“Lógicamente, después de haber ocurrido lo que ha ocurrido, hay una especial atención”. Con estas palabras admitía este martes el presidente de la Generalitat, Carlos Mazón, el singular cuidado de la administración autonómica en avisar de las previsiones meteorológicas y de la amenaza de una nueva dana. Las alertas y la prevención difieren de las registradas el martes 29, cuando las lluvias se llevaron por delante a, al menos, 214 personas mientras los servicios de Emergencias autonómicos se debatían en si enviar o no un mensaje de máxima alerta a la población. “Llueve sobre mojado”, resumió la vicepresidenta del gobierno valenciano, Susana Camarero.
La Generalitat ha desplegado todas sus vías de comunicación para que las alertas lleguen a la ciudadanía en las horas previas a la comparecencia del presidente en las Cortes, que se celebrará este jueves. Desde el estrado del parlamento valenciano el jefe del Ejecutivo tiene previsto desgranar la secuencia de los hechos, según su versión, y las consecuencias de los mismos, que desembocarán en una remodelación del Consell con la que pretende centrar los próximos meses de la legislatura en la reconstrucción de los casi setenta municipios afectados.
La acción ha cambiado considerablemente. El martes 29 Carlos Mazón afeó la decisión de las universidades públicas valencianas de suspender su actividad por las alertas —y comentarlo así ante sindicatos, empresarios y otros miembros de su gobierno—. El martes, los servicios de Emergencias remitieron una circular a los municipios sobre los que se cierne la amenaza de lluvia pidiéndoles en el caso de que la actividad escolar implique el desplazamiento del alumnado y/o profesorado se plantearan la suspensión de las clases “con la antelación suficiente para permitir evitar dichos desplazamientos”. “Se insiste en la necesidad de activar la estructura de organización jerárquica y funcional de los medios y recursos al alcance de cada municipio, manteniendo las vías de comunicación necesaria con el Centro de Coordinación de Emergencias de la Generalitat”, dice esa misma circular.
En esta ocasión, ante esta nueva alerta anunciada por Aemet, el presidente del Gobierno Valenciano ha pedido a la ciudadanía que esté “muy pendiente” de las instrucciones del servicio de Emergencias 112. En su comparecencia, Mazón pretende señalar a las entidades dependientes del Gobierno de Pedro Sánchez, la Agencia Estatal de Meteorología y la Confederación del Júcar, como responsables pese a que la competencia sobre las Emergencias y sobre el envío del aviso masivo a los móviles es exclusivamente autonómica. Ayer, al hablar del seguimiento que los servicios de la Generalitat van a hacer de este episodio de lluvias, se hizo un ligero lío al intentar tapar, además, los errores que, según ya ha admitido, se cometieron: “Esa evolución va a estar en tiempo y forma, como siempre está, como siempre ha estado, pero esta vez, al tratarse de la misma área de influencia, en principio las evoluciones nos las irá trasladando Aemet y permanentemente el 112 dará información todo el rato”, dijo.
Mientras, en los pueblos mantienen la mirada puesta en el cielo. A Maite Miravet, vecina de la calle Lepanto 24 de Paiporta, el lodo le cubre más arriba del tobillo. Ha escuchado cómo la mañana de este martes los militares pregonaban por las aceras embarradas que iba a volver a llover. Desde una tanqueta con un megáfono, el Ejército avisaba a la población, sumida ya en un escenario de posguerra, de lo que hace dos semanas no pudo hacer la Generalitat a tiempo mediante una aplicación móvil. Miravet observa desde su portal una estaca clavada firme sobre el fango que avisa de que ahí abajo hay una alcantarilla sin tapa, que lleva 14 días chupando mucho más que agua: pedazos de la casa de su madre y de la de sus vecinos. La red de desagüe de la ciudad está colapsada por el lodo, también la de muchos otros municipios arrasados por la dana del 29 de octubre. Y a la espera de nuevas lluvias estos días, los municipios rezan este miércoles —porque la maquinaria sigue siendo insuficiente— para no volver a ver las calles inundadas. Otros se resignan: ya no queda nada más que perder en la mayoría de bajos y locales.
A unos ocho kilómetros de la casa de Maite, en Aldaia, su alcalde Guillermo Luján (PSOE) ha decidido tomar una medida desesperada: sustituir las antiguas compuertas, que controlaban que el agua del barranco se desbordara hacia el casco urbano, por sacos de arena. “Es una medida desesperada. Pero es lo que tenemos. El tsunami reventó todo lo que teníamos para protegernos”, advierte a este diario a unas horas de la llegada de la nueva dana (a las 21.00 horas del martes), según las previsiones de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). Luján trata de explicar que su pueblo está acostumbrado a las inundaciones (una grave en el año 2000 y la última, en 2022) y por tanto, a desatascar con frecuencia los desagües cuando se desborda el barranco, pero la dana del 29 de octubre, 10 veces más potente que la anterior, destrozó los medios que tenían y los camiones desatascadores no dan abasto. “Si viene una dana igual, no podremos hacer nada. Solo esperamos tener la información a tiempo para poder pedir a los vecinos que se suban a un tercer piso”, ha reconocido. En esta localidad se ha decidido cerrar los colegios, aunque su alcalde lamenta que la decisión ante una emergencia siga siendo municipal y no autonómica.
Hacia el sur, en Catarroja, su alcaldesa Lorena Silvent (PSOE) coincide en que las alcantarillas no dan más de sí. Y existen dos opciones: que llueva poco y el agua disuelva el fango mezclado con todo tipo de residuos que sigue atascado en el subsuelo; o que llueva mucho y emerja otra vez a la superficie. Pase lo que pase en el cielo, en la tierra tratan de salvar lo poco que les queda: “Desde la semana anterior se ha intentado tirar mucha agua al alcantarillado para que el lodo no se solidifique, pero es tanta la cantidad, que la red está colapsada. Todos los trabajos han ido destinados a poner bombas en los colectores, inyectar agua y rascar el barro para que la circulación no pare. Hemos trabajado las 24 horas, pero no tenemos suficiente maquinaria, tampoco dónde tirar esos residuos porque no han llegado bañeras de obra”. En algunos puntos de la avenida Blasco Ibáñez hasta este martes el lodo subía todavía a los escalones de las aceras. “La población está asustada, desesperada, porque no hemos recuperado la normalidad. Así que hemos intentado reforzar los bandos municipales y a los vehículos de voluntarios y militares informando de cualquier emergencia”, agrega la alcaldesa.
En toda la Comunidad al menos 56 municipios han dado la orden de cerrar este miércoles los centros escolares. A la decisión se ha sumado la ciudad de Valencia y localidades de Alicante y Castellón. También, las previsiones meteorológicas han hecho que cinco comarcas de Tarragona se sumen a las precauciones. Entre los municipios más afectados, algunos de los que habían reanudado las clases estos días, también han decidido suspender, como el de Chiva. El Ayuntamiento de Alcúdia incluso ha pedido a sus vecinos que se queden en sus casas “a ser posible”.
Mientras llegaban los consejos municipales, la mañana del martes, los hijos de Josefa, vecina de 79 años de Paiporta, han decidido como única medida de precaución cerrar una ventana de cristal de lo que queda del portal de la casa de su madre. La puerta se la llevó el agua, también las paredes, el coche, otros vehículos acabaron empotrados en la esquina e impidieron que Josefa y su marido pudieran bajar a la calle en siete días. Pero la hija de Josefa, que ha pedido que solo se mencione el nombre de su madre, cuenta a este diario cómo quizá esa ventana que se esfuerza por cerrar esta mañana podría evitar mayores daños: “El agua entrará igual, porque no hay portón del garaje, pero al menos si impedimos que entre por el lateral con fuerza, quizá no haga más destrozo en las paredes y la escalera”, calcula. Otros vecinos en Algemesí han colocado tablones de madera en los portales. “Cada uno se protege estos días con lo que puede”, sentencia la hija.