Un premio Nobel y la hija de un hojalatero; Una maestra, una filósofa y una niña asustada en un barco abarrotado de perdedores de la guerra; El estudiante de 21 años que no se tiró por la ventana; El juez y fiscal que siguió confiando en la Justicia… Son algunos de los 20 homenajeados este jueves en la tercera celebración del Día oficial de recuerdo a todas las víctimas de la Guerra y la Dictadura que instauró la ley de memoria democrática (2022). La fecha coincide con el aniversario de la aprobación, en 1978 en sesiones plenarias, de la Constitución española, y con la de la ley de memoria histórica (2007) en pleno. El jefe del Ejecutivo, Pedro Sánchez, presidirá el acto en el Auditorio Nacional de Música de Madrid. Estas son las biografías de los 20 homenajeados. Su peripecia recorre las páginas más negras de la historia de España, pero también las más valientes y comprometidas.
Miguel Hernández. El célebre poeta, que trabajó en las misiones pedagógicas de la segunda República, fue condenado a muerte en 1940 por “adhesión a la rebelión”, aunque posteriormente se le conmutó la pena a 30 años de reclusión. Murió en la cárcel de Alicante dos años después, de tuberculosis. Marcos Ana, también poeta que coincidió con Hernández en la prisión de Toreno, solía decir de él: “Murió de franquismo”. La familia inició en 2010 una batalla en los tribunales para tratar de anular la sentencia y presentó, entre otras pruebas, una carta de Juan Bellod, jefe de Falange de Valencia en la que explicaba que Hernández le salvó la vida: “En los primeros tiempos del Movimiento, me visitó repetidas veces en la cárcel contándome qué hizo cuanto estuvo en su mano para evitar que fuese paseado”. La ley de memoria democrática declaró nulas todas las sentencias franquistas.
María Zambrano. La filósofa malagueña fue la primera mujer que recibió el Premio Cervantes y el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades. Ejerció como profesora auxiliar de la Cátedra de Metafísica en la Universidad Central y convivió con la Generación del 27. Fue consejera de Propaganda y consejera nacional de la Infancia Evacuada en la República y participó también en las Misiones Pedagógicas. Tras la victoria de Franco en la Guerra Civil, se exilió en París, Nueva York, La Habana y México, donde impartió clases de filosofía. Apartada de su tierra, escribió Los sueños y el tiempo, Delirio y destino, La confesión: género literario, Claros del bosque…Regresó a España en 1984 y falleció en 1991. La estación del AVE de Málaga lleva su nombre. Un mural con su rostro fue vandalizado en Gandía (Valencia) con esvásticas nazis y dianas en 2021.
Blas Infante. El padre de la patria andaluza, como reconoce el Estatuto de la comunidad, político e intelectual, fue un gran defensor del progreso de su tierra y de la educación libre, universal y gratuita. Detenido por un grupo de falangistas, fue fusilado la madrugada del 11 de agosto de 1936 en la carretera de Sevilla a Carmona. En agosto de 2023, el presidente andaluz, el popular Juan Manuel Moreno Bonilla, tuvo que disculparse públicamente después de que el Centro de Estudios Andaluces (Centra), dependiente de la Consejería de Presidencia, se refiriese a su fusilamiento como una consecuencia de “la quiebra de la convivencia”. El busto que lo homenajea también ha sido vandalizado en varias ocasiones.
María Egea Muñoz de Zafra. Nacida en Cartagena en 1934, vivió, junto a sus padres y su hermano Mateo, uno de los episodios más crueles de la Guerra Civil, cuando el puerto de Alicante se convirtió en una ratonera para miles republicanos que intentaban huir de España en uno de los barcos que la República había apalabrado con Francia y Reino Unido para evacuarlos. Pero el único que salió del puerto fue un carbonero inglés, el Stanbrook, que desobedeciendo las órdenes que tenía ―recoger un cargamento de naranjas, tabaco y azafrán― partió rumbo a la colonia francesa de Orán (Argelia) con cerca de 3.000 republicanos a bordo. Muchos de los que no lograron subir se suicidaron en el puerto para no ser encarcelados. María Egea fue la pasajera 2.388 del Stanbrook. Tenía cinco años. Su padre fue enviado a varios campos de concentración argelinos hasta su liberación por los aliados. María permaneció en Argelia casi 50 años, ejerciendo de maestra. En 1996 marchó a París, donde vive.
Alexandre Bóveda. Nacido en Ourense en 1903, impulsó la creación del Partido Galeguista, del que fue secretario general y de organización. Promovió el estatuto de Galicia y junto a Castelao, es el gran referente del galleguismo histórico. Tras participar en un acto en defensa de la legalidad republicana, fue sometido a un consejo de guerra, condenado a muerte y fusilado el 17 de agosto de 1936. Estaba casado con Amalia Álvarez Gallego y tenían cinco hijos. Antes de morir, declaró: “Mi patria natural es Galicia. La amo fervorosamente, jamás la traicionaría (…). La adoro más allá de mi propia muerte. Si entiende el tribunal que por este amor entrañable debe serme aplicada la pena de muerte, la recibiré como un sacrificio más por ella”.
Pino Sosa. “Se lo llevaron, los apalearon, los tuvieron presos… Se llevaron el pan y la sal de nuestras casas”, explicó Pino Sosa (Arucas, Gran Canaria, 1937), cuando, en febrero de 2012, declaró como testigo en el juicio del Tribunal Supremo contra Baltasar Garzón por su investigación de los crímenes del franquismo. Los falangistas fueron a buscar a su padre, José Sosa, hojalatero y tesorero de la agrupación socialista de Arucas, cuando ella tenía apenas 40 días. No lo volvieron a ver. A la familia le dijeron que se había fugado con otra mujer, pero en 2017 sus restos fueron identificados en el pozo de Tenuyas (Arucas), donde había sido arrojado su cuerpo con los de otros 13 fusilados.
Julián Zugazagoitia Mendieta. Nacido en Bilbao en 1899, fue director de El Socialista, diputado por Badajoz entre 1931 y 1936 y ministro de la Gobernación en 1937, en el Gobierno de Juan Negrín. Tras exiliarse en Francia, fue arrestado por la Gestapo y entregado a las autoridades franquistas en julio de 1940, que lo condenaron a muerte y lo fusilaron en las tapias del cementerio del Este en noviembre de ese año, junto al también periodista Francisco Cruz Salido. Una desconocida para la familia sufragó una sepultura digna para ambos. La investigación del catedrático Juan Antonio Ríos Carratalá reveló años después que lo había hecho en agradecimiento por declarar a su favor en los años treinta tras ser encarcelada en una checa de la República, acusada de fascista.
Carmen Hombre Ponzoa y Juan Máximo Salazar. Carmen (San Fernando, Cádiz, 1903) era maestra, sindicalista de UGT y protestante. Su marido, Máximo, oficial tipógrafo, fue concejal de El Puerto de Santa María y secretario de la Agrupación Socialista de Jerez de la Frontera. Ambos fueron detenidos por las autoridades franquistas. A Máximo lo fusilaron en diciembre de 1936 y a ella, cuatro semanas después. Estaba embarazada de ocho meses.
Enrique Ruano. Estudiante de Derecho, miembro del Frente de Liberación Popular, fue detenido junto a su novia, Lola González Ruiz, en enero de 1969. Tras ser torturado e interrogado en la Dirección General de Seguridad de Madrid (DGS, actual sede del Gobierno madrileño); lo trasladaron a una casa para buscar pruebas incriminatorias. El Régimen ofreció un relato inverosímil: que se tiró por la ventana, esto es, que, en un descuido, había conseguido zafarse de los tres agentes armados que previamente le habían torturado; que había recorrido el diminuto piso sin que ninguno lograra contenerlo y se había tirado al vacío. Uno de sus compañeros de clase, el abogado José María Mohedano, relató que estando en casa de sus padres, Manuel Fraga [ministro de Información] llamó “para callar a aquella familia rota amenazándoles con detener a su otra hija, Margot, también metida en política”. El diario Abc publicó en primera página un supuesto diario de Enrique del que se desprendían intenciones suicidas. Eran trozos manipulados de una carta que le escribía a su psiquiatra, Carlos Castilla del Pino, quien en 1996, cuando se reabrió judicialmente el caso, declaró tajante: “La versión del suicidio es absolutamente inverosímil”.
Ángeles Flórez Peón, Maricuela. La conocida como “la última miliciana”, falleció el pasado mayo, a los 105 años. En 1936 se afilió a las Juventudes socialistas y se incorporó a la milicia para defender la República. Su mote, Maricuela, obedece al personaje de la obra de teatro Arriba los pobres del mundo, que había podido llegar a interpretar porque estalló la Guerra Civil. Al caer Asturias fue detenida y condenada a nueve años de prisión. En 1948 se marchó a Francia. En 2004 volvió definitivamente a su querida Asturias.
Francisco Javier Elola. En mayo de 1931, fue nombrado Fiscal General de la República y en julio de ese año, magistrado del Tribunal Supremo, cargo que compatibilizó con el de diputado en las Cortes Constituyentes. Tras el golpe de Estado de Franco en julio de 1936, le nombraron juez especial para instruir la causa por rebelión en Madrid, donde el principal procesado era el general Fanjul. Elola se apartó porque no compartía el carácter sumarísimo de ese procedimiento. La victoria franquista le pilló en Barcelona. La mayor parte del Gobierno y de sus compañeros habían huido ya a Francia, pero él había decidido quedarse. Confiaba en su inocencia y en el Derecho. Felipe Uribarri Mateos, magistrado del Supremo, testificó a su favor y recordó que había salvado, entre otros, la vida del doctor Gómez Ulla, procesado por intentar pasarse al bando nacional. Fue ejecutado el 12 de mayo de 1939. Doce días antes de ser fusilado escribió a su amigo Felipe Sánchez-Román, catedrático de Derecho: “Presiento que los destinos de España irán muy pronto a las manos de usted. Y cuando suene la hora, sonará la de la justicia y la de la libertad por las que muero”.
Basilio Blasco Lahoz. Nacido en Allueva (Teruel), en 1901, republicano y de izquierdas, en 1939 huyó a Francia con su familia. Tras pasar por varios campos de concentración, fue detenido por los alemanes y deportado al campo de exterminio nazi de Mauthausen. Tenía el número 3.479. Posteriormente fue trasladado al campo de Gusen, donde murió el 19 de julio de 1941, a los 39 años.
Vicente Aleixandre. Poeta de la Generación del 27, tras la Guerra Civil decidió quedarse. Max Aub llegó a decir: “Nunca perdimos ni perderemos España del todo mientras viva Vicent Aleixandre en Ventilonia, 3″[ la casa del autor sevillano en Madrid]. Ayudó económicamente a la viuda de Miguel Hernández. En 1949 fue nombrado académico de la Lengua y se convirtió en maestro y protector de los jóvenes poetas españoles. En 1977 recibió el Premio Nobel de Literatura.
Joaquín Amigo Aguado. Filósofo y profesor granadino, católico y conservador, fue discípulo de Ortega y Gasset y amigo íntimo y confidente del poeta Federico García Lorca. Como él, murió asesinado, en este caso, a finales de agosto de 1936, por un grupo de milicianos en zona republicana que lo lanzaron por el Tajo de Ronda. La escritora Ana Merino recoge su historia en la novela Amigo.
Conchita Viera. Tenía tres años cuando, en 1936, se llevaron a su padre, Amado Viera, alcalde socialista de Valencia de Alcántara (Cáceres), detenido. A la familia le dijeron que lo trasladaban a Cáceres, pero lo llevaron directamente al pozo de Mina Terría para matarlo. Sus restos fueron identificados ente los de otros 48 represaliados más tras la exhumación, a 25 metros de profundidad. Estaban sepultados por escombros y esqueletos de animales. Amado Viera yacía, entre otros, junto al padre de Manolo Vital, protagonista de la película El 47.
Xosé Fortes. Militar de carrera y licenciado en Filosofía y Letras, es uno de los fundadores de la Unión Militar Democrática (UMD), la primera grieta en el Ejército franquista. Por “conspirar” para la democracia, fue condenado a cuatro años de cárcel y expulsado de las Fuerzas Armadas en 1975. Pasó un año preso, hasta que fue amnistiado. El Gobierno socialista de Felipe González tardó cuatro años en readmitirle a él y sus compañeros. El 4 de abril de 2009 el Consejo de Ministros reconoció institucionalmente a la UMD y concedió a sus miembros la medalla al Mérito Militar.
Consuelo Berges Rábado. Nacida en Cantabria en 1899, fue traductora, periodista y escritora. Defendió el voto femenino y fue miembro de una logia masónica, donde trabajó por la igualdad de derechos entre hombres y mujeres.
Luis Pérez Lara. Nacido en Madrid en 1936, pasó varios años preso en la cárcel de Carabanchel e impulsó la primera asociación de expresos políticos en España. Le condenaron a 13 años de cárcel porque las autoridades franquistas le encontraron unas octavillas que llamaban a los trabajadores a luchar por la libertad y la democracia. Acude a menudo a institutos a dar charlas a los chavales para hablarles de las torturas del policía apodado Billy el Niño, es decir, de su vivencia personal y de la historia de un país.
Miguel de Molina. El artista, cantaor y bailarín, nacido en Málaga en 1908, participó en numerosos festivales y funciones benéficas en la retaguardia republicana. Fue secuestrado en su camerino, le dieron una paliza, le raparon la cabeza y lo forzaron a beber aceite de ricino antes de abandonarlo tras llamarlo “marica y rojo”. En 1942 decidió exiliarse en Argentina, donde continuó su carrera artística hasta su muerte, en 1993, a los 84 años. Sus restos yacen en el Panteón de Actores del cementerio de la Chacarita en Buenos Aires.
Justa Freire. Nacida en Moraleja del Vino (Zamora) en 1896 era la cuarta hija de Justa Méndez y Arturo Freire, un jornalero que abandonó a la familia. Estudió magisterio porque no solo quería enseñar, quería cambiar la forma de hacerlo. Como maestra republicana, participó en congresos europeos para compartir su experiencia y aprender de la de otros países. Al estallar la guerra escribió un diario sobre el el horror de las clases bajo los bombardeos y sin calefacción. En mayo de 1939 fue detenida y condenada a siete años de cárcel por “auxilio a la rebelión”. En la cárcel de Ventas organizó clases para enseñar a leer y a escribir a las presas que no sabían hacerlo.