Del adicto a la ketamina a la estrella del pop: Rocío Aguirre o cómo convertir fotos íntimas de exnovios en una biografía personal | Cultura


Este es un viaje con paradas en cuatro rupturas, dos continentes, tres familias, una jeringuilla, como mínimo cinco penes erectos, media docena de nucas y otra de rayas de cocaína e incontables amigos. Es el viaje de Rocío Aguirre (Santiago de Chile, 33 años) y su tránsito por el piélago entre joven y adulta de nuevo cuño en Rocío [2008-2022], álbum de fotos hasta ahora privado y hoy convertido en libro autobiográfico por Paripé Books. Su historia, personal e intransferible, es, a la vez, la de todo veinteañero que se encuentra un día en el mundo real, se busca en los demás, se destruye, se recompone, se mira y, al final, crece.

Aguirre, una de las mayores fotógrafas de moda de Chile (y, cada día más, de España), se autorretrata sin mostrar su cara en casi ningún momento. Lo hace en ciento y pico páginas de imágenes crudas, íntimas y, en el mejor de los casos, un poco escandalosas. No hay texto. Solo fotografías descontextualizadas, cotidianas, a veces crípticas, un universo de rupturas, anhelos y mucha noche, una balada de su independencia sexual (el libro debe mucho, espiritual y estéticamente, a la Balada de la dependencia sexual de Nan Goldin) organizada a lo largo y ancho de cinco relaciones, las más duraderas que Aguirre ha tenido con hombres en los últimos 15 años, hasta desembocar en la actual, con Antón Álvarez Alfaro, más conocido como C. Tangana.

“No creo que los hombres sean lo importante del libro”, defiende Aguirre ahora ante posibles malpensados. “Los ciclos del romance, si eso. Estando enamorada es cuando más hago fotos, hasta que me doy cuenta de que ya se está estancando esto, que se acaba el amor. Y las mejores fotos vienen justo ahí, en las separaciones, los momentos más fuertes. A los músicos les pasa lo mismo: componen o con el corazón superroto o superenamorados. Las relaciones son el espejo del alma”.

Objetos personales de Rocío Aguirre en una caja en 2008, en una de las fotografías de 'Rocío [2008-2022]'.
Objetos personales de Rocío Aguirre en una caja en 2008, en una de las fotografías de ‘Rocío [2008-2022]’.ROCÍO AGUIRRE

Su alma, en concreto, está reflejada en fotografías analógicas, formato al que Aguirre se acostumbró cuando empezó a estudiar el oficio en Santiago de Chile: “No tenía elección porque no tenía pasta para comprar una cámara digital”. Es el formato de las primeras imágenes del álbum, retratos juveniles, inocentes, virginales casi, de campo, playa y familia. Entonces llega una foto importante, la de la página 19 del libro. Una nuca. “Mi primer novio”, anuncia Aguirre. “En el libro presento a cada novio por la nuca”. ¿Por qué? “No sé. Es un fetiche que tengo en los hombres. Es bonita una nuca”.

Un momento de intimidad en Chile en 2008, entre las fotografías de 'Rocío [2008-2022]'.
Un momento de intimidad en Chile en 2008, entre las fotografías de ‘Rocío [2008-2022]’.ROCÍO AGUIRRE

Datos importantes del novio número uno: chileno, músico. Famoso: “Prefiero que no digas su nombre”. Mayor: “Él tenía 24, yo 18 cuando lo conocí [2008]”. Como otros primeros novios de la historia de la humanidad, tenía una lección importante que impartir sobre el mundo: “Lo de ser empresario. Me enseñó cómo hacer que la gente se interese por tu trabajo, ser tú el líder dentro de un proyecto que te inventas tú”, rememora ahora Aguirre, con un deje de cariño en la cara.

El estilo de las fotos cambia tras la nuca. Se siguen mostrando playa, amigos y coches pero hay algo más carnal, mucho más desinhibido, en estas imágenes. Por primera vez, hay desnudos, de los dos, juntos, solos. “Los capítulos se ven muy bonitos al principio”, dice. “Nuestra vida íntima, que se repite con los otros novios. Luego aquí empieza como a ir a un lado oscuro”. Pasa la página.

Una de las fotografías de 'Rocío [2008-2022]'.
Una de las fotografías de ‘Rocío [2008-2022]’.ROCÍO AGUIRRE

“Él era adicto a la ketamina, de hecho, lo habla mucho en sus canciones. Eso empezó a torcer la relación. Yo no me drogo: he probado, pero no consumo nada habitualmente. Para mí era un conflicto. ¿Así debería ser el tener éxito? ¿Es esto lo que debes hacer porque te inspira como artista?”.

A la relación le acabó pasando lo que le pasa a casi todas, que se terminó. Y que la ruptura le dio un nuevo significado a todo lo anterior, bastante literal en este caso: “Me dejó por un chico. Después de mí, empezó a salir con hombres. De hecho, ahora está casado con uno”, anuncia Aguirre. “Me costó mucho, siendo tan joven, entenderlo. Estando sola, como un bebé perdido en la ciudad. No era algo contra mí, a cualquiera le puede pasar, pero me dejó el ego por el suelo. Me parecía que era mi primera enseñanza con el amor, que el amor iba a ser así siempre”. Porque si el amor no iba a ser así siempre, la pregunta era todavía más cruel: ¿es que ella no había sido suficiente?

Autorretrato de Rocío Aguirre, entre las fotografías de 'Rocío [2008-2022]'.
Autorretrato de Rocío Aguirre, entre las fotografías de ‘Rocío [2008-2022]’.ROCÍO AGUIRRE

En las odiseas se espera que uno baje al Hades, a veces tan literalmente como Ulises. Aguirre tal vez no lo hizo pero sí empezó a vivir la noche. Y la noche la llevó a Berlín. “Lo típico de cuando terminas con alguien y te vas de viaje porque dices: ‘Como ni me la voy a topar, se me va a olvidar’. Pero en realidad no dejas de pensar en esa persona”. La noche se convirtió en una herramienta para gestionar aquella primera ruptura, la más violenta de todas: se ve en las fotos de neones, focos, madrugadas, conciertos. Es como si Stephen Shore se hubiera ido de farra con Wolfgang Tillmans. Se ven retratos de hombres anónimos, pasajeros, desnudos.

Y también desnudas. “Esta era una novia que tuve, algo de lo que me acabo de dar cuenta hace dos días”, se detiene Aguirre. “Nunca supe explicarlo. Es amiga, pero a veces nos liamos y es una cosa muy afectiva, pero me enamoraba de otra gente, pero me sentía enamorada de ella y ojalá ser más lesbiana para estar con ella, pero no me sentía capaz. El otro día me llamó: ‘Me acabo de dar cuenta de que nuestra relación fue una relación poliamorosa’. Wow, por fin le pongo nombre. Tuve una relación poliamorosa en 2010”. Pasa la página. Ha llegado otra nuca.

El segundo novio de Rocío Aguirre, en 2014, en una de las fotografías de 'Rocío [2008-2022]'.
El segundo novio de Rocío Aguirre, en 2014, en una de las fotografías de ‘Rocío [2008-2022]’.ROCÍO AGUIRRE

Datos importantes del novio número dos: diseñador gráfico, vocación artística justa y, lo más fundamental: “Muy heterosexual”. Pocas cosas dialogan como un nuevo novio con la herida dejada por el anterior. “Este era un chico que jugaba al fútbol. Más tradicional, eso también fue un descanso de mi lado creador”. Ya era 2014 y lo que sigue es un huracán casi abstracto de camas deshechas, cuerpos, curvas, texturas, playa, viajes… “Y aquí me doy cuenta de que mi novio súper hetero me había sido infiel”, añade Aguirre al pasar la página y señalar la foto de una chaqueta con una espectacular minga dibujada en la espalda.

La chaqueta de la amante del segundo novio de Rocío Aguirre, en 2014, en una de las fotografías de 'Rocío [2008-2022]'.
La chaqueta de la amante del segundo novio de Rocío Aguirre, en 2014, en una de las fotografías de ‘Rocío [2008-2022]’.ROCÍO AGUIRRE

“Mucho antes de que viviéramos juntos había encontrado un abrigo en su casa. Era de mujer. ‘Qué guay este abrigo de piel, dámelo’. No sé qué me dijo: ‘No, es de un amigo que no sé qué’. ‘Bueno, pues lo ha perdido. Me lo quedo”, rememora. “Un año después, me puse tóxica en un momento que sospechaba que había algo y miré su celular. Y había una conversación donde una chica le estaba diciendo: ‘Oye, devuélveme el abrigo’. Miré un poco más y, claro, me había sido infiel. Me sentí como una imbécil. Me había pedido matrimonio hacía nada y le había dicho que sí. Entonces dibujé una polla con espray en el abrigo y se lo di. ‘Ya se lo puedes devolver”. Pausa para la reflexión: “Qué tóxica”.

La siguiente foto es de un volante atado con una cadena y candado. Y sin solución de continuidad, es 2016 y estamos ante otra nuca.

El tercer novio de Rocio Aguirre, en 2016, en una de las fotografías de 'Rocío [2008-2022]'.
El tercer novio de Rocio Aguirre, en 2016, en una de las fotografías de ‘Rocío [2008-2022]’.ROCÍO AGUIRRE

Datos importantes del novio número tres: de nuevo, músico, aunque aficionado. De nuevo, mayor. 41 años; Aguirre ya tenía 26. Divorciado, tres hijos. Custodia compartida. Una semana con los chavales y otra sin. Y sin riesgo de infidelidad por hipersexualización. “Fue un amor un poco distinto”, celebra Aguirre. “Era un padre increíble. Me di cuenta de que en realidad no todos los padres eran unos hijos de puta”. Inciso: el padre de Aguirre fue infiel a su madre y de ahí que, cuando esta era niña, el matrimonio se divorciara.

Este capítulo es luminoso, y, a ratos, el primero que no toma distancia con los objetos. Se retrata a los niños tal cual, uno chapoteando en el agua, otra con ese gesto entre aburrido e irritado que tanto ponen las preadolescentes. Un cuarto de baño. Globos. Una cara triste con el mensaje: “Yo soy tú”. Y, de ahí, en 2018, el fin. “Me vi atrapada en una realidad que no era la que quería. Toda esa cosa que le encontraba que era bonita, no sé qué de la familia, de repente me sonaba a: ‘Tengo 27 años. Me toca tener un hijo y no sé si quiero, ¿sabes? Entonces dije: ‘Me voy a España”.

Una de las fotografías de 'Rocío [2008-2022]'.
Una de las fotografías de ‘Rocío [2008-2022]’.ROCÍO AGUIRRE

El resumen que Rocío Aguirre hace de esta fase española en la entrevista es: “Aquí ya no era tan tímida”. El que hace en el libro es mostrar tres chicos distintos en erección, tres chicas en diferentes fases de desnudez, maquillaje, tatuajes. Gente desenfocada con mala cara al despertar.

“Esto es una nueva nuca, pero muy cortita, así que tampoco está expresada como las demás”. Un cuarto novio, si se le puede llamar así. Músico (“Me puedes llamar ‘amante de la música’ o pesada”). En Chile, en España. Relación abierta, por llamarla de alguna manera. “Libre. Seguimos juntos pero igual había fiesta entre medias”, rememora. “Luego me dijo que la quería cerrar y yo le dije que no. Le dije que sí por pensar que lo iba a lograr y no pude”. Más fotos de fiesta. Madrid. Barcelona.

Y una nuca más, la última, la definitiva.

El músico C. Tangana, en 2020, en una de las fotografías de 'Rocío [2008-2022]'.
El músico C. Tangana, en 2020, en una de las fotografías de ‘Rocío [2008-2022]’.ROCÍO AGUIRRE

Datos importantes a saber del novio número cinco: C. Tangana, Pucho, Antón, algo menor que Aguirre: 30 años en 2020. Músico también, tal vez una de las mayores estrellas de la música en español en todo el mundo tras el lanzamiento de El madrileño en febrero 2021. En realidad son tres en la relación: ella, él y la fama de él, que amenaza con convertir a Aguirre en una novia de. “Hombre, es un coñazo. Teniendo una carrera de éxito en Chile, por querer probar más, me vengo a España, sigo currando de lo mío y de repente soy la novia de”, protesta. “Pero creo que lo sabemos cuidar muy bien. Nunca posamos juntos y subimos pocas cosas a redes sociales. Ni es una relación oculta ni me niego a hablar de esto. Pero hay que separar las cosas”.

Algo que conecta esta relación con las demás: las fotos de varios momentos de crisis. Algo que la hace única: hay vida después de esas crisis. La foto de Tangana sobre estas líneas es una de ellas. La crisis gorda estalló en enero de 2021, poco antes de que Tangana lanzara El madrileño, y justo Filomena enterró Madrid en nieve. “Lo que faltaba ahora, que se congelara el mundo”. Pero la relación sigue. Regresan las fotos de playa, la luz, el color, el tonteo con el estilo de Martin Parr. Está incluso el yate más famoso del pop en los últimos años, el de aquella foto viral de verano de 2021.

Una de las fotografías de 'Rocío [2008-2022]'.
Una de las fotografías de ‘Rocío [2008-2022]’.ROCÍO AGUIRRE

¿Sale su último novio diferente a los demás por el hecho de ser una estrella? No necesariamente. Solo cierta negociación previa. “Había una foto de Antón que era mucho más explícita. Y en un principio, cuando le dije: ‘Estoy armando el libro y quiero poner esta’, él me dijo: ‘Vale’. Pero cuando lo empezó a ver montado en la pared con todas las otras fotos dijo: ‘Soy el único al que se le ve la polla y la cara y me pueden reconocer. No sé si quiero’. Bueno. No necesitamos mostrar nuestra intimidad así de cruda”.

Este no es un retrato completo de Rocío Aguirre. Falta decir que hace fotos de publicidad y para discográficas, revistas de moda y en agencias. Falta decir también lo que quizá añadiría un psicoanalista: que hay un hombre muy importante al que ni se ve ni se alude en el álbum. “Cuando mis padres se separaron, quise tirar todas las fotos de mi padre”. Falta ese agente comercial de Shell que llevaba a Rocío de ciudad en ciudad por todo Chile de pequeña, que la acostumbró a estar siempre de mudanza y con el paisaje como único compañero fijo; el hombre de quien ella aprendió a desconfiar un poco del amor y las figuras paternas. El que un fin de semana, de aquellos tras el divorcio que les tocaba pasar juntos y en los que hacían cosas como ir a volar una cometa a la playa, le dio una cámara compacta y le dijo: “Toma, aprovecha para hacer fotos”.

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