Este muerto está muy vivo. Javier Fernández-Lasquetty, dimitido como consejero de Sanidad de la Comunidad de Madrid en 2014, vuelve cinco años después al Gobierno, esta vez como titular de Hacienda, y quienes le ven hollando de nuevo los pasillos del poder en ese verano de 2019 no dan crédito. “Me miraban como se miraría a un resucitado de entre los muertos”, se ríe. “‘¡Pero si se murió, si yo vi cómo se moría!”, evoca una escena que tiene mucho de reivindicación.
Lasquetty (Madrid, 56 años) dimitió en 2014 por las mareas blancas de sanitarios que protestaban por su apuesta por la gestión privada de los nuevos hospitales públicos y en su vuelta a la política es un hombre decidido a impregnar de ideología liberal la acción de gobierno del Ejecutivo de Isabel Díaz Ayuso. Cueste lo que cueste. “Su misión es llevar a cabo una política de reducción de impuestos y de liberalización económica”, se lee en su perfil oficial. Por si había dudas.
“Lasquetty es un talibán anti-Estado”, describe Eduardo Gutiérrez, diputado de Más Madrid. “Es de la escuela austriaca del siglo XIX, de Von Mises y después Hayek, que proponían un Estado mínimo: ejército y fuerzas de seguridad”, sigue. “Hoy tiene más peso que en los tiempos de Esperanza Aguirre. Hoy es el gran gurú económico e ideológico. Su auctoritas ideológico-económico es total y exhaustivo en todo el Gobierno”.
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El Ejecutivo de Madrid, que ha vivido los últimos años entre conflictos por los recursos de los servicios públicos, está marcado por la ideología liberal. A la presidenta, Díaz Ayuso, la describe un colaborador como una “catedrática en el dogma del PP”. Un escalón por debajo, el sello ideológico del Gobierno lo refuerzan los consejeros Enrique Ossorio, Paloma Martín y Fernández-Lasquetty. Ninguno, sin embargo, opera con la capacidad decisoria y el convencimiento de este último. Primero, porque él diseña los Presupuestos, que son el guion y la partitura de todo gobierno. Segundo, porque cuenta con las máximas credenciales liberales que pueda dar el PP (fue secretario general de FAES y subdirector del gabinete del expresidente José María Aznar). Y, tercero, porque es liberal casi desde niño y se ha consagrado a la lectura y estudio de los principales pensadores de la corriente como pocos otros políticos.
“A mí me atrae muchísimo la atención cuando empieza el Gobierno de Margaret Thatcher y de Ronald Reagan, que tenía yo 13 y 14 años”, cuenta. Hablaban de libertad. Y eso es lo que le llevó a la política, explica sobre la campaña electoral de 1982, en la que se apuntó al PP del distrito de Salamanca, donde conoció a la hoy consejera Martín. Está en política por principios, subraya, no por ninguna otra cosa. “Creo que las ideas en las que yo creo son mejores que las de los socialistas; creo que la libertad es el principio que explica todo, que justifica todo y al que se debe dirigir todo”, añade. “[Pero el sello ideológico al Gobierno] se lo da la presidenta”.
Invocando la libertad, en lo que va de legislatura Fernández-Lasquetty ha diseñado rebajas fiscales por más de 700 millones de euros, para así profundizar en una política impositiva que ha llevado a la Administración a renunciar, según dice, a más de 50.000 millones en ingresos en lo que va de siglo. En defensa de la libertad, su departamento articuló una bonificación del IRPF para atraer 30.000 patrimonios del extranjero con la garantía de que se ahorrarán unos 245 millones, aunque finalmente no se aprobó por la negativa de Vox, esta semana, a apoyarla. Y con la libertad como bandera, defiende que la verdadera eficacia de lo público la aporta la gestión privada.
“Lo peor que tiene es que sigue insistiendo, después de lo que hemos vivido con la pandemia y la guerra de Ucrania, en que los coles de nuestros hijos o la sanidad que nos cuida no son lo importante, sino que es prioritario perdonar 992 millones cada año al 0,2% de las grandes fortunas”, le retrata Juan Lobato, el portavoz del PSOE.
Una descripción a la que contrapone la suya Pedro Muñoz Abrines, el portavoz del PP en el Parlamento autonómico: “Es importante su bagaje liberal. Marca principios y líneas siempre útiles. Y, además, su experiencia pasada de gestión en otras áreas, ya sean públicas o universitarias, le permite aplicar los principios desde el sentido común y el mundo real”.
Hasta ese lugar ha llegado Lasquetty inspirado por libros y autores claves del liberalismo: Camino de servidumbre, de Friedrich Hayek; La democracia en América, de Alexis de Tocqueville; La ley, de Frédéric Bastiat… Pero no solo por eso. Tras su primera salida del Gobierno regional, se alistó como vicerrector de la Universidad Francisco Marroquín, el templo del liberalismo en América Latina, donde supo que el Tribunal Constitucional avalaba el modelo de gestión privada para los hospitales públicos que había lanzado en Madrid y conoció que el Nobel Mario Vargas Llosa le incluía en los agradecimientos de su libro Tiempos recios.
Fanático de Tintín y coleccionista de objetos de tebeo, Lasquetty es también amante de la música barroca y adicto a las series. Pero ni en su tiempo libre abandona su inclinación liberal. “La última serie que he visto en Filmin es croata y se llamaba El último artefacto socialista”, cuenta. “[Con ese título], la tenía que ver”.
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