Cuenta José Manuel Paredes (Madrid, 47 años) que la primera vez que llamó a un conocido periodista para hablarle de los problemas de ruido que generaban entre los vecinos los conciertos en el Santiago Bernabéu, las risas de este se oyeron incluso con más fuerza que la música de Karol G o Taylor Swift. O algunas de las protagonistas de los 18 conciertos que han tenido lugar en el recinto antes de que, el pasado 13 de septiembre, el club suspendiera los conciertos por seis meses. Paredes, experto en comunicación y gestión de crisis con más de dos décadas de experiencia en grandes corporaciones como Price Waterhouse o Llorente y Cuenca, decidió involucrarse en la Asociación Perjudicados por el Bernabéu la noche de junio en que su hijo de 12 años salió casi llorando de su habitación, incapaz de poder hacer sus deberes. Aquella noche, en la que actuaba Duki, “temblaban las paredes”, recuerda este gestor.
Una de sus mellizas de nueve años ya le había contado que, en la tarde previa a otro concierto, durante la prueba de sonido, su clase en el colegio San Agustín, situado a escasos metros del estadio, se había puesto a bailar ante el estupor del profesor. Paredes creía que podía echar una mano con los contactos que había atesorado en los medios durante su larga experiencia profesional. “He trabajado para los malos. Me sé el manual de instrucciones. Tras la primera asamblea les dije a los que estaban desde el principio que podía echar una mano con la estrategia. Ahora puedo decirte que este es casi el mejor trabajo de mi carrera, y probono [sin cobrar honorarios], solo por mi barrio y por mi familia, que no es poco”, afirma Paredes sentado en una terraza en la calle del Padre Damián, con el nuevo Bernabéu a su espalda.
Cuando se unió al movimiento, este ya había intentado, con escaso éxito, abrir la comunicación con el club y con el Ayuntamiento. Salir en los medios ni se consideraba. Solo había habido un encuentro con Emilio Butragueño, jefe de relaciones institucionales, quien, con las majores maneras, les pidió paciencia y comprensión: el Real Madrid debía competir con clubes financiados por Estados del Golfo, como el Manchester City o el Paris Saint-Germain. Otra posterior reunión con la concejala del distrito tampoco aportó demasiado a las quejas de los vecinos, afirman estos. “Me molestaron su soberbia y su arrogancia, la idea de que debiéramos estar agradecidos de tener en nuestro barrio lo que se veía como la Torre Eiffel de Madrid. Ante su opacidad, decidí que nuestra estrategia debía ser la de la transparencia total”, recuerda.
Aquella primera llamada a un periodista fue seguida de varias chanzas en su grupo de amigos (“¿Qué? ¿Haciendo la revolución con los viejitos del barrio?”). Eso no impidió que Paredes se pusiera manos a la obra. Llamó a las más relevantes cabeceras españolas (el 26 de mayo EL PAÍS publicó la primera pieza sobre el tema) y luego hizo lo mismo con la prensa internacional. Tardó tres meses en conseguir que Sam Jones, corresponsal de The Guardian en Madrid, le hiciera caso y le acompañara en un tour por las casas de los vecinos para comprobar en primera persona lo insoportable del ruido. El 25 de julio aparecía en su periódico el artículo que se hacía eco de las quejas vecinales. Tardó tres meses más en lograr aparecer en The New York Times. El final del concierto de Romeo Santos, en septiembre, le pilló acompañando a un periodista italiano que no terminaba de ver el problema con el ruido, hasta que se abrieron las puertas, salió el público y alguien le vomitó en los zapatos. “Nos subestimaron. No creo que el PP esperara la respuesta del barrio. Después de todo, es el distrito en el que más votos sacan [casi un 70% en las últimas municipales]. Tuvimos acceso a sus argumentarios, que decían que las protestas eran cosa de personas venidas de fuera del barrio, infiltrados y gente de izquierdas. En su esquema no entra que si tú me fastidias la vida yo voy a responderte, por muy del PP o del Real Madrid que sea. No contaban con que socios de despachos importantes, ingenieros y demás nos íbamos a unir para denunciar esto, que no iban a ser dos señoras con el bolso y el abrigo en una esquina. En España no hay tradición de agrupaciones de este tipo tan profesionalizadas”.
Admite Paredes que hay miembros de la asociación que prefieren mantener el anonimato, pues temen algún tipo de represalia. “Creo que es un miedo más percibido que real”, matiza. “Procede de la idea de que no te puedes posicionar contra los poderes fácticos porque tiene consecuencias, sobre todo si la empresa en que trabajas tiene negocios con una derivada del Madrid o con ACS. Es más una sensación que una realidad”.
Este gestor de crisis resalta el trabajo del departamento legal de la asociación, que ha logrado, desde su punto de vista, forzar al club a frenar, de momento, los conciertos (“El Real Madrid seguirá trabajando de cara a que durante los conciertos se den las condiciones precisas en la producción y emisión de sonido que permitan celebrar conciertos en nuestro estadio”, rezaba el escueto comunicado de la institución deportiva). También, la labor de su presidente (Enrique Martínez de Azagra) y el de la persona que lleva la cuenta en X de @RuidoBernabeu. “Ese se come cada una… Nos odian todos. Desde un aparte de los seguidores del Madrid hasta gente que espera que nos den por saco, simplemente porque se supone que somos ricos, cuando, la verdad, los realmente ricos son los fondos de inversión metidos en este proyecto o el mismo club. Y mira que aquí casi todos somos del Madrid, yo incluido. A todo esto follón, sumamos ahora los fans de algunos de los artistas que han tenido que cancelar sus conciertos. Los más beligerantes son los del K Pop (el 12 de octubre debía celebrarse un evento de pop coreano en el estadio)”, apunta Paredes.
Hace unos meses tuvo que enfrentarse a una nueva e imprevista amenaza. Para atajarla tuvo que servirse de otro conocimiento adquirido en su trayectoria profesional. “He trabajado para inmobiliarias muy gordas. Entonces, cuando se filtró un estudio que decía que los precios de los pisos de la zona iban a subir un 30% gracias a los conciertos, intervine. Vi el estudio y lo consideré insuficiente. Desde la asociación, lo atajamos como pudimos, pero ya se había filtrado a varios medios, los dos que el club siempre usa, y eso propició un ataque por parte de algunas inmobiliarias con el fin de tratar de convencer a los vecinos más vulnerables de vender sus pisos. Son este tipo de cosas las que hacen que esta agrupación funcione, no es solo una cuestión de contactos; es, sobre todo, experiencia y conocimiento”, apunta. Y ante la pregunta de qué va a pasar con todo esto cuando en marzo se cumplan los seis meses de parón, Paredes se encoge de hombros y acude de nuevo al conocimiento profesional de algunos de sus compañeros de asociación. “No sé, tenemos varios ingenieros aquí y opinan que esto no se puede insonorizar. Se trató de dar conciertos con la cubierta puesta y resultó que no se oía dentro del recinto y, en cambio, fuera se oía mucho más. Me dicen que, como está ahora el estadio, es imposible que se haga otro concierto”.