Bruselas ha lanzado una propuesta para sortear el inesperado veto alemán a la prohibición europea de la venta de coches nuevos de combustión a partir de 2035, que ha creado indignación entre bastantes socios de los Veintisiete y hasta inquietud. La posición de Berlín sentaría un peligroso precedente político que supone que un gran país de la UE dé marcha atrás a un acuerdo prácticamente cerrado por todas las partes. La idea de la Comisión Europea, que todavía no ha aceptado Alemania sería crear una nueva categoría de vehículos que usen los llamados e-fuels, tal como reclama Berlín aunque, eso sí, de forma exclusiva y con garantías de que no podrán emplearse combustibles fósiles.
El texto de Bruselas, al que ha tenido acceso EL PAÍS y que fue adelantado por la agencia Reuters, ha sido presentado bajo gran discreción a Berlín en vista de la irritación de otras capitales por el empecinado nein alemán. La propuesta exige diversas garantías a los fabricantes de estos vehículos, que seguirían usando los motores de combustión, para asegurarse de que, en ningún caso, los conductores podrán repostar con combustibles fósiles pasado 2035, el extremo que buscaba evitar el acuerdo original europeo para acelerar el objetivo de que la UE reduzca sus emisiones de gases de efecto invernadero en al menos un 55% para 2030 ―comparados con los niveles de 1990― y que logre la neutralidad climática en 2050.
Las posiciones parecían enrocadas en vista de que tanto la Comisión Europea, autora de la propuesta, como varios países, especialmente Francia y España, se habían opuesto rotundamente a retocar el texto arduamente negociado en formato trílogo (Consejo y Parlamento, con presencia de la Comisión). Este mismo martes, a dos días de que arranque una cumbre de líderes europeos en Bruselas, que reunirá, entre otros, al canciller alemán, Olaf Scholz, con el presidente francés, Emmanuel Macron, la ministra gala de Asuntos Exteriores, Catherine Colonna, volvió a pedir a Alemania que deje de bloquear el pacto.
“Logramos un acuerdo que decía que no habría vehículos térmicos para 2035. Creo que deberíamos mantenernos en lo que acordamos, y no tengo dudas de que los alemanes van a lograr un acuerdo dentro de su coalición (de gobierno)”, declaró Colonna. Francia teme que reformar el texto pueda provocar un nuevo retraso de la industria automovilística europea en la carrera por los coches eléctricos, en los que países como China o Estados Unidos, recuerda, le llevan ya bastante ventaja. Pero el rechazo alemán también ha ido ganando algunos adeptos, especialmente Italia, cuyo gobierno también se dice irritado con lo que considera una “política de descarbonización furiosa” de Bruselas.
Hasta hoy, fuentes comunitarias y diplomáticas aseguran que no se tocará una sola coma del documento original. Pero hecha la regla, hecha la trampa, y no sería la primera vez que Bruselas halla una puerta trasera para negociar, sin jamás pronunciar esa palabra, una salida a un impasse.
Esta vez, la solución sería no modificar el texto negociado en sí, sino las normas en las que se basa. Concretamente, los reglamentos concernientes a la homologación de tipo de los vehículos de motor por lo que se refiere a las emisiones. De este modo, se permite a las dos partes mantener sus posiciones: técnicamente, no se ha renegociado el texto pactado, pero este sirve a la demanda alemana de poder construir motores para uso con combustibles sintéticos a partir de 2035.
La clave estaría, según diversas fuentes consultadas en Bruselas, en lograr que Berlín acepte que la formulación de “neutralidad tecnológica” que ha defendido siempre la Comisión y que está en el preámbulo del texto pactado por las instituciones europeas da garantía suficientes a los constructores alemanes acerca de que incluye los motores propulsados con combustibles sintéticos o e-fuels.
Berlín recibió el borrador a finales de la semana pasada y, por ahora, no ha aceptado la solución que le propone Bruselas. Los funcionarios del Ministerio de Transporte, en manos del liberal Volker Wissing, están trabajando actualmente en un borrador alternativo. Las discrepancias dentro del Gobierno de coalición alemán, formado por socialdemócratas, verdes y liberales, no se han resuelto. Según informaciones de Der Spiegel, el Ministerio de Medio Ambiente, en manos de Los Verdes, estaría de acuerdo con el borrador de la Comisión, pero los liberales insisten en otra solución. El canciller Scholz ha exigido que la disputa quede resuelta antes de viajar a la cumbre de jefes de Estado y de Gobierno que se celebra este jueves y viernes en Bruselas.
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