Destartalado el club en lo económico —cerró la temporada con unas pérdidas de 16,7 millones para ampliar la deuda a unos 85 millones—, desgobernada la entidad porque su presidente no hace acto de presencia, sino que se atornilla en China; y empobrecido el equipo después de pasar tres ventanas de mercado sin hacer contratación alguna (acaso cesiones sin rédito), por más que en el curso anterior lograra un sufrido ascenso, al aficionado del Espanyol no le queda más remedio que activar la memoria. Y evocar a tiempos pretéritos, cuando la cantera levantó el dedo para vitaminar al club. Lo mismo sucede ahora, pues un tercio de la plantilla es de la casa y cinco jóvenes —Joan García, Omar El Hilali, Pol Lozano y sobre todo Jofre y Puado— son lo mejor de la temporada, jugadores que sienten el escudo y tratan mejor que el resto a la pelota, señal de identidad que se ha lustrado y potenciado desde dentro —con Fran Garagarza en la dirección deportiva y Manolo González en el banquillo— porque ante la premura la cantera ofrece la respuesta, quizá la solución.
Ya sucedió en etapas igualmente delicadas, como en 1997, cuando Paco Flores alumbró a La Quinta de la Intertoto. Una generación que reverberó entre las penurias, pues el club aguardaba al técnico Marcelo Bielsa y estaba todo por hacer, entonces equipo plagado de jugadores que subían del filial —sin vacaciones apenas porque habían peleado por el ascenso a Segunda—, amén de los descartes del primer equipo, veteranos y otros que volvían de cesión. Pero Flores apostó por los niños, por la cantera. “Es algo de lo que estaba convencido desde que fui jugador del fútbol base, que con gente de la casa se podía llegar al fin del mundo. Y me quedé corto porque había más jugadores que merecían haber estado con el equipo”, resuelve ahora el extécnico. Tamudo, Sergio González, De Lucas, Soldevilla, Argensó, Pedro Nieto y Joan Capdevila fueron algunos de los chicos de oro que recuperaron el pulso del equipo, campeón un par de años después de la Copa del Rey.
El siguiente laurel blanquiazul, la Copa de 2006, también se explica desde la cantera, pues salió la generación nacida a inicios en los 80, camada que también llegó a disputar la final de la Copa de la UEFA en 2007 con Valverde en el banquillo. “En el Espanyol siempre aparecen buenos jugadores, pero parece que solo salen cuando hay necesidad porque muchas veces se mira fuera. En ocasiones es frustrante ver que en el fútbol base te equiparas con el Barça y cuando llegas al primer equipo ellos se consolidan y nosotros no”, señala Moisés Hurtado, uno de esos canteranos que mezcló con éxito con Jarque, Corominas, Chica, David García, Lopo… Y, aunque hubo otra generación en medio que hizo viable a la entidad con los traspasos, entonces con Quique Sánchez Flores en el banquillo, vendidos Marc Roca (Bayern), Aaron (Mainz), Marc Navarro (Watford) y Melendo, el exmediocentro —que también fue técnico en las inferiores del Espanyol—, se refiere a la actualidad: “Ahora parece que se cuidan las cesiones, como ocurrió con Puado y Jofre, para dar el paso del filial al primer equipo, lo que da sus frutos porque hay cierta estabilidad en el equipo y el área deportiva y el entrenador apuestan por la cantera”, añade. “Gran parte del éxito es darles confianza y partidos”, remata.
Esa fue la convicción de Garagarza desde que llegó al club en julio de 2023: trató de implantar un plan estratégico que pasaba por recuperar la cantera ante la falta de liquidez y la ausencia de fichajes. “Debíamos marcar un modelo de club y pensar en qué estilo de juego queríamos, qué perfil de jugadores podíamos sacar, qué líneas de sucesión tendríamos”, explica el director deportivo; “pero debemos mejorar la metodología, conceptos, exigencia… Y acelerar los procesos en los jugadores para que estén más cerca del primer equipo”. Garagarza ha creado el departamento de cesiones —seguimiento estricto para foguearlos y valorar su futura incorporación al equipo—; y también estrenó el departamento de mejora individual apoyado en el Big data, a la vez que se buscan alianzas en el territorio y con clubes de formación. “Aunque se han dado pasos”, concede; “no podemos decir que hayamos recuperado la salud; todavía estamos en el hospital”.
Pero el trabajo en las inferiores es vigorizante. “Una de las identidades del Espanyol es la cantera y la idiosincrasia del club explica que siempre ha dado rendimiento. Crea activos, que pueden llegar al primer equipo o que pueden venderse para generar ingresos al club”, aclara Garagarza, que desde que llegó ya suma más de 50 renovaciones, la última: la de Jofre hasta 2029. “La renovación es retener talento. Uno de los grandes problemas de nuestra cantera es que hay otras con más capacidad y te tocan a los jugadores. Para evitar las salidas a otros sitios donde cobran más, los chicos tienen que ver cómo son nuestras apuestas y que lo que proyectemos sea real. Debemos ir también a un modelo formativo, de estudios, seguimiento a las familias…”, cuenta el director deportivo.
Instalado en la zona de descenso y con el Girona —ahora el segundo club más fuerte de Cataluña— a la vuelta de la esquina, el Espanyol sabe que puede contar con su cantera, por más que el contexto no sea el ideal. “Puede ser que se esté generando otra gran generación. Se verá con el tiempo. Pero ese es el camino que nunca debió dejar el equipo. No es todo tan difícil. A la gente joven, si se le da oportunidades, responde”, reflexiona Flores. “El club está mal en lo económico y la clasificación no es buena, pero los jugadores están aguantando el tipo. Y sé que por abajo vienen muchos más”, agrega Hurtado. Ya han asomado la pata Bauzà y Justin, y piden paso otros como Carvalho y Mingo. “Cuando la situación no es la mejor, la cantera siempre responde, pero hay que dar pasos firmes, atrevernos y creer”, aclara Garagarza. Los niños piden paso.