Puede que la Fondation Custodia sea una institución prácticamente desconocida para el gran público, pero no podría encontrarse más a la vista. A dos pasos de la Assemblée Nationale, con el Obelisco de Luxor y el Grand Palais de fondo, esta colección privada de dibujos y obra gráfica europea de entre los siglos XV y XIX —una de las más potentes del mundo en manos privadas, por detrás de gemas como la sección de obras sobre papel de la Royal Collection del rey de Inglaterra— goza de una ubicación privilegiada repartida entre dos hôtels particuliers contiguos de la época anterior a Haussmann enclavados en pleno corazón de París, que no solo sirven como sede de la institución sino también como hogar de su director. Estos palacetes urbanos de enormes ventanales por donde se cuela en tromba la famosa luz de la ciudad fueron adquiridos en 1947 por el holandés Frits Lugt (1884-1970) para albergar las miles de obras de arte que atesoró a lo largo de su vida, además de muebles y antigüedades, y desde entonces han ido expandiendo sus actividades para cumplir con la misión vital del filántropo de contribuir al desarrollo de la Historia del arte.
En la actualidad, la fundación posee aproximadamente 7.000 dibujos, 15.000 grabados, 450 pinturas y 55.000 cartas autógrafas, la mayoría de artistas neerlandeses y flamencos, pero también franceses, italianos, alemanes… y algún que otro ejemplo español, de Goya a Sorolla. A partir de la colección original de Lugt —amante y especialista en Rembrandt, de quien amasó 21 piezas y de quien la fundación conserva dos de las siete misivas suyas que existen— han ido añadiendo adquisiciones que se financian, al igual que todos sus gastos, incluidos los sueldos de sus 25 empleados, con la “pequeña fortuna” que legó el matrimonio conformado por el coleccionista y su mujer, Jacoba Lugt-Klever, una rica heredera. Una de las vías de crecimiento de la colección está marcada por la reciente incorporación de unos 500 bocetos al óleo, muchos realizados al aire libre, que ofrecen “una panorámica de esta técnica desde aproximadamente 1780 a 1880, antes del impresionismo”, como explica Hans Buijs, comisario y director provisional de la institución tras el súbito fallecimiento de Ger Luijten en diciembre de 2022, quien será reemplazado cuando la junta que rige la fundación alcance un acuerdo. Mientras que muchos de estos bocetos cuelgan en las paredes de las estancias de los palacetes, en cuyas habitaciones trabajan los empleados, los dibujos han de protegerse de la luz por motivos de conservación. A diferencia de la gran mayoría de las instituciones, que los guardan en cajas, aquí se conservan a la manera tradicional: entre las páginas de álbumes de cuero originales (en sí mismos obras de arte), que se amontonan en las estanterías de varias salas cuyas puertas se protegen con rejas.
Aunque la Fondation Custodia puede presumir de poseer algunas obras de relumbrón —no solo sus rembrandts sino también piezas de maestros como Bruegel, Rubens, Watteau o Ingres, así como un dibujo preparatorio de Leonardo que resiste a las reatribuciones—, el espíritu de la colección de Lugt tiene más que ver con la vocación de ampliar las miras por medio de la promoción del trabajo de artistas no tan conocidos, representados además en sus periodos menos estudiados. “Le gustaban mucho los motivos simples”, apunta Buijs, señalando algunas obras con paisajes idealizados esbozados en apenas unos trazos. En esa misma línea se mueven las exposiciones temporales que organizan. En la actualidad, y hasta el 14 de mayo, tienen abiertas dos: una con dibujos de objetos de artes decorativas procedentes de la colección del Rijksmuseum (Créer. Dessiner por les artes décoratifs 1500-1900) y otra con obras sobre papel neerlandesas del siglo XVIII —mucho menos conocido que el XVII— que se conservan en los Museos Reales de Bellas Artes de Bruselas (Cabinet de dessins néerlandais. Le XVIII siécle). “Al ser una fundación privada no tenemos la presión de programar exposiciones espectaculares”, se jacta Buijs, que presume del viaje continuo de las obras de la fundación, que se prestan constantemente a instituciones de todo el mundo, “de modo que podemos contribuir a difundir a artistas menos famosos”.
El renacimiento del pintor del Siglo de Oro neerlandés Jacobus Vrel
La gran apuesta expositiva de este año llegará en el mes de junio, cuando presentarán una completa retrospectiva de la obra de Jacobus Vrel (c. 1630-c. 1680), un oscuro pintor del Siglo de Oro neerlandés redescubierto del que apenas se tiene constancia de unas pinceladas de su biografía, y que ha sido catalogado como el “precursor de Vermeer”. (Una magnífica obra suya, Interior con una mujer sentada junto al hogar, forma parte de la colección Carmen Thyssen). En cartel actualmente en el Mauritshuis de La Haya, Vrel —como abunda la comisaria de la muestra, Cécile Tainturier— comparte con el maestro de Delft (protagonista ahora mismo de una de las exposiciones más esperadas y aclamadas en años, abierta hasta el 4 de junio en el Rijksmuseum de Ámsterdam) un gusto por los ambientes enigmáticos y las escenas intimistas y silenciosas. Protagonizadas por personajes corrientes, sus pinturas despliegan algunos rasgos insólitos en el arte de la época, como la representación de espacios prácticamente vacíos y el uso de numerosas firmas diferentes para identificar su obra. Con figuras de espaldas que observan algo al otro lado de puertas y ventanas, o que se cubren el rostro en una retrospección interior, el arte de Vrel, como intuye Tainturier, alude de manera avanzada a su tiempo al “acto de mirar”, en una reflexión tanto sobre el papel del pintor como en torno a la propia naturaleza humana.
Además de ofrecer sus obras en préstamo y de abrir al público su biblioteca de historia del arte, una de las más importantes de Francia, así como promover publicaciones, otra de las misiones fundamentales de la Fondation consiste en la creación de una base de datos en línea de marcas de coleccionista, esto es, los sellos con iniciales u otros diseños que los coleccionistas estampan en el verso (o, a veces, el recto) de los dibujos y grabados para identificarlos como parte de su acervo. Frits Lugt fue el primero en documentar estas marcas, y hoy en día la base de datos en línea acumula unas 9.000 entradas, a las que se irán sumando otras 3.000 marcas pendientes de estudiar y digitalizar. “Es la base de datos de referencia en el mundo”, asegura Peter Fuhring, consejero científico que trabaja en este proyecto. De este modo, historiadores, expertos y casas de subastas pueden recurrir a esta herramienta para rastrear la procedencia de obras sobre papel europeas y estadounidenses e incluso contribuir a la investigación de sus atribuciones.
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