El futuro del agua empieza por erre: regenerar y reutilizar ayuda a preservar este recurso | Sociedad


Estamos a menos de una década (o a más de un lustro, según el optimismo del cristal con que se mire) de la fecha fijada para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). El número 6, Agua y saneamiento universal para todos, está aún lejos de verse cumplido en 2030. El cambio climático afecta cada vez más a los recursos hídricos, y ha abocado al planeta a una situación de crisis que ha impulsado a las instituciones internacionales a convertir 2023 en el Año del Agua, para ponerla en primera línea de la agenda política.

Hoy, Día Mundial del Agua, hay en Nueva York un nuevo recordatorio, un nuevo resorte: la Conferencia del Agua de las Naciones Unidas 2023, que se prolongará hasta el día 24. En ella se presenta un documento decisivo, la Agenda de Acción del Agua, coincidiendo con la mitad de la década que trazó la organización internacional (2018-2028), para sensibilizar y actuar sobre el asunto. Con la campaña global Sé el cambio se anima a las personas, las empresas, las administraciones y el mundo académico a cambiar la forma en que la usan, consumen y gestionan.

El cambio climático agrava la escasez de agua

Si hay un factor que afecta directamente a los recursos hídricos, este es sin duda el cambio climático. La preocupante variabilidad del ciclo del agua (sequías, inundaciones) nubla la previsión de su disponibilidad, disminuye la calidad y, sobre todo, agrava aún más su escasez. Como explican desde Agbar, hub de conocimiento del agua integrado desde 2022 en Veolia –referente mundial de la transformación ecológica– en 2030 se estima, según datos de Naciones Unidas, que el 47% de la población mundial vivirá en áreas con estrés hídrico y se calcula que la demanda de agua aumentará entre un 20% y un 30% para el año 2050.

En un sondeo reciente, el 85% de los españoles reconocían que la escasez y el agotamiento de los recursos es grave e inminente (77% es la media mundial), y el 62% consideran necesario cambiar radicalmente nuestro estilo de vida (frente al 55% del resto de países)

España es uno de los países de la Unión Europea más afectados por el cambio climático. La escasez del agua constituye un desafío importante para gran parte de su territorio. Pero también es uno de los países más concienciados del mundo, según el Primer Barómetro de la Transformación Ecológica de Veolia, una encuesta realizada en 2022 en colaboración con la consultora Elabe en 25 países de los cinco continentes. El 85% de los españoles participantes en el muestreo piensan que la escasez y agotamiento de los recursos es grave e inminente (77% es la media mundial), y el 62% consideran necesario cambiar radicalmente nuestro estilo de vida (frente al 55% mundial).

Solución circular para el abastecimiento sostenible

En España “la mayoría de las fuentes de agua que utilizamos tienen elevada dependencia de la climatología”, advierten en Agbar. “La regeneración del agua se presenta como una de las grandes opciones para hacer frente a este gran reto, en línea con la Agenda 2030 y los ODS de Naciones Unidas”. Regenerar pasa por depurar el agua y someterla a un nuevo tratamiento, basado en un modelo circular. El imperativo es válido tanto para devolver el caudal regenerado en condiciones óptimas a los ríos y acuíferos y así empezar de nuevo el ciclo, como para proporcionar agua directamente a la industria, a las ciudades y a la agricultura e incluso garantizar el suministro a las ciudades del futuro.

Agbar, con más de 155 años de trayectoria en el ámbito del agua, dispone del conocimiento, la capacidad de gestión y la tecnología para materializar esta iniciativa. De hecho, en el ámbito de la depuración, el grupo está convirtiendo sus plantas depuradoras en las llamadas ecofactorías, un modelo de gestión integral que se basa en regenerar agua con el fin de darle nuevos usos, valorizar los residuos para nuevos recursos y producir energías renovables generando un impacto positivo sobre el entorno.

La estación depuradora de Las Burras, en San Bartolomé de Tirajana (Gran Canaria), es una de las diez que opera Canaragua, del grupo Agbar. El archipiélago tiene un déficit hídrico cercano al 35%.
La estación depuradora de Las Burras, en San Bartolomé de Tirajana (Gran Canaria), es una de las diez que opera Canaragua, del grupo Agbar. El archipiélago tiene un déficit hídrico cercano al 35%.

Actualmente, la compañía reutiliza 128,7 hm³ de agua regenerada al año, de los cuales el 53% se destina a usos agrícolas. Las ventajas del proceso son palpables:

• Evita depender exclusivamente de las condiciones medioambientales y climáticas para garantizar el acceso al agua.

• Reducir la extracción de agua del medio natural favorece la preservación del estado ecológico de los ríos y acuíferos permitiendo la regeneración de los ecosistemas y biodiversidad que acogen.

• El agua regenerada es agua de proximidad, accesible y estable, lo cual hace posible una gestión eficaz, sostenible y medioambientalmente responsable.

Algunos casos de éxito probado

Hay territorios con un nivel de alerta más elevado por la crisis climática. Es el caso de Canarias, un archipiélago en el que no hay ríos, con un déficit hídrico cercano al 35%. Pero Agbar contribuye a aliviar la situación con la reutilización de agua aplicada al sector turístico, un referente en esa comunidad autónoma. Canaragua, también parte del grupo, suministra a tres campos de golf agua regenerada procedente de la reutilización de la depuradora de Las Burras, situada en el sur de la isla de Gran Canaria. En total, Canaragua opera 10 estaciones depuradoras y consigue producir más de 4.000.000 m³ de agua regenerada al año, con otros usos como el riego de zonas verdes municipales.

Hay en la península varias zonas con respuesta de Agbar. El área metropolitana de Barcelona, por ejemplo. El déficit hídrico afecta sobre todo a las cuencas de los ríos Ter y Llobregat, principales fuentes de suministro de agua potable de la zona. Aigües de Barcelona quiere impulsar la regeneración del agua y el aprovechamiento sostenible de recursos locales, con un proyecto con fondos Next Generation que supone una inversión de alrededor de 1.500 millones de euros.

Gracias a la depuradora de Cabezo Beaza, en Cartagena (Murcia), los agricultores de la comarca pueden producir más de 412.000 toneladas anuales de hortalizas como lechuga, coliflor, brécol o melón de la Galia.
Gracias a la depuradora de Cabezo Beaza, en Cartagena (Murcia), los agricultores de la comarca pueden producir más de 412.000 toneladas anuales de hortalizas como lechuga, coliflor, brécol o melón de la Galia.

Este proyecto permitiría convertir a Barcelona y su área en un hub de referencia mundial en resiliencia y adaptación a la emergencia climática. Parte de esta iniciativa consiste en la adecuación de las dos grandes depuradoras de aguas residuales del área metropolitana ⎯la del Baix Llobregat y la del Besòs⎯, la reinyección en el río y su nueva captación a posteriori. Otro eje fundamental del proyecto es la desalinización de agua del mar mediante la construcción de dos nuevas estaciones en la zona.

La depuradora de aguas residuales Cabezo Beaza de Cartagena (Murcia) abastece de agua reutilizada a 4.300 hectáreas de cultivo, contribuyendo a paliar los efectos de la sequía en el Campo de Cartagena. Gracias a este complejo, gestionado por Hidrogea (parte del grupo Agbar), los agricultores de la comarca son capaces de producir más de 412.000 toneladas anuales de hortalizas como lechuga, coliflor, brécol o melón de la Galia. Los regantes de la zona aseguran que esta intervención les ha permitido mantener los niveles de producción en situaciones de sequía severa. El futuro florece desde el Día Mundial del Agua, pero no acaba en esa conmemoración.



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