La noticia empezaba a correr por los pasillos del Parlamento Europeo cuando Teresa Ribera apenas comenzaba su comparecencia en el Congreso: el Partido Popular Europeo estaba dispuesto a levantar el veto a la socialista española para que fuera vicepresidenta de la Comisión Europea. Tras días de convulsión, los populares españoles se quedaban solos dentro de su familia política en la Eurocámara. Habían logrado demorar la ratificación de Ribera una semana. También habían aliviado en parte la presión sobre su correligionario Carlos Mazón, el presidente valenciano, en la gestión de la dana. Pero poco más.
La escena no suena a nueva en Bruselas. El centro derecha español había vuelto a elegir las instituciones europeas como escenario de oposición a Pedro Sánchez y, de nuevo, la estrategia no acabó como esperaban. La lista de asuntos que la formación que dirige Alberto Núñez Feijoo ha llevado hasta las instituciones europeas —de la UE y el Consejo de Europa— con un final similar es larga. El intento de tumbar la candidatura de la todavía vicepresidenta tercera española, Teresa Ribera, para ser número dos de la próxima Comisión Europea ha sido el último eslabón de una cadena integrada a su vez por el plan de Recuperación, el nombramiento de Juan Carlos Campo para el Tribunal Constitucional, la renovación del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ), la amnistía a los encausados por el procés o las críticas a la candidatura de Nadia Calviño para presidir el Banco Europeo de Inversiones (BEI).
Candidatura de Ribera. En el último episodio de la lista, el de Ribera, que ha llevado a la imagen de soledad del PP dentro de su grupo, votando en contra o absteniéndose en el nombramiento del Colegio de comisarios la próxima semana. Se regocijaba sin embargo este sábado Feijóo en Caravaca de la Cruz (Región de Murcia). “A cambio de que voten a Ribera, él [Sánchez] ha tenido que votar a esos partidos y comisarios que consideraba de extrema derecha, él ha bajado la cabeza, nosotros hemos mantenido nuestros principios porque es una falta de respeto a los ciudadanos de la Comunidad Valenciana y al conjunto de los españoles”, subrayó.
En el gabinete del líder de los populares, tras el fiasco, dan ahora por sentado que Ribera “estaba hiperdesignada”, por mucho que se hayan empleado en el equipo de Feijóo para que el PP europeo, liderado por Manfred Weber, rechazase la candidatura de la todavía ministra. Y se contentan con el ruido generado. “Hemos amplificado el mensaje y hemos llevado a portadas a Ribera. Todo son ventajas que, cuando arrancamos esta partida, no teníamos. El desgaste político es sideral”, aseguran. Y destacan, como Feijóo este sábado, el logro de que el presidente haya tenido que tragar votando al candidato de la ultraderechista Georgia Meloni para salir del paso. “Sánchez no pondrá decir nunca nada de Vox después de esto”, alegan dichas fuentes. Ese es el mensaje esparcido entre los cargos como defensa después de quedarse solos en el Parlamento Europeo, aunque hay voces que reconocen que esa imagen no es nada buena para la formación en las instituciones comunitarias.
Plan de Recuperación. El Plan de Recuperación español ha sido objeto de críticas en la capital comunitaria por parte del PP español una y otra vez. El camino de ataques comenzó con Pablo Casado como presidente de los populares. Y ha continuado después al pasar el testigo a Feijóo, como pudo observarse, por ejemplo, en marzo de 2023. Entonces, el líder actual del PP llegó a Bruselas con duras críticas a la reforma de las pensiones, pieza clave para recibir buena parte de los 10.000 millones correspondientes al cuarto pago del plan. La medida contaba desde días antes con el visto bueno oficioso de la Comisión, cuando Feijóo se vio con el comisario de Economía, Paolo Gentiloni, y con la presidenta de la Comisión, Ursula von der Leyen. El popular no aclaró en su comparecencia si había tratado de cambiar la opinión del Ejecutivo comunitario. Pero ocurriera lo que ocurriese a puerta cerrada, la visión comunitaria no cambió y España recibió el cuarto pago.
El exministro Campo. Unos meses antes, el PP se había lanzado también contra el Gobierno por el nombramiento del exministro de Justicia Juan Carlos Campo. La jefa de la delegación popular española, Dolors Montserrat, envió una carta, firmada junto a Weber, en la que se hablaba “de violación de los continuados llamamientos de la UE a los Estados miembros para garantizar la independencia judicial”. La respuesta, en realidad, se sabía de antemano: el comisario de Justicia, el belga Didier Reynders, había dicho ya que no era una situación anómala. En su país de origen, es preceptivo que tres de los 12 miembros de órgano parejo tengan experiencia política.
Consejo General del Poder Judicial. Vinculado a la justicia se encuentra el capítulo de la renovación del CGPJ, lograda en junio pasado tras más de cinco años de bloqueo y con la mediación de la Comisión. La iniciativa de llevar la negociación a Bruselas partió de los populares. Luego el Ejecutivo recogió el guante. Sobre el papel, en Bruselas siempre se ha visto con buenos ojos darle más papel a los jueces en la renovación de su órgano de gobierno, condición de los populares impuesta en los últimos meses para levantar el bloqueo. Pero la Comisión llevaba años pidiendo que, ante el deterioro de la situación, debía renovarse primero el CGPJ y, después, abordar la reforma. Y ese finalmente fue el resultado, a diferencia de lo que exigió el PP. Está por ver aún cuándo se abordará la reforma, que precisa antes de un informe del propio Consejo.
Amnistía. Al respecto de la amnistía a los encausados por el procés, el Senado español, donde el PP tiene mayoría absoluta, pidió a la Comisión de Venecia —órgano dependiente del Consejo de Europa— un informe sobre la medida de gracia y su constitucionalidad. El texto respaldó el objetivo de la amnistía, aunque puso algunas pegas sobre el proceso de tramitación de urgencia y la exigua mayoría con que fue aprobada. El resultado puede verse casi como salomónico, pero desbarató la estrategia popular de choque frontal en la arena internacional por la norma. En cualquier caso, no está todo dicho aún, pues está por ver si la Comisión abre algún expediente y, sobre todo, conocer la opinión del Tribunal de Justicia de la Unión Europea. Será el momento de saber definitivamente si Feijoo también ha tropezado en este asunto o se apunta un tanto.
Toda esta estrategia del PP de exportar asuntos domésticos levanta críticas entre otras fuerzas políticas, principalmente en el lado progresista. “España es un país importante de la UE, pero no puede ser que los duros debates políticos internos de España acaben siempre en el Parlamento Europeo. Ya lo hemos visto con Pegasus, lo vemos cada vez con Venezuela y ahora con Valencia, el debate del pleno fue indigno”, lamentaba esta semana la eurodiputada alemana de Los Verdes Hannah Neuman. En esa dirección señala la italiana Valentina Palmisano, del Movimiento 5 Estrellas, integrada en La Izquierda: “Sí, fue, digamos, un mal episodio [en referencia al boqueo de Teresa Ribera], porque la institución europea debería andar con sus propias piernas, debería tener sus propias reglas específicas, y no puede atascarse por cuestiones nacionales”.
Otras críticas parecidas se oyen procedentes de parlamentarios españoles. Iratxe García, portavoz del PSOE, quien además es presidenta de los socialdemócratas europeos en la Eurocámara, ha declarado esta semana sobre la ratificación de Ribera —y del enviado de Giorgia Meloni, Raffaelle Fitto— que era “una victoria para Europa y una derrota para el PP español”. Pero los reproches también han llegado de la parlamentaria del PNV, Oihane Agirregoitia, integrada en la familia liberal europea: “El PP español se ha equivocado en el qué, en el cómo y en el dónde. Ha actuado de forma interesada y partidista en contra de los intereses europeos y diría que también de los valencianos”, ha apuntado la eurodiputada vasca sobre lo acaecido en torno a Teresa Ribera. En la misma línea apunta el valenciano de Compromís Vicent Marzà, integrado en el grupo de Los Verdes: “El PP está tratando de tapar en Europa la vergüenza de Mazón. No es capaz ni de convencer a sus socios. Muestra la debilidad del propio Feijoo con esto”.