Volkswagen ha alcanzado este viernes un acuerdo con el poderoso sindicato de la metalurgia IG Metall, tras más de 70 horas de negociaciones y jornadas de huelgas masivas, que implica dar marcha atrás a sus planes de cierre de alguna de sus fábricas en Alemania o llevar a cabo despidos forzosos. A cambio, el gigante automovilístico alemán eliminará 35.000 puestos de trabajo hasta 2030 de manera “socialmente responsable”. La plantilla de Volkswagen supera los 600.000 trabajadores en todo el mundo.
El jefe negociador de IG Metall, Thorsten Gröger, ha subrayado las “dolorosas contribuciones de los empleados”, aunque ha puesto en valor las “perspectivas” que el pacto crea para la plantilla. Según explicó Gröger en la rueda de prensa posterior a la reunión de este viernes, se trata de un acuerdo que pone fin a un “conflicto laboral sin precedentes para Volkswagen pese a las condiciones históricamente adversas”. Con dos líneas rojas que han logrado mantener los trabajadores: no cerrará ninguna fábrica y no habrá despidos masivos con carácter obligatorio.
La empresa con sede en Wolfsburgo se compromete a no prescindir a ningún empleado por razones operativas hasta, al menos, 2030. En otras palabras: no obligará a nadie a dejar su puesto de trabajo contra su voluntad, sino que promoverá su salida con incentivos monetarios a través de indemnizaciones o ayudando a encontrar trabajo en otras empresas o mediante jubilaciones. A cambio, los trabajadores renunciarán a aumentos salariales en los próximos años y se reducirán las primas.
“Hemos logrado encontrar una solución para los empleados de las plantas de Volkswagen que asegura los puestos de trabajo, salvaguarda los productos en las plantas y, al mismo tiempo, permite importantes inversiones en el futuro”, ha enfatizado Gröger. “Con ello demostramos, en contra de la corriente dominante en muchos consejos de administración, que las soluciones de futuro son posibles sin despidos masivos”.
“No se cerrará ningún centro, no se despedirá a nadie y nuestro convenio salarial de empresa estará garantizado a largo plazo. Con esta tríada, hemos logrado una solución sólida como una roca en las condiciones económicas más difíciles”, ha completado Daniela Cavallo, presidenta del comité de empresa de Volkswagen.
La dirección del gigante automotriz ha puesto énfasis, por su parte, en que ha conseguido alcanzar tres de sus metas: reducir los costes laborales, llevar los costes de desarrollo a un nivel competitivo y reducir el exceso de capacidad en las plantas alemanas. “Son decisiones difíciles, pero también marcan el rumbo para el futuro”, ha apuntado el jefe de Operaciones del grupo, Thomas Schäfer, en una rueda de prensa. “Esto sentará las bases para que Volkswagen se convierta en 2030 en el fabricante líder en volumen tecnológico, con un claro compromiso con Alemania como lugar empresarial”.
Hasta el final de la negociación, los principales puntos de discordia fueron los cierres de plantas, los despidos obligatorios y el recorte salarial del 10% que buscaban los ejecutivos del grupo automovilístico, al que, además de la propia Volkswagen, pertenecen otras marcas como Audi, Seat, Cupra o Skoda. La patronal insistió una y otra vez en que los resultados tenían que ser “sostenibles”, es decir, no limitarse a ahorrar dinero durante uno o dos años y rechazó los planes presentados en noviembre por IG Metall y el comité de empresa con el que pretendían ahorrar 1.500 millones de euros, por ejemplo, mediante una congelación salarial, limitada a dos años.
Los beneficios de Volkswagen llevan tiempo cayendo y la firma ha perdido terreno tanto en Europa como en China. Un retroceso, en gran medida por el avance del coche eléctrico, que ha llevado a la empresa a buscar una reducción considerable en sus costes de personal. En el caso concreto de Alemania, la actual subida salarial del 5,5% en la industria metalúrgica no se aplicará a sus empleados durante seis años. En su lugar, este dinero se utilizará para financiar la reducción de las horas en las fábricas con menos carga de trabajo.
El compromiso ha venido precedido de un auténtico maratón negociador. Según IG Metall, la ronda de negociaciones colectivas más larga jamás celebrada en Volkswagen. Las conversaciones ni siquiera duraron tanto en los años noventa, cuando el fabricante de automóviles estaba en números rojos y tuvo que reducir la jornada laboral a cuatro días semanales.