Sostengo la teoría de que una vez me llamaron desde El hormiguero y me quedé sin ganar un buen dinero porque pensé era spam y colgué. El par de tonos de llamada en pantalla coincidieron con los que sonaron en mi salón y eso solo puede significar dos cosas: que soy idiota por perder semejante oportunidad y que ese día estaba viendo el programa de Antena 3. Pero esto no viene del rencor, lo prometo, sino de lo que he visto esta noche, mucho tiempo después de aquel día, en pantalla.
Se abrió el telón y salió Pablo Motos lanzando besos volados al público. “Si nos das una hora te devolvemos una sonrisa”, prometió. Eso es seguridad en uno mismo. Tras un anuncio salió Jorge Martín, que apareció felicísimo y con la actitud que mantuvo durante toda la entrevista, aplaudiéndose a sí mismo. Otro con la autoestima por las nubes.
Y empezó una conversación —es un decir— en la que era imposible no sacarle punta a todo. Por ejemplo, cuando al campeón de motociclismo lo recibieron con el manoseadísimo tema con el que celebran todo los señores, We Are the Champions de Queen, no puedo evitar pensar que hasta el “no time for losers” de Mercury iba con segundas y dirigido a los muchachos de la competencia. Qué sinvivir.
Cortes de mangas
Comenzó Pablo Motos diciendo: “Últimamente estás muy cotizado”. A lo que Martín respondió: “Estoy más cotizado que el bitcoin”. Y así siguió, tras este arranque vibrante, una retahíla de asuntos de interés propuestos por el presentador. Cómo se conduce llorando a 300 por hora, me han dicho que te fumaste unos puros ―comparó probar un habano por primera vez con chuparle el dedo a un mecánico—, también tu entorno comenta que eres hiperactivo, que no paras, que eres muy bromista. Hace poco le hiciste un corte de mangas a un rival y eso no está bien. “Pues mi madre ya ha hecho el sticker, lo manda a todos los lados”, respondió Martín. Buah, qué juerga.
Motos sabe perfectamente hasta dónde podrá estirar al invitado. Y conviene recordar que la última vez que el piloto visitó a las hormigas dijo aquello de “Marica el último”, cosa ante la que nadie reaccionó dentro de ese plató.
Por eso no extrañaron las respuestas de esta noche, que sucedieron más o menos tal que así: hay que ir a tope, a por ello, a morder, es “el momento que he soñado desde niño”, la clásica y no por ello menos necesaria mención a los sacrificios de los padres. Qué orgullo sacar la bandera de España, hace nada llevaba el pelo larguísimo hasta que me lo rapé y una vez llené el coche de Jorge Lorenzo de lonchas de queso.
Y por eso también el de Requena decidió darle una sorpresa al invitado, quizá para agradecerle el gesto de no tocarle las narices y también porque intuyó que en España tan poco hay tanto interés por saber lo que suda y llora un muchacho cuando va a 300 por hora. “Me han dicho que te gustó mucho un libro, Mundo amarillo, de Albert Espinosa”, dijo. Y antes de que Martín hilara una respuesta completa, apareció Espinosa, con sudadera amarilla con una frase que puede sonar maravillosa pero que a la España a la que pertenezco da pavor: “Cree en los sueños y ellos te crearán”.
Espinosa llegó, y como sabe vender libros y que el tiempo en prime time vale oro, le soltó un ejemplar firmado del libro que ya se ha leído por Martín y que tanto le gustó, el nuevo que tiene que se titula como la frase de la sudadera y aprovechó para decir que viene de la Feria del libro de Miami, que la obra se ha vendido en 20 países y que por tanto está más feliz que una perdiz. Esto último, como comprenderán, es una licencia, aunque no por ello suena inverosímil.
Mientras Espinosa nos contaba que es mucho mejor que un niño se muera de doce de la noche a las ocho de la mañana y que él estuvo hablando con un amigo durante ocho horas que, aunque estaba muerto sabe que le oía, a Jorge Martín se le puso una cara de susto que solo las hormigas pudieron remontar después. “Cree y crea, amigo, eres increíble”, le dijo Espinosa mientras le despedía con un abrazo y después de que toda España viera que en la pierna artificial de Espinosa había una pegatina con el 89 (dorsal de Jorge Martín) y otra vez el título de su nueva novela.
De no creer.