Un magistral Pedri recupera al Barcelona en la Champions | Fútbol | Deportes


Alrededor del exquisito Pedri, el Barcelona volvió a encontrar la pelota y ofreció un muy buen monólogo futbolístico ante el resistente y finalmente abatido Brest. Los azulgrana recuperaron la tensión competitiva perdida en los últimos partidos y solo les faltó la puntería de siempre para rubricar un triunfo todavía más generoso en su regreso a Montjuïc y a la Champions. Necesitaba ganar el Barça porque el equipo es tan ambicioso como tierno y se puede estropear fácilmente con el marcador en contra y por la tendencia cainita de un club que ahora se las tiene con la grada de animación, cerrada “sine die” por incumplir las obligaciones contraídas con el propio Barcelona.

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Iñaki Peña, Iñigo Martínez, Pau Cubarsí, Jules Koundé, Gerard Martín (Alejandro Balde, min. 77), Fermín López (Pablo Torre, min. 77), Dani Olmo (Gavi, min. 67), Raphinha, Pedri (Frenkie de Jong, min. 87), Marc Casadó y Robert Lewandowski

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Marco Bizot, Julien Le Cardinal, Massadio Haïdara, Kenny Lala, Brendan Chardonnet, Mahdi Camara (Romain Faivre, min. 68), Edimilson Fernandes (Jonas Martin, min. 77), Hugo Magnetti, Kamory Doumbia (Mathias Pereira Lage, min. 69), Ludovic Ajorque (Romain Del Castillo, min. 77) y Abdallah Sima (Mama Baldé, min. 58)

Goles
1-0 min. 9: Lewandowski. 2-0 min. 65: Dani Olmo. 3-0 min. 91: Lewandowski

Arbitro Irfan Peljto

Tarjetas amarillas
Lala (min. 23), Mahdi Camara (min. 62), Ludovic Ajorque (min. 73), Julien Le Cardinal (min. 80)

Los azulgrana se conectaron en sintonía con la arenga de Flick. El equipo fue de nuevo reconocible por su presión y ambición después de una caída del volumen del juego y de voltaje desde el derbi con el Espanyol. Actuó como una unidad, concentrado e intenso, preciso a la hora de tirar la línea de fuera del juego y enfocado sin descanso hacia el marco del hasta ayer invicto Brest. No se extrañó por un día a Lamine Yamal mientras Lewandowski continúa ampliando su cuenta goleadora: ya son 101 tantos en la Champions tras los dos anotados al Brest.

Aunque solo tocó a dos jugadores, Flick sorprendió con la alineación: Fermín sentó a Gavi después de estrenar titularidad en la Liga y mantuvo a Gerard Martín, el futbolista más señalado en Vigo. Los laterales son uno de los puntos débiles de la plantilla y se supone que el entrenador no quiere perder piezas en ausencia del frágil Balde. Tampoco tiene demasiadas alternativas para sustituir a Lamine. El juego pierde desequilibrio sin el extremo, sustituido posicionalmente por Fermín, y precisa por tanto de una mayor activación de Olmo, que recuperó su puesto natural de volante ofensivo después de quedar orillado en Balaídos al tiempo que Pedri se juntaba felizmente con Casadó.

La suerte azulgrana quedó a pies de la asociación formada por la habilidad del punzante Olmo y la clarividencia del calmo Pedri. Mucho menos sofisticado es el Brest, un equipo más básico y muy físico, siempre competitivo, incluso sin su figura Lees-Melou. Los franceses abrían el campo y atacaban por los costados con la referencia de Ajorque. El partido nació equilibrado hasta que muy pronto Bizot atropelló a Lewandowski cuando controlaba con el pecho un pase de Pedri. El polaco transformó el penalti concedido por el meta y sumó su gol 100 en la Champions. El ataque funcionaba mejor que la defensa en un bloque barcelonista más vulnerable sin la pelota ante el bravo Brest.

Las ocasiones, sin embargo, se empezaron a suceder poco a poco en el área francesa porque los azulgrana ganaron fluidez ofensiva con Raphinha, Koundé y Fermín, que no acertó a rematar después de sortear al portero, muy protegido por una defensa recia y fiera que no concedía el tiro de gracia después de ser sometida progresivamente por el ritmo del Barça. Volvían a ser los azulgrana un equipo compacto que únicamente echaba en falta la precisión para definir en situaciones de ventaja como en un cabezazo de Fermín rechazado por Bizot. Olmo no estaba fino, Fermín seguía chutando sin suerte y no cedía el Brest. El encuentro se convirtió en un ejercicio de perseverancia y paciencia manejado por el talento de Pedri. Los franceses achicaban su cancha y tapiaban la portería con tanta eficacia que desesperaban y negaban a los barcelonistas hasta el punto de que los disparos de Raphinha no cogían portería porque daban en Lewandowski. El segundo gol tardó mucho en llegar y no fue precisamente un arrebato colectivo sino una finísima jugada de Olmo, excelente en el control, el caño, el amago y la definición, después de recibir una exquisita pelota servida por Gerard Martín.

La rueda de cambios solo sirvió para aplaudir a Pedri, más cómodo como centrocampista que de media punta, y para pitar a De Jong, ahora mismo el futbolista más extraviado del ideario de Flick. La rechifla de la afición azulgrana, reducida por el griterio de 2.700 aficionados bretones, se calmó para dar paso a la ovación por el 3-0. El partido se acabó de la misma manera que empezó, con un gol de Lewandowski, para coronar una actuación colectiva que evidenció que el Barça de Flick tiene memoria: el Barça volvió a ser el Barça.



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