El Kremlin ha subido el nivel de su retórica contra el Gobierno laborista de Keir Starmer, apenas una semana después que Ucrania lanzara misiles británicos Storm Shadow contra territorio ruso. Moscú ha prohibido la entrada al país a una treintena de ministros, secretarios de Estado, diputados, militares y empresarios del Reino Unido.
El comunicado que anuncia el listado acusa a las autoridades británicas de una “incesante retórica agresiva anti-rusa”, y de la imposición “unilateral y sistemática de restricciones ilegítimas” contra Rusia, así como de “una política irreflexiva por parte del liderazgo de ese país [del Reino Unido] en apoyo del régimen neonazi de Kiev, que persigue intereses geopolíticos puramente egoístas y conduce a una prolongación sin sentido del conflicto ucranio”.
Entre los políticos laboristas a los que Moscú prohíbe la entrada se encuentran la ministra de Economía, Rachel Reeves; la viceprimera ministra y ministra de Vivienda, Angela Rayner; la del Interior, Yvette Cooper; la de Justicia, Shabana Mahmood; o el de Sanidad, Wes Streeting.
Moscú acusa al Gobierno de Starmer de llevar a cabo “políticas rusófobas”, pero a diferencia de su embajador en Londres, Andréi Kelin, que acusó la semana pasada al Reino Unido “de estar directamente implicado en esta guerra [la de Ucrania]”, el comunicado de este martes retrocede un poco en la acusación. Asegura que “el apoyo militar [británico] a las fuerzas armadas ucranias, que bordea la implicación directa del Reino Unido en el conflicto (…) indica una actitud de Londres dirigida hacia un enfrentamiento sistemático con Rusia”.
Acusaciones de espionaje
La decisión de imponer esas prohibiciones de viaje, simbólica por su agresividad pero con un efecto práctico nulo, se ha producido pocas horas después de que Moscú anunciara la expulsión de territorio ruso a un miembro de la embajada británica, acusado de espionaje. El Servicio Federal de Seguridad de la Federación Rusa (FSB) ha asegurado que el diplomático, al que se han dado dos semanas para que abandone el país ―y cuya foto ha circulado por los principales medios de comunicación rusos―, “proporcionó información falsa de manera intencionada cuando rellenó su solicitud de entrada en Rusia, infringiendo de ese modo la ley”.
El FSB acusa al diplomático de haber participado en “actividades de reconocimiento y subversivas, que suponían una amenaza para la seguridad del país”.
El embajador británico en Moscú, Nigel Casey, ha sido llamado a consultas por el Gobierno ruso.
Downing Street ha acusado a Putin de llevar a cabo “acusaciones maliciosas y carentes de base” contra el personal británico. El Kremlin ya había decidido, en agosto pasado, la expulsión de otros seis diplomáticos británicos, a los que también acusó de espionaje, como respuesta a las acusaciones de Londres contra las actividades ilegales del Gobierno ruso en territorio europeo.
“El Gobierno del Reino Unido no tiene el menor remordimiento a la hora de proteger sus intereses nacionales y responderá en el momento oportuno [a las medias anunciadas por el Kremlin]”, ha dicho un portavoz de Downing Street. “Nuestra embajada en Moscú seguirá desarrollando su importante tarea en Rusia para apoyar los intereses del Reino Unido”, ha añadido.