Es uno de los misiles que Disney lanza a las carteleras navideñas de todo el mundo: Mufasa: el rey león se estrena el 20 de diciembre y esta nueva creación de la saga de El rey león (es la quinta película, además de una serie de televisión, una docena de videojuegos y un famosísimo musical) está en manos de Barry Jenkins (Miami, 44 años), alguien cuya obra ha navegado, hasta este momento, muy alejada del mundo Disney. “No es la primera oferta que recibo para liderar una superproducción, pero sí la primera que me atrajo, con la que sentí que podía aportar algo personal”, explica en Madrid tras una proyección de 39 de los minutos del filme.
Y si el título que inició la leyenda fue el filme más político de Disney, Mufasa: el rey león no parece quedarse atrás en cuanto a enviar un mensaje claro acerca de cuidar a los migrantes, de gobernar para el pueblo y solo para él, y cuando un león líder de una manada suelta: “El engaño está al servicio de los grandes reyes”, hay quien en el público pensará en Donald Trump, nombre que Jenkins regatea mencionar a lo largo de la entrevista. “Mi cine nunca ha sido político, otra cosa es lo que cuente soterradamente”, sostiene Jenkins.
El cineasta no cree en un cine político. “Al menos no quiero que el mío lo sea, no hablo de política, aunque sí que se toquen temas sociales reseñables como políticos”, apostilla. “Y yo no puedo controlar ni preocuparme por lo que piense el público. Tampoco puedo adelantar mucho de lo que aún no se ha visto del filme [donde aparece un león blanco, Kiros, un depredador que entiende que la mejor defensa es el ataque]. En la vida hay numerosos aspectos que pueden considerarse políticos, y cuando construyes una historia como este drama, cuando dibujas interrelaciones entre personajes, por supuesto que habrá resonancias sociales y políticas”.
Mufasa: el rey león nace de la línea Disney de recrear sus clásicos de animación con ordenador. Pero la visión animada digital del filme original ya se realizó en 2019; a Jenkins le ha tocado la precuela, contar cómo se conocieron todos los personajes, especialmente Mufasa, un cachorro de león separado de su familia por una inundación, y Taka, otro cachorro llamado a liderar una manada. Con el tiempo, Taka se convertirá en Scar, y sí, ambos felinos no son hermanos de sangre, sino de aventuras y desvelos. Es decir, Mufasa es migrante, adoptado por la madre de Taka para gran enfado del padre, y ha llegado a esa manada tras cruzar un río grande, como un espalda mojada: sobrevivirá por la amabilidad de los extraños. Si eso lo ve Trump… “Cada uno ve cosas distintas. Porque empezamos este proyecto hace cuatro años. Arrancamos con un presidente y estrenamos con otro. Lo mismo me pasó con Moonlight. Estuvimos tres años con su producción y justo se estrenó en un cambio presidencial”, reflexiona. Y prosigue: “Como narrador no puedes pensar en lo temporal. Me encanta esa cita de no sé quién que dice: ‘Debes escribir como si te estuvieras muriendo, como si tus padres se estuvieran muriendo, como si todos se estuvieran muriendo’. Si no, las películas no tienen sentido”.
Llegado ese momento, el cineasta respira y apostilla: “Lo vas a entender mejor así. En todos mis filmes el agua es importante. Y aquí hemos sustituido el fuego del primer El rey león por agua. Yo me empeñé en el desbordamiento del embalse del inicio. Digamos que es una huella personal. De repente, aterrizo aquí en Madrid, después de que hayáis sufrido unas terribles inundaciones en Valencia, y Mufasa tiene un eco distinto”.
Con todo, Jenkins, impecable, de traje y corbata, ahonda en que Mufasa habla, en tiempos convulsos de bulos y liderazgos personalistas, “de cómo criar a los niños y las diferencias entre dos críos educados de la manera que harán que uno sea líder y el otro, no”. “Más aún, cómo las formas en las que interactuamos nos moldean. Con suerte para bien. ¿Cómo alguien acaba siendo el que es? Cuidado, no respondo a esa pregunta, solo muestro el viaje”.
Jenkins vivió uno de los momentos más delirantes de la historia de los Oscar cuando los productores de La La Land (la ciudad de las estrellas) descubrieron que estaban agradeciendo la estatuilla principal y en realidad no les pertenecía. A los dos presentadores, Warren Beatty y Faye Dunaway, del último galardón de la gala de los premios de Hollywood de 2017 les habían entregado un sobre erróneo, y leyeron por lo tanto el título que no correspondía: había ganado Moonlight, el segundo largo de su director. La carrera de Jenkins, que esa noche ya se había llevado el trofeo a mejor guion adaptado, salió catapultada. Aquel chaval de un barrio arrasado por las drogas de Miami, que creció en familias de amigos, había llegado a lo más alto. Después llegaron El blues de Beale Street (2018) y la serie El ferrocarril subterráneo (2021). “Necesitaba un cambio, y Disney me lo ofreció”, resume.
El cineasta aduce que ese giro viene acompañado de una menor presión, que en Mufasa no ha sentido el peso del pasado. “Sabía que los fans de El rey león son muy intensos [y él mismo lo ha sufrido en redes sociales], pero también entendí que era una oportunidad de hacer algo único. Y que tenía que seguir mi instinto, no los debates en internet. La presión que sentí con El ferrocarril subterráneo procedía de que no hay muchas series de televisión que hablen de la lucha de los esclavos afroamericanos. Y por lo tanto debía de estar a la altura del reto y no defraudar a mis ancestros ni estropear la oportunidad que me estaban brindando. Esa es una presión distinta”, apunta Jenkins, fan de El rey león de 1994. “Sé que he exagerado un poco con la cantidad de veces que la he visto. En realidad, solo han sido 55. La última hace unos tres meses, porque me interesaba aprehender lo que cuentan que no se ve, el uso de las caras para narrar”.
En realidad, como cineasta, atraviesa un campo nuevo para él: no está de promoción publicitando una película, respondiendo a por qué ha hecho elecciones artísticas, sino que recorre el mundo afrontando cuestiones más agresivas: los porqués ya no son amables. Incluso desde fans de su obra, que solo esperan que haga muchas otras películas con el dinero que ha ganado con esta. “He hecho lo que he querido. Disney vino a por mí y me permitió trabajar con el guionista, aportar mis ideas a la narración. También confío en todo mi equipo, los que me han acompañado en mi carrera: mi montadora, mi director de fotografía, mi director de arte… Todos están en Mufasa: el rey león”, responde, haciendo 100% suyo el filme. ¿Por qué los grandes estudios han reclutado tanto cineasta-autor para sus superproducciones en los últimos tiempos? Ahí están Ryan Coogler, Lee Isaac Chung, Greta Gerwig o Chloé Zhao. “No soy una major, no sé la respuesta, aunque puedo intuirla. Yo hablé de esto con Ryan y Chloé, y creo que nos contratan porque quieren más drama, algo diferente. Acepté esta propuesta porque sentí que podía aportar algo personal a la historia”.
Babelia
Las novedades literarias analizadas por los mejores críticos en nuestro boletín semanal
Recíbelo