El Congreso de EE UU arremete contra la “amenaza real e inminente” de TikTok | Internacional



“Una amenaza real e inminente”, “una tecnología que está llevando literalmente a la muerte”, “un arma para espiar”. El consejero delegado de TikTok, Shou Zi Chew, afrontó este jueves en su comparecencia ante la Cámara de Representantes una serie de duras preguntas y comentarios de los legisladores estadounidenses, partidarios de prohibir esta red social, que consideran una amenaza para la seguridad nacional del país y para el bienestar de los menores.

La esperada comparecencia de Shou llegaba cuando el Congreso examina diversos proyectos de ley para prohibir la aplicación de vídeos cortos que utilizan más de 150 millones de estadounidenses —la mitad de la población del país, y la gran mayoría de ellos menores de 35 años—. Los recelos de Washington hacia TikTok revelan un enfrentamiento de mayor trascendencia entre China y Estados Unidos por el poder de la tecnología y el escrutinio de las autoridades públicas en las plataformas. Con su comparecencia, Shou trató de hacer frente al creciente debate sobre la conveniencia de prohibir la plataforma en Estados Unidos.

A lo largo de la audiencia, celebrada en el Comité de Energía, los congresistas plantearon una y otra vez preguntas sobre las preocupaciones de seguridad que plantea la plataforma subsidiaria de la china ByteDance. Les inquieta que la plataforma pueda utilizar su software para el espionaje de ciudadanos estadounidenses (en diciembre se dio a conocer que empleados de la red social habían accedido a los datos de dos periodistas y allegados de estos, en el marco de la investigación interna de una supuesta filtración, y ahora el Departamento de Justicia investiga el caso). También que pueda compartir los datos de sus usuarios estadounidenses con el Gobierno chino, así como que pueda censurar o dirigir sus vídeos de tal modo que su contenido sea favorable a las posiciones de Pekín en cuestiones como Taiwán. Y, por último, que no proteja lo suficiente a sus numerosos usuarios menores de edad o que padecen problemas mentales: un 20% de su contenido, según los congresistas, es “desinformación”.

La compañía, que ha lanzado una campaña de relaciones públicas para presentarse como una empresa benévola que distribuye contenido de entretenimiento y toma precauciones para proteger a sus usuarios, responde que ha invertido más de 1.500 millones de dólares en el desarrollo de lo que llama el “Proyecto Texas”, por el que la estadounidense Oracle almacenará en servidores de EE UU los datos de los usuarios de este país.

Shou aseguró la compañía va a cerrar los almacenes de datos que tenía hasta ahora en el estado de Virginia y en Singapur. Subrayó que, “cuando el proyecto Texas esté plenamente en marcha”, los ingenieros en China no podrán acceder a los datos estadounidenses. Pero admitió que, mientras tanto, sigue siendo posible.

El ejecutivo de TikTok aseguró que la empresa toma medidas para evitar que los adolescentes queden expuestos a contenido dañino; ha puesto en marcha, según recordó, mecanismos para reducir el tiempo que estos jóvenes pasan dentro de la aplicación. Ante esas explicaciones, los legisladores le recordaron —como apuntan los propios usuarios adolescentes— que se trata de meras “recomendaciones” y que esos controles son sencillos de superar.

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Frente a otras preguntas, como cuál es la nacionalidad de la empresa matriz ByteDance o la venta de sus datos, se mostró deliberadamente vago: “Es una empresa global”, “no vendemos nuestros datos a intermediarios ahora mismo”. Preguntado acerca de vídeos que alientan al consumo de drogas, y por qué ese contenido no se muestra en otros países donde TikTok está implantada, como Singapur, indicó que la red social funciona en “la realidad del país que operamos” y en Singapur las leyes contra las drogas son “muy estrictas”.

Algunos congresistas le mostraron vídeos disponibles en la plataforma en los que se incita a conductas dañinas; uno de ellos amenazaba a la propia presidenta del comité, la republicana Cathy McMorris Rodgers. “Esto es una muestra escandalosa de lo vulnerables que son los usuarios de TikTok”, declaraba la legisladora de Florida Kat Cammack.

Si Shou llegaba con la misión de persuadir a los congresistas de la buena voluntad de la compañía, y de enviar el mensaje de que cualquier intento de prohibir la red social vulneraría la primera enmienda constitucional, que protege el derecho a la libertad de expresión, no lo consiguió. Los legisladores ya de por sí no estaban dispuestos a dejarse persuadir, y a lo largo de las cuatro horas y media solo pareció aumentar su escepticismo y su furia hacia el consejero delegado. “Usted es una de las pocas personas capaces de unir a este comité”, apuntaba el congresista demócrata Tony Cárdenas, “todos estamos de acuerdo en nuestra desconfianza hacia TikTok”.

Al empresario no le ayudó una declaración del Ministerio de Comercio chino, horas antes de que comenzara la audiencia, en la que se oponía a cualquier posible venta de la plataforma y aseguraba que tendrá la última palabra. “Forzar la venta de TikTok socavará gravemente la confianza de los inversores en todo el mundo, incluida China, para invertir en Estados Unidos. Si las noticias se confirman, China se opondrá con firmeza”. Varios legisladores aludieron a ese comunicado para vincular a la red social con el Gobierno en Pekín.

“TikTok recoge prácticamente todo tipo de datos imaginables, desde la localización de sus usuarios a lo que teclean y copian,a con quién hablan, datos biométricos y más cosas”, señalaba Rodgers al comenzar la audiencia. “No creemos que TikTok vaya a adoptar nunca los valores estadounidenses, valores de libertad, derechos humanos e innovación”, agregaba.

La animadversión hacia la plataforma creada por ByteDance ha ido creciendo desde los tiempos en los que la red simplemente emitía vídeos cortos de bailes y chistes. Transformada en un emporio que genera amplios ingresos por publicidad y marketing —las cifras de la empresa no son públicas, dado que no cotiza en Bolsa—, y al que millones de estadounidenses acuden como fuente primaria para informarse, las suspicacias en la clase política de uno y otro signo no han hecho sino aumentar exponencialmente al mismo ritmo al que se deterioraban las relaciones entre Washington y Pekín, convertidas en dos potencias rivales.

El Gobierno estadounidense prohíbe la red social en sus terminales y sistemas informáticos. La semana pasada, TikTok aseguraba haber recibido una notificación de la Administración Biden en la que se le advertía que debía escindirse de ByteDance y venderse a otros dueños no chinos para que se le permitiera continuar sus operaciones en Estados Unidos. En la Cámara de Representantes, legisladores republicanos han presentado un proyecto de ley que daría al presidente Joe Biden poderes para cerrar la plataforma. En el Senado, el demócrata Mark Warner y el republicano John Thune han presentado su propia propuesta, que cuenta con el apoyo de la Casa Blanca y de legisladores de ambos partidos. Esa medida daría poderes a la secretaria de Comercio, Gina Raimondo, competencias para prohibir la red social.

No está claro si el Gobierno estadounidense llegaría a dar ese paso. Hace tres años, la Administración del republicano Donald Trump ya planteó esa posibilidad, para acabarla descartando. En el caso de una venta, los propietarios chinos tendrían que dar su visto bueno. Aplicar una prohibición sería complicado, tanto desde el punto de vista legal —Shou aludía a la primera enmienda estadounidense— como de la reacción de unos usuarios muy fidelizados. Los propios demócratas han hecho de esta aplicación una de sus vías para tratar de conectar con los votantes jóvenes.

“¿Por qué la histeria y el pánico, y el ataque a TikTok?”, denunciaba en una rueda de prensa el miércoles el legislador demócrata Jamaal Bowman. “Hagamos lo correcto en este caso: una reforma exhaustiva de las redes sociales en lo que se relaciona con la seguridad y la privacidad”.

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