Las plantas pueden sufrir el ataque de otros organismos, que se aprovechan de su savia o de sus hojas para alimentarse. Así ocurre con insectos como el pulgón o la mosca blanca, plagas habituales en los cultivos jardineros en España. A su vez, estos animales pueden ser portadores de enfermedades, y convertirse así en vectores que propagan microorganismos como bacterias o virus, generando un problema aún mayor. Cuando una gran parte de la alimentación humana está basada en grandes campos de cultivo monoespecíficos, la introducción de una nueva plaga proveniente de la otra punta del planeta puede significar la ruina para toda una región, al no contar con el depredador que sí puede albergar el país de origen de ese animal exótico. Por ello, investigar y controlar las plagas es vital para la propia salud del ser humano.
La Unión Europea desarrolla una legislación que actúa de barrera y frontera ante la importación de vegetales que puedan alojar alguno de esos indeseables animales que, introducidos en Europa, pueden causar quebrantos económicos, pero también culturales. Es el caso de la desaparición de miles de palmeras en los jardines de toda España, debido a la plaga del picudo rojo, un voraz escarabajo. Las plantas ornamentales tampoco se libran de este control. Elsa Wert (Madrid, 1980) es jefa de Sección Técnica de Sanidad Vegetal del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación. Ella se encarga de potenciar la estrategia europea para mejorar la sanidad vegetal en todos sus frentes, tanto en el ámbito legislativo como de prevención, entre otros, o desarrollando campañas como PlantHealth4Life, para concienciar sobre prácticas comunes en el entorno de la jardinería más recreativa, como es la importación de esquejes de lugares remotos.
PREGUNTA. ¿Hay alguna plaga del pasado que afectara especialmente a España?
RESPUESTA. La filoxera representa un buen ejemplo. Se trata de un insecto que se introdujo en Europa a mediados del siglo XIX desde Estados Unidos y que llegó a la Península hacia 1870, que arrasó con los viñedos europeos hasta mediados del siglo XX. Se tuvieron que arrancar cerca de cinco millones de hectáreas y cambió la forma de cultivar vid en Europa. Pero no es la única.
P. El problema no solo es la plaga, sino las enfermedades que estos animales pueden propagar.
R. Un buen ejemplo es el virus de la tristeza de los cítricos. Comienza en 1930 en Sudamérica y se va expandiendo por todo el mundo. A España llega en 1957, y su expansión dura hasta principios de los años 2000. Se pierden en este tiempo cerca de 100 millones de árboles, produciéndose el 40% de estas pérdidas aquí.
P. ¿Hay alguna plaga que ya esté establecida en otros países y que se mire con preocupación desde el nuestro?
R. En general, existe un amplio trabajo de vigilancia sobre aquellas plagas denominadas plagas de cuarentena, que son aquellas que no están presentes en el territorio de la Unión Europea, o, si lo están, no están ampliamente distribuidas. Pero que, por otro lado, existe la posibilidad de que se introduzcan, se establezcan o se propaguen y entonces tener un impacto económico, social y/o ambiental inaceptable. Además, dentro de esas plagas de cuarentena se ha elaborado una lista con las 20 consideradas más graves —las llamadas plagas prioritarias—, y sobre las que se pone especial foco en los programas de vigilancia. Algunas de estas plagas prioritarias, que han empezado a aparecer en países vecinos, y que se miran con preocupación desde España, son el escarabajo japonés (Popillia japonica) o el gusano cogollero del maíz (Spodoptera frugiperda). En el este de Estados Unidos, el escarabajo japonés está considerado como uno de los insectos más destructivos en campos de golf, céspedes, prados y pastizales, así como en plantas herbáceas y leñosas, de cultivo y ornamentales.
P. ¿Qué ocurre si una de estas plagas aparece en España?
R. Con el objetivo de poder actuar de manera eficaz, y dar una rápida respuesta en caso de que aparezca alguna de estas plagas en el territorio nacional, se cuenta con los Planes Nacionales de Contingencia, diseñados de manera específica para cada plaga. En ellos, se establecen las medidas que hay que tomar en caso de que se detecte alguno de estos organismos. Hasta la fecha, España cuenta con más de 30 planes, que abarcan tanto las 20 plagas prioritarias como otras de especial relevancia para nuestro país.
P. ¿Cómo se puede evitar la introducción de una plaga en este mundo tan globalizado?
R. La globalización del comercio internacional, junto con el cambio climático, han aumentado el riesgo y la aparición de plagas exóticas dentro de nuestras fronteras. Por ello, las acciones dirigidas a evitar estas introducciones se sustentan en cuatro pilares fundamentales: la prevención, el control, la trazabilidad y la concienciación ciudadana. Aunque nos parezca que, como ciudadanos y ciudadanas, la sanidad vegetal nos queda muy lejos, debemos ser conscientes del papel que tenemos para proteger nuestras plantas y ecosistemas frente a plagas y enfermedades. Son actos tan cotidianos como lo que traemos en nuestros equipajes cuando salimos de viaje, o cómo y dónde compramos las plantas que ponemos en nuestras casas, terrazas o jardines.
P. Muchas veces es difícil para un amante de las plantas viajar a otro país y no traer un esqueje…
R. Puede parecer difícil cuando no se conocen los riesgos que entraña traerse material vegetal de otros países. Debemos saber que está prohibido traerse plantas, flores, semillas, frutos… de países de fuera de la Unión Europea dentro de nuestras maletas. Porque, aunque nos parezca inofensivo este gesto, no sabemos qué organismo nocivo puede traer este material vegetal y, por lo tanto, el potencial daño que podría causar una vez dentro de nuestro país.
P. ¿Qué mensaje lanza la actual campaña europea de prevención de estos riesgos?
R. El mensaje que se está lanzando en el marco de la campaña #PlantHealth4Life, impulsada desde la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés), es que en vez de traerte ese esqueje en la maleta mejor esperes a volver de tu viaje, lo busques y lo compres aquí dentro de la Unión Europea, a un operador profesional. De esta manera se garantiza que ese material cumple con toda la normativa europea y viene libre de cualquier plaga de cuarentena.
P. ¿Europa ha exportado algún tipo de plaga a otros continentes?
R. Sí. Un ejemplo de introducción de una plaga desde Europa a Estados Unidos es el caso de Lymantria dispar, conocida aquí como lagarta peluda, pero allí como gypsy moth (polilla gitana). Es un lepidóptero que ataca a especies del género Quercus, como la encina o el alcornoque, provocando su defoliación, con la consecuente pérdida de cosecha de bellotas en el caso de las encinas, o afectando a la producción de corcho en los alcornoques. En Estados Unidos fue introducida de manera accidental por un naturalista francés en 1869, y desde entonces se ha extendido hasta Canadá, causando graves daños en las masas de quercíneas.
P. ¿Cuál sería el jardín ideal para una experta como usted?
R. Desde mi humilde punto de vista personal y profesional, mi apuesta siempre va a ser hacia un jardín autóctono, donde primen las especies nativas adaptadas al medio. La razón es simple: no solo nos aseguramos de que tenemos plantas adaptadas al clima y al suelo del entorno y, por lo tanto, las exigencias en agua y nutrientes van a ser bajas, sino que además se contribuye a respetar el medioambiente y a mantener la biodiversidad del medio.