Cada nuevo retrato de Annie Leibovitz (Waterbury, Connecticut, 75 años) es esperado como si se tratara de la llegada de un bebé famoso. La obra de la artista estadounidense, considerada la fotógrafa viva más importante y mejor pagada del mundo, puede tardar nueve meses en gestarse y siempre genera enorme expectación —“¿Cómo será?” “¿Será bonito”?—. Las fotografías que ha hecho Leibovitz a los reyes Felipe VI y Letizia para la galería de efigies del Banco de España no han sido la excepción. Este lunes, tras nueve meses de espera, la institución enseñaba a unos 60 medios acreditados los retratos del Monarca y su esposa, bajo el embargo de no hacerlos públicos hasta este martes 26 de noviembre. El díptico se realizó el pasado 7 de febrero en el Palacio Real de Madrid.
Los Reyes, que han cumplido 20 años de matrimonio y 10 de reinado, suelen tener el control sobre su imagen en este tipo de proyectos. En este caso, al ser un encargo del Banco de España y no unos retratos oficiales, ha sido Leibovitz, cuyo temperamento es tan legendario como su trabajo, quien ha tomado todas las decisiones. “La artista contó con absoluta libertad, desde la elección del escenario hasta la indumentaria”, explicó Yolanda Romero Gómez, historiadora del arte y responsable de conservaduría y patrimonio del Banco de España, durante la multitudinaria presentación.
Leibovitz es famosa por capturar a grandes personajes en momentos íntimos e insólitos. Consiguió que John Lennon apareciera desnudo junto a Yoko Ono horas antes de ser asesinado; convenció a Demi Moore para que posara sin ropa y embarazada de siete meses; metió a Whoopi Goldberg en una bañera llena de leche; y captó a Mijaíl Gorbachov sentado dentro de un automóvil con los restos del muro de Berlín. En esta ocasión, optó por crear una escena formal y regia, sobria y protocolar, a la altura de sus excepcionales “modelos”.
Según la conservadora del Banco, la sesión fotográfica del 7 de febrero fue “larga e intensa”. “Duró casi cinco horas, desde las once de la mañana hasta las cinco de la tarde”, explicó. También fue una sesión íntima. El equipo estuvo formado por cinco personas, contando a la propia artista. “La fotógrafa quería que los Reyes fueran vestidos de gala”, apuntó Romero. Y los Reyes así lo hicieron. Felipe VI posó con el uniforme de gala de capitán general del Ejército de Tierra y con todos los elementos del retrato clásico: la mesa, la araña, el reloj, el espejo, una puerta abierta con cortinajes. La reina Letizia, en cambio, fue despojada de los elementos propios del retrato de aparato. No lleva diadema ni la tradicional banda de Carlos III. Leibovitz prefirió inmortalizarla como una estrella de la edad dorada de Hollywood, enfundada en un vestido negro confeccionado en tul de seda plisado y una capa fucsia, también de seda, ambos hechos por el modisto español Cristóbal Balenciaga a finales de los años cuarenta y sesenta, respectivamente. Las dos piezas fueron cedidas para la ocasión por la Fundació Antoni de Montpalau, una institución de Sabadell que atesora más de 6.000 vestidos, complementos, tejidos, dibujos, fotografías, objetos y documentos vinculados a la historia de la moda española.
Durante la sesión, la artista probó varios atuendos para el Rey, incluido un chaqué y un frac, pero al final se decantó por el uniforme militar. En el caso de la Reina, se hicieron pruebas con la diadema Flor de Lis, hecha por Ansorena, una de las favoritas de doña Letizia, y con la banda de San Carlos, pero finalmente la fotógrafa decidió que en la imagen definitiva no luciera esos atributos. Aunque no va coronada, sí lleva dos piezas de las llamadas joyas de pasar: el collar de chatones y los pendientes a juego, elaborados por Ansorena, regalo de Alfonso XIII a la reina Victoria Eugenia. La Reina no quiso prescindir de su anillo favorito, colocado en el dedo índice, una pieza de la firma italiana Coreterno que lleva grabada una frase de La divina comedia de Dante Alighieri: “El amor que mueve el sol y las otras estrellas”.
Leibovitz barajó diferentes espacios del Palacio Real, incluidos los jardines, pero finalmente se decantó por el Salón de Gasparini. La sala, realizada durante el reinado de Carlos III para sus audiencias privadas, es considerada como una de las más hermosas del Alcázar. En las fotografías se aprecia con lujo de detalles las grandes originalidades del tipo chinoiserie en estilo rococó de este envolvente salón: el suelo de mármoles, la bóveda de estuco, la colgadura bordada en seda e hilos de oro y plata y los muebles de maderas preciosas y bronce. El reloj astronómico estilo Luis XV detrás del Rey, conocido como El pastor, data de 1754. “Para la artista era el lugar más interesante de palacio. Y para nosotros este salón es significativo, ya que fue construido por Carlos III, en cuyo reinado se fundó el Banco de San Carlos, antecesor del Banco de España”, explicó Romero. Casualmente, Felipe VI tiene predilección por Carlos III, en particular por la era de progreso y modernidad que personificó (un retrato de ese antepasado preside su despacho en el palacio de la Zarzuela).
Los Reyes y Annie Leibovitz se conocen desde hace más de una década, lo que facilitó el trabajo y generó un ambiente distendido durante la sesión fotográfica. La artista recibió el Premio Príncipe de Asturias en 2013 y, desde entonces, deseaba retratarlos. Pero fue el Banco de España el que hizo este encargo, en 2023. La institución quería que se introdujera por primera vez el soporte fotográfico en su colección, y que la autoría de los retratos recayera en una artista extranjera, “para internacionalizar y dar más presencia femenina a los fondos”.
Annie Leibovitz estudió durante meses la colección del Banco, que comenzó a formarse en 1783, cuando la junta de accionistas del entonces Banco de San Carlos acordó encargar los retratos de los directores que estaban al frente del gobierno de la institución y de Carlos III, que había sancionado su creación. Actualmente, la colección cuenta con más de cien retratos, incluidos los de Carlos III, Carlos IV y María Luisa de Parma realizados en el taller de Mariano Salvador Maella; los de Carlos III, el marqués de Tolosa y el conde de Altamira, que forman parte del conjunto pictórico que se le encargó a Francisco de Goya; los de Amadeo de Saboya y Alfonso XII, hechos por Carlos Luis de Ribera; el de Alfonso XIII, de José Villegas y Cordero; y los de los reyes Juan Carlos I y Sofía, de Carmen Laffón. Leibovitz se interesó especialmente en estos últimos, también realizados en formato díptico.
“El resultado son unos retratos fotográficos, pero paradójicamente muy pictóricos: se han hecho sobre tela, no sobre papel fotográfico, lo que contribuye a esa sensación de estar ante una pintura”, señaló Yolanda Romero. “Sigue así la tradición del retrato institucional español, pero renovándolo. En su composición encontramos alusiones al Velázquez retratista de corte, que era capaz de crear la ilusión en el espectador de que está asistiendo a la escena, de que casi podría entrar en el cuadro. Una sensación que se refuerza por el tamaño de las imágenes y por la propia escenografía envolvente de la localización”, continuó la conservadora, que mencionó ciertos guiños a Las Meninas —la iluminación, que aparece por un lateral; la puerta al fondo abierta; la penumbra—, pero también a obras de artistas como Joaquín Sorolla y John Singer Sargent.
El Banco de España pagó 137.000 euros a la fotógrafa estadounidense por este trabajo. Según Romero, estos encargos tienen sentido no solo para seguir una tradición de más de 240 años de historia, sino también porque “el valor de esta galería iconográfica radica en su continuidad y también en el valor artístico que aporta cada una de sus incorporaciones”. Los mejores retratistas de cada periodo nutren la galería de efigies del Banco, desde Goya y Maella hasta Isabel Quintanilla y Carmen Laffón, pasando por Vicente López, Madrazo, Gutiérrez de la Vega, Zuloaga y Sorolla.
Los retratos, además de una tercera foto que Leibovitz realizó al exgobernador del Banco de España, Pablo Hernández de Cos, podrán ser vistos por el público desde este miércoles 27 de noviembre en el marco de la exposición La tiranía de Cronos, cuyo hilo conductor es la colección de relojes del Banco. La muestra invita a reflexionar sobre la noción del tiempo, “un bien preciado y escaso en la sociedad contemporánea”. Cuando concluya la exposición, el 29 de marzo de 2025, el díptico firmado por Leibovitz pasará a adornar la sala del consejo de gobierno del Banco, donde cuelgan los cuadros de los gobernadores de la institución.
¿Los Reyes están satisfechos con el resultado? “A ver, la fotografía…”, empezó a explicar la conservadora, cuando fue interrumpida por otra portavoz. “Yo creo que nosotros no tenemos que entrar en eso. Es una obra artística de una calidad indecible”, zanjó. Poco después, tras más de 20 minutos de preguntas incesantes de los periodistas, se dio por terminada la presentación. El tiempo, que es tirano, siempre tiene la última palabra.