El paso de la rambla del Poyo junto a las localidades de L’Horta Sud de Valencia se considera crítico por el riesgo de inundación en al menos una docena de estudios y proyectos de distintas administraciones desde finales de los 90. La riada de octubre del año 2000 que desbordó este barranco y el del Pozalet —pocos kilómetros al norte— impulsó a las autoridades a desarrollar planes para mitigar los efectos de las crecidas. Se proyectaron obras para evitar nuevas inundaciones en Paiporta, Torrent o Aldaia, las poblaciones más afectadas por la dana del pasado 29 de octubre, pero nunca se llevaron a cabo.
Los trabajos “hubieran aliviado los efectos sobre la zona afectada y la riada podría haber causado un 30% menos de daños materiales”, estima Ramiro Martínez Costa, ingeniero de caminos que redactó uno de los primeros planes, en 2006. Más expertos, entre ellos el decano de los ingenieros de Valencia, creen que esas obras habrían salvado muchas vidas.
Martínez Costa avisa: “Aunque se hubiera ejecutado totalmente el plan previsto, no hubiéramos evitado del todo la catástrofe. Es un suceso totalmente extraordinario”. Como hemos analizado en EL PAÍS, la magnitud de la lluvia y las riadas superó las previsiones más excepcionales. Los problemas en el sistema de alerta, además, evitaron que la población tuviera a tiempo toda la información necesaria para protegerse.
Tres obras clave en dos barrancos
El siguiente mapa muestra los puntos más relevantes del proyecto redactado en 2011 a petición de la Confederación Hidrográfica del Júcar (CHJ, por sus siglas, dependiente del Ministerio para la Transición Ecológica) y basado a su vez en el estudio de Martínez Costa. En su mayoría recibieron el visto bueno del ministerio en 2011, pero se quedaron pendientes de licitación y ejecución.
La solución integral para la rambla del Poyo contemplaba actuaciones desde su nacimiento cerca de Chiva hasta la desembocadura en el Mediterráneo. La propuesta se acabó troceando para que cada parte tuviese vida administrativa propia. En resumen, las obras del mapa superior se pueden dividir en tres partes.
1. Paiporta: desvío parcial del cauce en la ‘zona cero’
Uno de los trabajos se centraba en la que ha sido la zona cero de la riada de este año. Planteaba una vía verde de dos kilómetros que canalizaría parte de las aguas de El Poyo hacia el río Turia antes de su paso por Paiporta.
En los 20 kilómetros anteriores el barranco tiene un caudal máximo de entre 1.500 y 1.420 m3/s (con un período de retorno a 500 años: los caudales superiores a un periodo de retorno de 500 años solo deberían ocurrir una vez cada medio milenio, en promedio, a lo largo de la historia).
Pero en Paiporta, el cauce real de esta rambla se estrechaba hasta unos 800 m3/2, “lo que se traduce en un elevado riesgo de inundaciones para las poblaciones existentes aguas abajo de dicho punto”, según se lee en el proyecto de la obra.
Por eso se planteaba un desvío para llevar 700 m3/s hacia el río Turia, que tiene un cauce mucho más amplio, con un período de retorno a 500 años de más de 4.000 m3/s. El documento de las obras acertó con la previsión del riesgo, pero la riada del pasado 29 de octubre desbordó sus cálculos: por Paiporta pasaron al menos 3.600 m3/s de agua.
Esta solución sin embargo “se encuentra descartada” al entrar en colisión con la ley de protección de la huerta (aprobada en 2018 para proteger 11.000 hectáreas de suelo agrícola), como recoge una memoria descriptiva encargada por la CHJ y publicada en marzo de 2024. Se busca en ella otra alternativa, y se llega a la siguiente adecuación ambiental.
2. Agrandar el cauce del Poyo antes de que llegue a los pueblos
Río arriba con respecto a Paiporta, el Poyo cruza por debajo de la autopista AP-7 y se estrecha tanto que acaba en una acequia abierta en ángulo recto hace décadas. Un giro artificial que apenas tiene cabida para unos 120 m3/s, un punto problemático que se inunda a las primeras de cambio. La propuesta de proyecto de 2011 preveía aumentar esa capacidad hasta los 750 m3/s.
Esta solución estaba en marcha en 2024 (al menos hasta la catástrofe de octubre) y proponía una adecuación ambiental, es decir, devolverle su aspecto natural, y aumentar su cauce actual a 300 m3/s “para limitar el caudal de llegada a la zona urbana de Paiporta”.
Una vez más, lo que pasó el 29 de octubre superó las previsiones: pasaron por aquí al menos 2.800 m3/s, según estima la CHJ, que cuenta con un medidor cuatro kilómetros cauce arriba.
3. La vía verde de Aldaia
La riada del año 2000 activó las alarmas también en el Pozalet y La Saleta, dos barrancos que se mezclan y desaparecen en varios puntos cerca de Aldaia. Aquí había quedado patente que los polígonos industriales de la zona y el ferrocarril se verían afectados por la riada con el cauce actual.
La solución propuesta era una vía verde que encauzara el barranco del Pozalet antes de que cruzara la A-3, creando además una zona preparada para ser inundada en caso de riadas. Cerca de las primeras casas de Aldaia y Alaquàs se canalizarían las aguas a un gran tubo subterráneo a través del polígono industrial de la zona norte de Aldaia. El último paso era una vía verde de 3,6 kilómetros hasta el Turia. Actualmente, el proyecto está redactado y a la espera de la finalización de la tramitación ambiental.
Por el barranco del Pozalet antes de su paso por Aldaia pasaron el 29 de octubre al menos 318 m3/s, es decir por encima del nuevo cauce propuesto, previsto para encauzar las aguas hasta el nivel que se pensaba alcanzaría una vez en 500 años: 240 m3/s. Ese nivel de agua provocado por la dana llegó hasta el tramo previo a la zona urbana, donde actualmente el cauce admite menos de 100 m3/s.
Cauces que desbordan desde siempre
La región afectada por las últimas inundaciones es parte del Pla de Quart (antiguamente se denominaba así la comarca entera). A esta zona llana afluyen de forma natural los barrancos, pero aquí sus cauces pierden la continuidad y el agua no tiene una salida definida: inunda todo el Pla y al llegar al otro extremo se desagua por otros barrancos. ”Es una zona paradigmática para todo el Mediterráneo”, apunta el investigador Sergio Salazar, que centró su tesis doctoral en este lugar. “El problema es que ahora está casi todo urbanizado: hay viviendas, polígonos y carreteras que fragmentaron el discurrir del agua en una zona, donde pasan Poyo y Pozalet, que desde siempre se sabía que era un punto caliente”, añade.
Por eso las riadas en sí no sorprenden: en toda el área del bajo Turia hay al menos 99 inundaciones históricas registradas. Solo entre Poyo y Pozalet hay al menos 66, y 10 de ellas acaecidas desde el 2000, como informó Javier Ferrer, entonces director técnico de la Confederación Hidrogáfica del Júcar, en una conferencia pública en 2021. Denunció, en aquella ocasión, que los “recurrentes” problemas en la zona estaban parados por “falta de disponibilidad presupuestaria y problemas ambientales”
Incluso antes de la riada del 2000, la CHJ había planeado y ejecutado alguna obra puntual, como el encauzamiento del Poyo en su zona final, desde la pista de Silla hasta la Albufera y otros trabajos parecidos en la cuenca que no superaron la fase de impacto ambiental: eran obras muy “duras”, de ingeniería antigua, justo en un momento en que se estaba virando hacia nuevos proyectos como los que hemos mencionados arriba, centrados en la “resiliencia” de las infraestructuras y en que se adaptaran al entorno.
La Generalitat, por su parte, empezaba a trazar las primeras normativas modernas de uso de suelo en zonas de peligrosidad de inundación basadas en cartografía: inició en 2003 un plan regional, denominado Patricova, que pretendía poner freno a los desarrollos urbanísticos en suelos que se sabían inundables.
La riada de comienzos de siglo fue un gran impulso: alcanzó cotas de lluvia y desbordamientos superiores a los registrados y sirvió para recalibrar en ciertos puntos los períodos de retorno de 500 o 1.000 años.
Es en ese contexto que la CHJ difundió el citado análisis de 2006, pero entonces llegó la paralización nacional de proyectos por la Gran Recesión de 2008. “Y después no ha habido suficiente preocupación de las administraciones para proseguir con este proyecto” expone Ramiro, el consultor que participó en el Patricova y que ideó la solución integral allá por 2006. “Las pequeñas cosas que se han ido haciendo no han cuajado en la ejecución de ninguna de las partes de la solución”, añade.
Las soluciones mostradas en los mapas de arriba llegaron en 2011 a la Secretaría de Estado de Cambio Climático (dirigida entonces por Teresa Ribera), que formuló la declaración de impacto ambiental favorable. Además, en 2015, la Generalitat revisó su estudio de zonas inundables, el Patricova, donde continuó calificando como “prioridad alta” el diseño del encauzamiento de la rambla del Poyo, como otras tres decenas de proyectos en la provincia de Valencia.
Pero en 2018 la declaración de impacto ambiental caducó, al no haberse iniciado el proyecto. Y la mencionada ley de protección de la huerta de 2018 chocó con la solución del desvío del Poyo hacia el Turia.
En 2024 la Generalitat ha pedido la tramitación de un estudio de Integración Paisajística para, tras obtener el visto bueno de la Confederación, aprobar el proyecto y licitación de las obras. Se recuperarán gran parte de las soluciones planteadas en aquel estudio encargado en 2006: “Se tramitará en breve”, apuntaban esta semana desde el Ministerio de Transisción Ecológica y Reto Demográfico.