Cuando a Shaka Brown le diagnosticaron tuberculosis en un hospital de Estados Unidos en 2013, su primera reacción fue reír porque estaba convencido de que “nadie tenía ya esa enfermedad”. Y, sin embargo, lo que en un primer momento pensó que era una gripe, se trataba de una forma agravada de la tuberculosis, que se expandió desde sus pulmones a otros órganos y lo mantuvo ingresado en un hospital durante “cuatro meses” en los que tomó “15 pastillas diarias”. “No es una enfermedad de los tiempos oscuros, más de 3.000 personas siguen muriendo cada día a pesar de que se puede curar”, ha afirmado Brown este martes desde Washington, durante una rueda de prensa retransmitida online en la que la Organización Mundial de la Salud (OMS) ha presentado los resultados del Informe Global de Tuberculosis de 2024.
“Vuelve a ser la enfermedad infecciosa más mortífera” tras la disminución de las muertes por covid-19, ha resumido la doctora Tereza Kasaeva, directora general del Programa de Tuberculosis de la OMS, que ha certificado que el objetivo de acabar con la pandemia más antigua que aflige a la humanidad y que más muertes ha provocado está lejos todavía. Solo en 2023, el organismo calcula que 1,25 millones de personas perdieron la vida como consecuencia de la dolencia —el 12,88% fueron personas con VIH—, muy por encima de los 320.000 que la OMS estima que causó la covid-19. “Es la pandemia de los pobres”, según ha recordado el Fondo Mundial para el VIH, la malaria y la tuberculosis tras conocer los datos del informe, porque la mayor incidencia se concentra en países de renta media y baja.
Pese ello, el organismo observa ciertas tendencias positivas. La cifra de fallecidos representa un leve descenso con respecto a la de 2022 (1,32 millones) y la de 2021 (1,42 millones), especialmente por la “restauración de los sistemas de diagnóstico y tratamientos”, que se habían visto reducidos durante la pandemia de covid-19. En cuanto a los nuevos casos anuales, la OMS los cifra en 10,8 millones, un número ligeramente superior a los 10,7 de 2022 y todavía muy por encima de los 10,1 millones de 2020, si bien el ritmo de crecimiento de la incidencia “se ha logrado estabilizar”.
“Que tantas personas sigan muriendo y enfermando de tuberculosis es una vergüenza cuando tenemos las herramientas para prevenir, detectar y tratar la enfermedad, aseguró desde una rueda de prensa paralela desde Ginebra Tedros Adhanom Ghebreyesus, director general de la OMS.
La tuberculosis está causada por el bacilo Mycobacterium tuberculosis, que se propaga por el aire cuando las personas enfermas expulsan bacterias por las vías aéreas, por ejemplo, al toser o estornudar. Según los cálculos de la OMS, una cuarta parte de la población mundial la ha contraído, aunque solo unos pocos la desarrollan, especialmente, durante los dos primeros años tras el contagio. Algunas personas llegan a eliminar la infección, que afecta fundamentalmente a los pulmones, pero que también puede extenderse a otros órganos, como le sucedió a Brown.
La tuberculosis prospera cuando la gente se esconde en refugios durante los bombardeos, acude en masa a campos de refugiados o huye de sus tierras porque las sequías o las inundaciones hacen imposible cultivarlas
Fondo Mundial
“La tuberculosis prospera cuando la gente se esconde en refugios durante los bombardeos, acude en masa a campos de refugiados o huye de sus tierras porque las sequías o las inundaciones hacen imposible cultivarlas”, denuncia el Fondo Mundial. “Las personas que sufren y que están mal alimentados son las más vulnerables a la enfermedad”, continúa. Por ejemplo, en Ucrania, uno de los países que ya tenía una de las mayores cargas de tuberculosis en Europa, “la guerra ha exacerbado drásticamente la amenaza”, constata la fundación que persigue la eliminación de la malaria, el sida y la tuberculosis.
Esta denuncia coincide con el desglose de los datos por países, que muestran que un puñado concentran la mayor parte de los casos de tuberculosis. Durante 2023, el 87% de las personas que desarrollaron la enfermedad vivían en 30 países. De ellos, ocho representaban más de dos tercios del total mundial: India (26%), Indonesia (10%), China (6,8%), Filipinas (6,8%), Pakistán (6,3%), Nigeria (4,6%) Bangladés (3,5%) y República Democrática del Congo (3,1%). De todos ellos, el 88% eran adultos (55% hombres y 33% mujeres).
Muy lejos de los objetivos
Los resultados del informe de 2024 arrojan que los objetivos que la OMS se marcó con la Estrategia Fin a la Tuberculosis siguen estando muy lejos. Entre 2015 y 2023, la reducción neta de la tasa de incidencia fue del 8,3%, muy por debajo del 50% que el organismo contemplaba para 2025. También la reducción de la mortalidad está muy distanciada de los objetivos, con un 23% de descenso frente al 75% previsto para el próximo año.
Con el 26% de los fondos no es posible cubrir el 100% de las necesidades
Tereza Kasaeva, directora general del Programa de Tuberculosis de la OMS
“Hace 10 años que dejé el hospital y desde entonces han muerto más de 10 millones de personas por una enfermedad que se puede curar”, lamenta Brown. Según el último informe de la OMS, la eficacia de los tratamientos es elevada, con una tasa de éxito del 88%, un porcentaje que se reduce al 68% en el caso de la tuberculosis multirresistente (aquella que no responde a los principales tratamientos como la rifampicina) que, según la OMS, es una “crisis de salud pública”. De los 400.000 casos que la ONU calcula que hubo el año pasado de tuberculosis multirresistente, “solo se diagnosticó el 44%”.
Por eso, Kasaeva llamó a la “acción urgente contra la tuberculosis”, que sigue sin reunir fondos suficientes para invertir en la prevención y los tratamientos que ayuden a revertir la pandemia. En 2023, la lucha contra la enfermedad recibió una inversión total de 5.700 millones de dólares (5.275 millones de euros), una cifra “inferior” a la de 2022 y muy lejos de los 22.000 millones de dólares anuales que la OMS calcula que serían necesarios. “Con el 26% de los fondos no es posible cubrir el 100% de las necesidades”, evidenció la doctora.