Cayó el Baskonia en su primera visita a París (67-65), en un partido raro, en el que los errores en el lanzamiento desde lejos se sustanciaron en una lamentable estadística. Consiguió el equipo de Vitoria apenas un triple de 26 intentos, con Howard, el mejor triplista la temporada pasada en la Euroliga, haciendo solo uno de sus once tiros. Con esos números, lo más lógico era perder, pero es que tampoco hizo demasiado el París por ganar, y por eso la diferencia final fue tan estrecha.
Pasaron cosas muy extrañas en el Adidas Arena, como si el ambiente de Hallowen impregnara el partido del Baskonia, porque algunas de esas cosas resultaron terroríficas, como los 17 triples consecutivos fallados en los tres primeros cuartos hasta que Howard consiguió el primero al inicio del último parcial, claro que los parisinos también pueden extrañarse de que su bombardero de cabecera, TJ Shorts, anotara apenas dos de sus quince primeros intentos de tiro.
Por eso, entre otras cosas, la anotación del equipo más eficaz de la Euroliga se quedó en cifras bajas y permitió que su ventaja, que llegó a ser de once puntos, no se disparara en lo minutos finales. Se manejaba bien el Baskonia en su juego interior y en el rebote, pero, a distancia, la canasta les quedaba muy lejos. Brillaba Moneke con sus números ante el veloz pero anárquico juego de los parisinos, y era el nigeriano quien sostenía a los suyos. Gracias a su trabajo, el París no se disparó en el marcador. Fallaba más de la cuenta debajo del aro, siempre se encontraban sus lanzadores con un muro de brazos y no eras fácil anotar.
Sin embargo, tampoco el Baskonia, que a ratos desistió de lanzar triples, estaba demasiado acertado en el lanzamiento, ni siquiera en el tiro libre, donde Moneke, que sufrió seis faltas y anotó sus once disparos desde la línea fue, también el más eficaz, con Jaramaz cumpliendo un último cuarto notable, con varios robos que dieron vida a su equipo.
Por eso, entre otras cosas, la anotación del equipo más eficaz de la Euroliga se quedó en cifras bajas y permitió que su ventaja, que llegó a ser de once puntos, no se disparara en los minutos finales. Se manejaba bien el Baskonia en su juego interior y en el rebote, pero, a distancia, la canasta les quedaba muy lejos. Brillaba Moneke con sus números ante el veloz pero anárquico juego de los parisinos, y era el nigeriano quien sostenía a los suyos. Gracias a su trabajo, el París no se disparó en el marcador. Fallaba más de la cuenta debajo del aro, siempre se encontraban sus lanzadores con un muro de brazos y no eras fácil anotar.