espectáculos de rock y ópera que acoge en verano.
- Hollywood bowl en Los Ángeles, Estados Unidos. Los veranos de la ciudad californiana no serían lo mismo sin las melodías al aire libre bajo las estrellas en el Bowl, un enorme estadio en Hollywood Hills. La programación anual, que suele ir de junio a septiembre, incluye sinfonías, bandas de jazz y grupos icónicos.
- La Ópera Real de Bombay, en la India. Encargada por el rey Jorge V y finalizada en 1916, la única ópera que queda en en el país asiático reabrió en la década de 1990 —exactamente un siglo después de haber cerrado— con una pompa espectacular. En el techo de este lugar emblemático de Chowpatty hay pintados retratos de músicos.
- El Forum Melbourne en Australia. Uno de los locales para música en directo más evocadores de la ciudad luce un sorprendente exterior morisco: una fantasía desmesurada de minaretes, cúpulas y dragones; y un interior igual de fascinante, con el cielo nocturno del hemisferio sur representado en el techo abovedado.
- El Teatro Municipal de Ciudad Ho Chi Minh en Vietnam. Construido en 1898 y conocido también como la Ópera de Saigón, este teatro es uno de los edificios más reconocibles de la ciudad vietnamita. La única manera de entrar y ver sus elegantes candelabros, estatuas de bronce y bellos suelos de granito es asistir a una representación.
- Y el Mansa Floating Hub en Mindelo, Cabo Verde. Pensado para resistir los efectos del cambio climático, este centro musical flotante consta de tres estructuras de madera sostenible unidas en forma de A. Diseñado por Kunle Adeyemi de la firma arquitectónica NLÉ, con sede en Ámsterdam, programa una lista rotativa de artistas.