El crecimiento del comercio en las dos últimas décadas ha permitido a la población acceder a alimentos más baratos, más variados y más ricos en nutrientes. Sin embargo, a la vez, ha abierto la puerta al consumo de más ultraprocesados, que en algunos países ha provocado problemas de obesidad y sobrepeso, según advierte la Agencia de Naciones Unidas para la Alimentación (FAO, por sus siglas en inglés) en el informe El estado de los mercados de productos básicos agrícolas de 2024.
En las últimas dos décadas, el comercio agrícola y alimentario ha aumentado considerablemente y quintuplicado su valor, que ha pasado de 400.000 millones de dólares en 2000 a 1,9 billones en 2022. “Ajustado al crecimiento de la población mundial, el comercio de alimentos pasó de proporcionar 930 kilocalorías per cápita al día en el año 2000, a 1.600 en 2021″, resume la investigación.
Según el informe, el aumento del comercio ha actuado como “acelerador de la transición nutricional”, un concepto estrechamente relacionado con el crecimiento económico y el desarrollo. “Si los países salen de la pobreza, y de ese modo sus ingresos aumentan, también cambian sus pautas alimentarias. En primer lugar, empiezan a comer más y también cambian la composición de su dieta. Por lo general, la proporción de alimentos básicos (cereales, trigo, maíz, arroz…) disminuye. Al mismo tiempo, habría más diversidad: más verduras, más alimentos de origen animal, más grasas y aceites. Vemos que esto es lo que ocurre en muchos países en desarrollo”, explica por videollamada Andrea Zimmermann, economista de la FAO y coautora del informe.
Esto puede mejorar la dieta, pero también dar lugar “a un aumento del consumo de alimentos procesados y ultraprocesados, incluidos aquellos que son ricos en grasas, azúcares o sal, asociados a un mayor riesgo de sobrepeso y obesidad”, advierten en el informe. Según datos de la FAO, un aumento del 10% de los ingresos se traduce en una subida del 11% de la demanda de importaciones de alimentos ultraprocesados, pero solo del 7% de la demanda de importaciones de alimentos no procesados y mínimamente procesados.
Este cambio general en la dieta ha provocado que la desnutrición en el mundo se haya reducido significativamente del 12,7% al 9,2% entre 2000 y 2022 y también haya disminuido el retraso del crecimiento en los niños menores de cinco años. Además, la diversidad de alimentos ha ayudado a la distribución más equitativa de nutrientes como la vitamina C, calcio o zinc.
Por otro lado, la obesidad en la población mundial adulta aumentó del 8,7% en 2000 al 15,8% en 2022. Ese aumento también se ha dado en países de rentas bajas y medias, y en aquellos que no han logrado atajar la desnutrición. En ellos, se da la paradoja de que coexisten en su población diversas formas de malnutrición, como la desnutrición y carencia de micronutrientes, pero también el sobrepeso y obesidad.
En términos generales, el comercio es beneficioso tanto para la seguridad alimentaria como para la nutrición en los países del Sur Global
George Rapsomanikis, coautor del informe SOCO 2024
Los niveles de obesidad más elevados del mundo se registran en los Pequeños Estados Insulares en Desarrollo (SIDS, por sus siglas en inglés) especialmente en la región del Pacífico. Por ejemplo, en 2022, la prevalencia de la obesidad en Samoa Americana era del 75,2%. Ese mismo año, en las Islas Cook, Nauru, Niue, Samoa, Tokelau y Tuvalu, superaba el 62%, explican desde la FAO. También ocurre en el Caribe: por ejemplo, en Saint Kitts y Nevis y Puerto Rico, la prevalencia de la obesidad en 2022 era del 45,6 y el 41,1%, respectivamente. “Pero, en términos generales, el comercio es beneficioso tanto para la seguridad alimentaria como para la nutrición en los países del Sur Global”, recuerda George Rapsomanikis, coautor del informe.
La prevalencia de la desnutrición en el mundo se redujo significativamente del 12,7% al 9,2% entre 2000 y 2022
En cuanto a la rápida globalización de los mercados alimentarios, el informe menciona que el comercio podría ser un factor de aumento de la desigualdad, especialmente en los países en los que el sector agrícola está formado por un gran número de agricultores pobres en recursos que no pueden competir a escala mundial. “La solución pasaría por aumentar la productividad de los pequeños agricultores.Hay muchos escenarios e instrumentos políticos para hacerlo. Como, por ejemplo, la contratación por parte de las industrias alimentarias locales, el sector local de procesamiento de alimentos, de unos 100-150 agricultores y ayudarles con insumos. Se llama agricultura por contrato. Hemos visto que esto genera resultados positivos, en países como Madagascar, pero tiene que planificarse con cuidado. Es mejor que se inicie como una asociación público-privada con el Gobierno”, resume Rapsomanikis.
La FAO incide en la importancia de que, como resumen los autores del informe, “las políticas comerciales sean coherentes con las medidas nutricionales”. “Esto es algo que ocurrió en Fiyi hace unos años. Bajaron los aranceles de importación de frutas y verduras que no se producen en la isla para promover dietas más sanas”, ejemplifican. Entre otras medidas positivas, destacan el etiquetado nutricional, como una medida comercial no arancelaria que puede ayudar a mejorar la nutrición, no solo disminuyendo el consumo sino proporcionando un incentivo a la industria alimentaria para reducir el azúcar o la grasa con el fin de evitar la etiqueta en su producto. También recomiendan que, cuando se firma un acuerdo comercial, las negociaciones sean abiertas y transparentes y que el país involucre a todas las partes interesadas, “Esto no solo afecta a la nutrición y la salud pública, sino también al medio ambiente”, advierte el coautor del informe. “Es difícil, pero hay gobiernos que ya lo hacen”.