Hace tan solo unos días concluía la Cumbre sobre el Clima de Naciones Unidas, COP29, donde por primera vez se dedicó una jornada a la digitalización como palanca fundamental para la descarbonización y la adaptación de la economía a esta nueva realidad. En este contexto, más de 1.000 líderes mundiales, entre administraciones, organismos y empresas, suscribimos una declaración conjunta para impulsar la acción climática mediante el uso de las tecnologías digitales y reducir su propio impacto.
La declaración, impulsada por la Unión Internacional de Telecomunicaciones (ITU) de Naciones Unidas, resalta la importancia de las tecnologías digitales para mitigar el cambio climático, facilitando la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) en diversos sectores económicos. Se destaca el uso de estos avances para mejorar la eficiencia energética, la monitorización del clima, y la respuesta y la preparación ante emergencias.
Ahora bien, ¿qué ayudaría a hacer exponencial el impacto positivo de la digitalización? Sin duda, no dejar a nadie atrás en el proceso; escalar soluciones digitales que aborden retos ambientales; y desplegar las infraestructuras más eficientes y de menores emisiones. Tras la COP, la industria de telecomunicaciones ha propuesto, de forma conjunta por primera vez, incluir las redes de comunicaciones electrónicas como actividad sostenible específica dentro de la Taxonomía de la UE, el marco por el cual se pueden canalizar inversiones hacia redes digitales verdes, asegurando que estas se alineen con los objetivos climáticos de Europa.
Las transiciones digital y verde deben ir de la mano, potenciarse. La digitalización no es solo un factor de desarrollo socioeconómico, sino también un elemento clave para que otros sectores inicien su camino hacia la descarbonización. De hecho, entidades como la propia Comisión Europea o el World Economic Forum indican que las tecnologías digitales pueden ayudar a reducir las emisiones mundiales GEI hasta 2030 desde un 15% en sectores industriales.
Por ejemplo, los servicios de conectividad móvil y banda ancha permiten hábitos más sostenibles como el teletrabajo, la formación a distancia, las videollamadas y el uso compartido de vehículos. Soluciones innovadoras para la industria y las ciudades, basadas en conectividad y tecnologías como inteligencia artificial (IA), Internet of Things (IoT), cloud y big data, favorecen la transformación digital y generan beneficios ambientales. Los servicios de IoT permiten un uso más eficiente de recursos como energía y agua; el big data mejora la planificación del tráfico y la calidad del aire; y con servicios basados en drones y conectividad, la respuesta ante incendios.
Sin embargo, es también prioritario que el sector digital realice su propia transición a un modelo sostenible. Más del 80% de los operadores de telecomunicaciones publican anualmente su impacto ambiental, y el 70% aspira a alcanzar cero emisiones netas como muy tarde en 2050. Telco europeas como Telefónica han fijado este objetivo para 2040. El compromiso sectorial, liderado GSMA y la ITU, es firme. Sin embargo, hay mucho por hacer en toda la cadena de valor. La IA puede acelerar la búsqueda de soluciones a la crisis climática, pero también conlleva riesgos de incrementos en el consumo energético o agua.
En cuanto a las infraestructuras de red, la eficiencia energética, las energías renovables y la circularidad son esenciales para que el sector reduzca su impacto ambiental. Se necesita mantener estable el consumo de energía pese al fuerte incremento de la digitalización y, por tanto, del tráfico de datos. Para ello, las redes de fibra óptica y el 5G, entre un 85-90% más eficientes en términos energéticos, resultan esenciales. España cuenta con las mejores infraestructuras de telecomunicaciones, una ventaja competitiva en la transición verde.
Las grandes compañías somos un tractor de la economía y del cambio necesario, y el sector digital lidera también esta transición. Como ejemplo, gracias al consumo de electricidad renovable de Telefónica en Brasil se han creado en el país más de 80 centrales solares, eólicas y minihidráulicas.
Hoy, el 100% del consumo eléctrico de la compañía procede de fuentes renovables en Europa, Brasil, Chile y Perú. Además, integramos en nuestros procesos la economía circular para utilizar menos recursos y evitar emisiones indirectas de carbono gracias al ecodiseño, la reutilización y el reciclaje.
Tenemos muchos desafíos por delante, pero si logramos más puentes entre la transición digital y la verde, lograremos acelerar el cumplimiento de los objetivos climáticos y ambientales, y la transición será más justa.
Maya Ormazabal es directora de Medio Ambiente y Derechos Humanos (ESG) de Telefónica.
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