Claves del caos del nuevo Bicimad de Almeida: ¿por qué no funciona?, ¿por qué hay tantas bicis abandonadas? | Madrid


Una de las estaciones de bicimad en la capital con las nuevas bicicletas (azules) y las viejas (blancas), el pasado 15 de marzo.
Una de las estaciones de bicimad en la capital con las nuevas bicicletas (azules) y las viejas (blancas), el pasado 15 de marzo.INMA FLORES

Dos semanas después, las críticas de los usuarios al nuevo sistema de bicicletas públicas de Madrid continúan en aumento. Todo comenzó el pasado 7 de marzo, cuando el alcalde de Madrid, José Luis Martínez-Almeida, puso en marcha el nuevo sistema de bicicletas públicas de la capital con un mensaje potentísimo para los madrileños a menos de 80 días de las elecciones: todos los usuarios podrán utilizar el servicio de manera gratuita desde el 7 marzo y hasta el 31 de julio. Una medida sin precedentes. El coste de este anuncio es de 1,7 millones de euros, según fuentes municipales. El nuevo sistema, sin embargo, fue anunciado en marzo de 2022, se concretó en septiembre, y ha costado 48,8 millones de euros, 30 de ellos procedentes de los fondos Next Generation de la Unión Europea.

Este jueves, y 15 días después de la puesta en marcha, por primera vez, la portavoz del Ayuntamiento, Inmaculada Sanz, ha pedido a los madrileños que, si se encuentran alguna bicicleta tirada en la calle ―hace una semana había 500 desaparecidas por la capital―avisen al teléfono gratuito de atención al ciudadano 010 para que los trabajadores procedan a retirarlas. Estas son algunas de las claves que explican el caos que está afrontando este servicio de transportes municipal y público de la capital de España.

¿Por qué no funciona correctamente el nuevo servicio?

Las quejas entre los usuarios son constantes, sobre todo en redes sociales, desde el primer día. El perfil de Bicimad en Twitter no para de contestar a usuarios que denuncian la incapacidad de usar el servicio correctamente. Solo este jueves, entre las ocho de la mañana y las doce del mediodía, la aplicación ha respondido ya a 36 incidencias, ocho a la hora. “Buenos días. Puede ser un problema de usuario, aconsejamos desloguear y volver a entrar. Si sigue ocurriendo, por favor, poneros en contacto con servicio por las vías establecidas”. “Buenas tardes. El saldo se transfiere en la migración a tu cuenta de usuario y cualquier viaje que realices se descontará del mismo. Si te refieres a que no se visualiza, por favor, tras haber realizado la migración, prueba a desloguearte y volver a entrar”. “Gracias por la información, [en referencia a la fotografía de una bicicleta tirada en la calle]”.

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La mayoría de los usuarios se queja abiertamente de la nueva aplicación ―que requiere de una migración para los antiguos usuarios que genera problemas desde el primer día— y de la incapacidad para usar el servicio, además de la demora en la atención telefónica para tratar de solucionar los inconvenientes, como el cobro por el uso de un servicio que es gratuito hasta el 31 de julio. Si esto sucede, deberá notificar a la aplicación para proceder a su devolución.

Un simple vistazo al mapa de la aplicación demuestra que la cantidad de bicicletas que había hace 15 días repartidas por Madrid ha caído prácticamente a la mitad. Encontrar bicicletas disponibles, tanto de las nuevas como de las antiguas, es casi imposible. ¿Qué dice el Ayuntamiento? “Somos conscientes de que la integración de los sistemas ha ocasionado incidencias asociadas a la activación del servicio y estamos trabajando intensamente en resolverlas”, cuenta por teléfono una portavoz de Movilidad. La previsión es que la situación tampoco mejore en los próximos días.

¿Qué puedo hacer si me encuentro una bicicleta tirada en la calle?

Por primera vez, la portavoz municipal del Ayuntamiento ha pedido a los madrileños que, si se encuentra con alguna bicicleta tirada en la calle, trate de informar al servicio de bicimad mediante una llamada telefónica o avisando en redes sociales con un mensaje a @Bicimad. “Se están produciendo incidencias y esperamos que se solucionen en las próximas semanas. [Recomendamos] que comuniquen las incidencias para mejorar el servicio”, ha dicho Sanz. Este mensaje se suma al del propio perfil en Twitter de la aplicación, que diariamente recuerda a los usuarios que las normas de uso de la bicicleta incluye la guardia y custodia de la bicicleta, desde la retirada hasta su devolución en otra estación.

Fuentes municipales explican que uno de los fallos que han detectado es que muchos de los nuevos usuarios se han dado de alta en el servicio y desconocen que las bicicletas deben ser devueltas en una estación, no en la calle. De ahí, explican, que exista tal cantidad de bicicletas repartidas y sueltas por las calles de la capital.

Según datos internos a los que accedió EL PAÍS la semana pasada, en los primeros siete días han desaparecido unas 500 bicicletas: unas 250 de las nuevas y unas 250 de las antiguas, tiradas por parques, portales, puentes, jardines. El Ayuntamiento niega esta cifra. Sin embargo, este periódico ha visto el documento donde se ve la cantidad de bicicletas.

¿Qué sucede con la nueva aplicación?

El nuevo sistema de Bicimad incluye una nueva aplicación para poder usarla y unas nuevas bicis, al mismo tiempo en el que se siguen utilizando las viejas y la vieja aplicación. Una convivencia que, desde el primer día, está generando caos e incertidumbre entre los usuarios, que han descendido un 20% desde que Almeida está en el Ayuntamiento. Los últimos datos disponibles son de septiembre de 2022. El área de Movilidad lleva cinco meses sin publicar las cifras. ¿Por qué? “Ahora, Bicimad se opera bajo la modalidad de gestión directa y la Empresa Municipal de Transportes será la encargada de publicar los datos de su gestión, evaluando el lugar de su publicación, la periodicidad y el contenido de los mismos”, asegura una portavoz del área.

Desde el 7 de marzo, y hasta finales de julio, se verán dos tipos de bicicletas públicas por las calles de Madrid: las nuevas, de color azul; y las viejas, blancas. En 15 días de convivencia la gestión de ambas está siendo un caos, según los usuarios y los propios trabajadores de Bicimad. Y todo se debe, según apuntan todos, a la planificación del Ayuntamiento. Las nuevas bicicletas no se pueden cargar en las estaciones viejas, ni tampoco anclar, para evitar robos. Y las viejas, lo mismo, pero en las estaciones nuevas.

A esto se suma que algunas de las nuevas estaciones que ya estaban instaladas y preparadas para funcionar han sido desmanteladas por la propia área de Movilidad, como la de la calle María Sevilla, al lado del metro de Las Musas. “Ha sido por un tema técnico”, cuenta una portavoz municipal. “Las nuevas estaciones nos permiten mucha flexibilidad para enfrentarnos a situaciones como esta”.

“Nosotros tenemos que llevarnos las nuevas al almacén para poder cargarlas”, contaba un empleado a este periódico el martes pasado. “Esto es un caos, literalmente”. ¿Y las bicicletas viejas? Lo mismo. Si un usuario utiliza una de las antiguas y la aparca en una estación nueva, tampoco se carga. Son los trabajadores los que acuden con baterías portátiles para cambiarlas y que el usuario disponga del servicio eléctrico en la bicicleta.

El difícil camino de Madrid y las bicis

Al contrario de lo que sucede en el resto de capitales europeas o de las grandes urbes españolas, la ciudad no cuenta con vías ciclistas. Un kilómetro por cada 100 de vía pública; 15 veces menos que Bilbao, Sevilla o Barcelona. Madrid va en dirección contraria. Apuesta por los ciclocarriles. Aquí el ciclista comparte las avenidas con los coches. Es decir, que los vehículos deberían circular como mucho a 30 kilómetros por hora si tienen a una bici delante. Casi nadie lo cumple. Un peligro que los ciclistas siempre han denunciado. La mayoría de estudios de movilidad apuestan por los espacios segregados. Un carril propio y separado. Sevilla, por ejemplo, creó una red extensa y la movilidad a pedales se disparó de golpe hasta el 7%.

“Madrid no ha demostrado todavía que cree en el proyecto de la bici”, contaba hace unos meses a este periódico la arquitecta Belén Moneo, que ha participado en las mesas de movilidad del Ayuntamiento. “No es por falta de conocimiento técnico. Es un tema político”, observaba también Esther Anaya, profesora de la Imperial College de Londres especializada desde hace décadas en movilidad urbana sostenible.

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