“Hemos visto de todo, pero algo así, una separación de familias así de clara, realizada de esta manera tan violenta, no lo recuerdo”, explica al teléfono Fulvia Conte, responsable de búsqueda y socorro de Médicos Sin Fronteras (MSF) en el Mediterráneo, desde la Geo Barents, el barco de la ONG que rescata migrantes en alta mar. Conte habla de un incidente ocurrido horas antes, a mediodía de este jueves, en aguas internacionales con hombres armados que estaban a bordo de una embarcación libia: denuncia que separaron a tiros a las familias de un centenar de migrantes que navegaban a la deriva en una lancha neumática a punto de hundirse. Con disparos al aire y golpes de culata, que hicieron lanzarse al agua a muchos de ellos, robaron los móviles y el dinero, subieron a bordo a mujeres y niños, y luego abandonaron a los hombres a su suerte, según denuncia MSF, que rescató luego a 83 adultos y menores de entre 14 y 17 años. Pero 25 mujeres y cuatro niños, uno de ellos menor de tres meses, fueron secuestrados y llevados a Libia, donde los migrantes sufren graves violaciones de derechos.
“[Los migrantes rescatados] están en estado de desesperación porque sus familiares han sido llevados a Libia”, explica Conte sobre las personas auxiliadas, que anoche viajaban rumbo a Crotone, el puerto asignado para el desembarco por las autoridades italianas. “Este comportamiento agresivo e irresponsable de una embarcación con hombres armados es inaceptable, pone en peligro la vida de muchas personas y separa núcleos familiares enteros”.
Este grave episodio vuelve a cuestionar el controvertido acuerdo entre Libia y la Unión Europea, firmado por Italia en 2017 para contener la inmigración irregular, por el que se financia la guardia costera libia para que se encargue de interceptar las embarcaciones de migrantes, sin importar muy bien cómo. La ONU y organizaciones de derechos humanos han denunciado torturas y condiciones de trato inhumanas en los centros de internamiento de migrantes en Libia.
En este caso, la lancha libia no tenía bandera ni señales de identificación y podía ser tanto de la guardia costera como de alguna de las milicias que operan en la zona, aunque muchas veces actúan de forma coordinada, dentro del caos del país africano. Desde luego, la nave de MSF acudió al lugar tras recibir una llamada de la guardia costera libia, que le advirtió que el bote de los náufragos se estaba hundiendo, según el relato de la ONG.
“En general, es sabido que hay milicias que actúan en total connivencia con la guardia costera libia, y que a veces incluso esas personas forman parte de ella, o a veces estas embarcaciones, sin ninguna identificación, se identifican como guardia costera”, explica Conte. Además, añade que poco después de este rescate, la Geo Barents fue rodeada por siete embarcaciones libias, entre ellas, la del incidente. Otra era una nave oficial de la guardia costera libia. “Donada por Italia, precisamente”, apunta esta portavoz. “Llevaba personas a bordo que claramente habían sido interceptadas poco tiempo antes, y las estaban llevando a Libia”. En teoría, según las normas internacionales, no podría hacerlo, porque Libia no es un país considerado seguro, y debería trasladarlas a Europa.
Los incidentes con la guardia costera libia y milicias afines “con interacciones ilegales” son muy frecuentes, según denuncia MSF. “En los últimos meses hemos tenido encuentros bastante brutales con la guardia costera: han intentado detener el rescate, capturar a las personas, nos han amenazado con dispararnos, han intentado abordar una de nuestras lanchas con hombres armados diciendo que la habrían llevado a Tripoli”.
En todo caso, subraya la organización, las autoridades italianas luego nunca ha actuado contra Libia, pero sí han retenido en puerto la nave de MSF y de otras ONG por supuestos incumplimientos de las estrictas normas de rescate, adoptadas hace dos años por el Gobierno ultraderechista de Giorgia Meloni para entorpecer y limitar los rescates. Por ejemplo, deben informar y pedir permiso antes de efectuar un salvamento; solo se les permite hacer uno cada vez, con el deber de volver luego a puerto, sin realizar ninguno más, y además, no pueden ir al muelle más cercano, sino al que le asignen, aunque esté en la otra punta de Italia.
Llamada de la guardia costera
En este caso, la organización humanitaria ha explicado que recibió una llamada por radio de la guardia costera libia, señalando el inminente hundimiento del bote neumático con hombres a bordo, y añadió que luego “habría podido embarcar a las mujeres y a los niños”. “Sin embargo, la embarcación con hombres armados que los tenía a bordo no ha seguido las instrucciones y nos ha impedido socorrerlos”, subraya la responsable de MSF.
“Cuando llegamos allí nos encontramos una situación alucinante”, explica. Había decenas de hombres en el agua, con una embarcación libia de hombres armados merodeando en los alrededores, con las mujeres y los niños a bordo. Las lanchas de MSF rescataron a quienes flotaban en el mar, “que vieron cómo sus mujeres, sus parejas y sus hijos eran deportadas a Libia ante sus propios ojos”.
Tras ser rescatadas, estas personas contaron que les habían amenazado con armas y disparado al aire, para obligar a las mujeres y los niños a subir a bordo. Con los tiros, muchas de las personas saltaron al agua. “Un hombre nos ha contado que han aparecido dos embarcaciones que han disparado al aire [una de ellas abandonó el lugar antes de que llegara el Geo Barents] y al agua, les cogieron todo el dinero que encontraron, y los móviles. La gente empezó a gritar, les golpearon con las culatas de los fusiles y luego, con la amenaza de las armas, cogieron solo a las mujeres y los niños. Cuando se llevaron a su mujer y a sus dos hijos y este hombre les dijo que iban juntos, lo echaron con la fuerza”, relata Conte.