Horas clave en la negociación para desbloquear la formación de la nueva Comisión Europea. Tras la presión de varios líderes europeos, que tienen pendientes de aprobación a sus comisarios, los grupos políticos se afanan para negociar un acuerdo que todos puedan vender como una victoria. El Partido Popular Europeo (PPE), que mantiene bloqueada la evaluación a la española Teresa Ribera, propuesta como número dos del Ejecutivo comunitario con una potente vicepresidencia verde, insiste en que los socialdemócratas aprueben a Raffaele Fitto, el candidato de la ultraderechista italiana Giorgia Meloni, y a Oliver Varhelyi, aliado del nacionalpopulista Viktor Orbán, aseguran fuentes populares. Los socialistas debaten ahora en reuniones internas si pueden aceptar lo que hasta ahora era una línea roja a cambio de que Ribera, el gran contrapeso socialdemócrata en una Comisión muy derechizada, salga adelante.
La semana pasada, fuentes del Gobierno de Pedro Sánchez cerraban totalmente la puerta a que los eurodiputados socialdemócratas españoles votaran a Fitto. Insistían en que eso no forma parte del acuerdo de las grandes familias políticas europeas que se selló en julio, y que, por tanto, no les compromete. Pero ahora la puerta ya no parece tan cerrada, porque lo más relevante políticamente es lograr que Ribera sea vicepresidenta y arruinar así la estrategia del líder del PP, Alberto Núñez Feijóo, para intentar arruinar la candidatura de la que se puede convertir en la política española con más poder en la Comisión Europea desde que España entró en la UE. Sánchez está negociando este asunto en Brasil, en los pasillos del G-20, con la presidenta del Ejecutivo comunitario, Ursula von der Leyen, que también está teniendo conversaciones con otros líderes europeos, presentes o no en la cumbre, sobre todo con los del PPE.
A la espera de la comparecencia de Sánchez, la portavoz del Gobierno, Pilar Alegría, evitó en La Moncloa descartar el apoyo a Fitto. Pese a que hubo hasta cuatro preguntas directas, Alegría no quiso aclarar si los socialdemócratas españoles votarán a Fitto, porque la cuestión está en plena negociación. Pero el hecho de que no rechazara la idea implica que la puerta no está cerrada. Alegría insistió en una frase preparada: “Estamos trabajando para que se cumpla lo que se acordó entre las grandes familias el pasado julio”. Lo que no está claro, porque fue un acuerdo verbal, es si ese pacto incluía o no votar a Fitto, que fue incorporado después por Von der Leyen tras un acuerdo con Giorgia Meloni.
Sánchez parece no estar cerrado ya al voto a Fitto. Pero sí se considera más difícil que los socialdemócratas apoyen también al comisario húngaro, representante de un Gobierno aún más ultra que el italiano. Alegría cargó contra el PP. “No estaríamos en esto si el PP no estuviera intentando dinamitar ese pacto de julio. Son estrategias de vuelo bajo entre las familias de Europa. Quien tiene que dar explicaciones por su irresponsabilidad es Feijóo. Está proyectando su frustración y falta de liderazgo dentro y fuera de España. Lo que están haciendo es zarandear el corazón de Europa, la estabilidad de sus instituciones, algo que no había pasado nunca. Por favor, responsabilidad. Ribera es la mejor candidata. Seguimos trabajando en el gran acuerdo al que ya llegamos en julio las tres grandes familias europeas”, ha insistido la ministra, pero sin aclarar si ese pacto, en su interpretación, incluye a Fitto o no.
Fuentes de varios grupos políticos confían en que el acuerdo empiece a tomar forma este martes y se remate el miércoles, cuando los presidentes de las formaciones políticas en la Eurocámara tienen una reunión en Bruselas. Después, las comisiones parlamentarias podrían proceder a evaluar a los seis vicepresidentes pendientes (entre ellos, Ribera y Fitto) y al comisario húngaro.
“No podemos tener un Ejecutivo comunitario sin comisario italiano y húngaro”, remarcan fuentes del PPE. “Si los socialdemócratas les avalan sale todo el paquete”, continúan las mismas fuentes. En el grupo que dirige el bávaro Manfred Weber argumentan que algunas voces de la familia política, los polacos, tampoco están demasiado satisfechos con el apoyo popular a Fitto, del mismo grupo en la Eurocámara —los Reformistas y Conservadores Europeos (ECR)— que sus rivales polacos. Y lo mismo sucede con el húngaro Varhelyi. Su argumento es que los socialdemócratas y los liberales tienen que compartir la carga.
Cordón sanitario
Los socialdemócratas, que remarcan la importancia de mantener el cordón sanitario contra la ultraderecha que el PPE ya ha roto varias veces, argumentan que el italiano Fitto no formaba parte del acuerdo inicial entre las tres familias políticas —socialistas, populares y liberales— que, a nivel de líderes, cocinaron los acuerdos para los altos cargos de la UE. Sobre Varhelyi, designado por Von der Leyen como comisario de Salud y Bienestar animal, argumentan que un comisario de un Gobierno nacionalpopulista no puede llevar, aunque sea de manera colateral, temas que involucren, por ejemplo, la salud reproductiva de las mujeres.
Fuentes parlamentarias apuntan que la cuestión Varhelyi se podría resolver con una carta de la presidenta de la Comisión a la presidenta de la Eurocámara, Roberta Metsola, y a los presidentes de los grupos políticos, que precise cuáles son las atribuciones del húngaro.
El requisito de que la ministra española de Transición Ecológica comparezca en el Congreso para dar explicaciones sobre la gestión de la dana —prevista para el miércoles— y se comprometa allí a dimitir si avanza contra ella algún tipo de procedimiento judicial, como habían reclamado los populares europeos, se mantiene, pero ha pasado a un segundo plano. “Todo se puede solucionar si se levantan los vetos cruzados”, argumentan fuentes del PPE.
Compromiso de políticas sociales
Mientras, los socialdemócratas quieren poner sobre la mesa una fórmula de acuerdo político de coalición con el PPE y los liberales —la plataforma original que pactó el reparto de altos cargos en la mesa de los líderes y posponer las votaciones de los comisarios para votarlas como un todo— que recoja un compromiso para avanzar en una serie de políticas sociales durante esta legislatura. Algo a lo que el PPE se niega.
Ya se intentó en julio, para tratar de apuntalar la mayoría que apoyó finalmente la segunda legislatura de la conservadora Von der Leyen, pero descabalgó por el rechazo de los populares, que tienen suficiente peso para poder elegir y no quieren renunciar a la geometría variable y buscan tener las manos libres para pactar también políticas con los ultraconservadores de la Eurocámara —fundamentalmente ECR, la familia política de Meloni y de Fitto—.
Mientras las negociaciones se suceden, cada vez más voces advierten del riesgo que puede tener un bloqueo, así como del malestar general que está provocando que la pelea política nacional española —con el PP que busca el rechazo total a Ribera pase lo que pase— llegue con esta fuerza al terreno comunitario y que la polarización de fuerzas se haya asentado en la Eurocámara.
“Durante años esperábamos que las decisiones de la UE estuvieran animadas por el debate entre las fuerzas políticas, también para aumentar la conciencia de los ciudadanos sobre las grandes cuestiones en juego”, han dicho los ex primeros ministros italianos Romano Prodi y Mario Monti. “Cuando se lleva a cabo con seriedad y rigor, la votación del Parlamento Europeo sobre los candidatos a comisarios son un componente esencial de este proceso democrático. Sin embargo, si se convierte en una forma de descargar cuentas entre partidos en Europa, tanto la política como Europa perderán credibilidad en este momento, con los enormes desafíos que la UE tiene que afrontar en este momento”, han asegurado Monti y Prodi en una nota en la que remarcan que confían en que tanto Fitto como Ribera, “candidatos cualificados”, salgan adelante.