El quinto vuelo de prueba de un megacohete Starship está previsto para este domingo, con un despegue desde la base de SpaceX en Boca Chica (Texas, EE UU), en una ventana que se abre a las 14:00 hora peninsular española. En la plataforma de lanzamiento ya están montados los dos componentes principales, el cohete propulsor Super Heavy y la nave superior, denominada también Starship. Juntos, forman un imponente conjunto de 121 metros de altura, que equivale a un edificio de 30 pisos: es la nave más alta y potente de la historia y será una pieza clave en los planes de la NASA para llevar a una mujer a la Luna a partir de 2026. De momento, tras el éxito completo del anterior vuelo, ahora afronta un reto clave en su camino para cumplir su promesa de ser reutilizable.
En la última prueba, realizada el 6 de junio, el propulsor y la nave Starship regresaron por primera vez sin explotar y acabaron amerizando en el océano. Ahora, SpaceX dice estar preparada para el siguiente paso, que es algo nunca visto en la historia de la carrera espacial: intentar aterrizar el gran propulsor en el mismo lugar de despegue y capturarlo con una gran pinza mecánica instalada en la torre de lanzamiento, tras cerca de siete minutos de vuelo.
La empresa aeroespacial de Elon Musk se ha manifestado muy cautelosa con respecto a la realización de esa espectacular maniobra de regreso y advierte que solo se intentará si las condiciones son adecuadas: “Miles de parámetros distintos del vehículo y la plataforma deberán cumplirse antes de un intento de retorno y captura del propulsor Super Heavy. Para ello, se necesitará que las comprobaciones automáticas muestren que los sistemas del propulsor y de la torre estén en buenas condiciones; y además, que el director de vuelo de la misión dé la orden manual”, explica SpaceX en su plan para esta quinta prueba de una Starship. Si no se dan ambas condiciones, el propulsor seguiría con su trayectoria prevista para un amerizaje suave en las aguas del golfo de México. En cualquier caso, la compañía ha avisado que en su regreso el Super Heavy alcanzará velocidades supersónicas, por lo que se producirá explosiones sónicas audibles en la zona de aterrizaje.
En cuanto a la parte superior de la nave, que despega impulsada por ese superpropulsor, el plan de vuelo es muy similar al de la anterior prueba, con una trayectoria suborbital que está previsto que concluya con un amerizaje suave en el océano Índico, una hora y cinco minutos después del lanzamiento. En los últimos meses, los ingenieros de SpaceX han estado trabajando para reemplazar por completo la coraza térmica de la Starship. Ese sistema, que protege a la nave del calentamiento durante su reentrada en la atmósfera, mostró ciertos problemas al final del cuarto vuelo de prueba el pasado mes de junio.