Kemi Badenoch (Londres, 44 años) es la primera en restar importancia al hecho de ser negra y mujer, pero el portavoz del Partido Conservador del Reino Unido, Bob Blackman, que este sábado anunciaba en un hotel londinense el resultado de las primarias y la proclamaba como nueva líder de la oposición, se encargaba de resaltar esas dos condiciones.
Nada entusiasma más a la derecha británica que dar la impresión de que rompe convencionalismos. De que sus principios y valores logran atraer a una parroquia mucho más amplia que la de los hombres blancos ingleses. Ya tuvieron un primer ministro hindú, Rishi Sunak. Ahora han escogido a una política de origen nigeriano, hija de inmigrantes, y que simboliza mejor que cualquier otro candidato el espíritu thatcheriano consistente en llamar a las cosas por su nombre e ir con la verdad —su verdad, al menos— por delante.
Los afiliados del partido han elegido a una mujer batalladora, defensora del Brexit desde sus inicios, que presume de ir con la verdad por delante, aunque a veces haya cometido errores garrafales, y cuya firmeza en el discurso logra transmitir la sensación de estar cargada de sentido común.
Sus declaraciones directas y los continuos ataques a la izquierda en las llamadas guerras culturales (identidad de género, movimiento trans, multiculturalismo, etc…) han hecho de Badenoch un personaje popular en el ala más a la derecha del partido. Casada con Hamish Badenoch, de origen irlandés y actual director ejecutivo del Deustche Bank, la pareja tiene dos hijas y un hijo.
“Nuestro partido es fundamental para que este país salga adelante, pero para ser escuchados, primero debemos ser honestos. Honestos ante la realidad de que hemos cometido errores. Honestos ante el hecho de que dejamos que nuestros estándares se rebajaran notablemente. Ha llegado el momento de decir la verdad”, ha dicho Badenoch a los dos centenares de invitados que han acudido a la ceremonia de anuncio del vencedor.
Badenoch ha obtenido casi 54.000 votos de los afiliados en la ronda final, frente a los logrados por su rival, Robert Jenrick (41.000). El ex secretario de Estado de Inmigración, cuya dimisión aceleró la crisis del Gobierno de Rishi Sunak, fue el favorito de las quinielas durante todo el proceso de primarias.
Las bases del partido, sin embargo, han decidido no premiar la trayectoria de un político veleta cuya trayectoria errante revelaba una notable dosis de oportunismo. Jenrick comenzó siendo un joven conservador de línea moderada, contrario al Brexit, para acabar bajo la órbita de Boris Johnson y, más tarde, representar la derecha más extrema del partido. Fue él quien defendía un mayor acercamiento al populista Nigel Farage y su partido Reform UK, hoy por hoy la principal amenaza de los tories; fue Jenrick quien propuso que el Reino Unido se saltara la legalidad internacional y dejara de acatar las decisiones del Tribunal Europeo de Derechos Humanos; y fue él, finalmente, quien llegó a decir que el ejército británico se veía obligado a matar a los terroristas que apresaba para impedir que esa corte internacional los acabara liberando.
Licenciada en Ingeniería por la Universidad de Sussex y en Derecho por el Birkbeck College, utilizó durante la campaña de primarias como bandera de su proclamada resolución y eficacia el primero de los dos títulos universitarios: “Los políticos pretenden que todo es posible, y hacen promesas que no pueden cumplir”, decía. “Prometen grandes cambios sin planearlos antes. Los ingenieros, por el contrario, aceptan la realidad. Los ingenieros son honestos. Los ingenieros logran que las cosas sean posibles. Yo soy ingeniera”, proclamaba.
Dureza contra la inmigración irregular
Su discurso contra la inmigración irregular, sin embargo, era tan duro como el de su rival, aunque con un pragmatismo incorporado que le llevó a proponer soluciones simples y demagógicas como la ruptura con el Tribunal Europeo de Derechos Humanos. Ha propuesto la expulsión de los inmigrantes que sean condenados por la comisión de delitos, así como dar prioridad a los nacionales en materia de vivienda, beneficios sociales o escolarización. “Nuestro país no puede ser un dormitorio para los que vienen a hacer dinero o un hotel para los que están de paso”, ha repetido durante todos estos meses.
Los conservadores decidieron tomarse con calma la elección de su nuevo líder, después de la estrepitosa derrota que sufrieron de manos del Partido Laborista y su candidato, Keir Starmer, el pasado 4 de julio. Ha pasado todo el verano y gran parte del otoño hasta que han decidido poner en manos de Badenoch las riendas del partido.
Incluso permitieron que fuera el ex primer ministro Rishi Sunak quien diera esta semana la réplica a la ministra de Economía, Rachel Reeves, en la presentación de los presupuestos, el primer gran debate parlamentario de la actual legislatura. No había prisas. Son conscientes de la travesía del desierto que tienen por delante. De hecho, la nueva líder tory utilizó como lema de campaña de primarias Proyecto 2030, convencida como está de que los conservadores necesitan reconstruirse a fondo si aspiran realmente a recuperar el poder.
“Ha llegado el momento de decir la verdad, de defender nuestros principios, de planear el futuro, de renovar nuestras políticas y nuestros pensamientos, y de ofrecer al partido y al país el nuevo comienzo que ambos merecen. Ha llegado el momento de ponerse a trabajar”, ha dicho Badenoch a los suyos.