Xi invita a Sánchez a Pekín en pleno intento de mediación en la guerra de Ucrania | España


Sánchez y Xi, en la cumbre del G-20 en Bali (Indonesia) en noviembre de 2022.
Sánchez y Xi, en la cumbre del G-20 en Bali (Indonesia) en noviembre de 2022.Borja Puig de la Bellacasa (EFE/Moncloa Pool)

El presidente chino, Xi Jinping, ha invitado a Pedro Sánchez a una visita de Estado a Pekín la próxima semana, el día 31, en un momento especialmente relevante porque el líder de la superpotencia asiática acaba de volver de un viaje de tres días a Moscú donde se ha ofrecido como mediador para buscar una salida a la guerra de Ucrania y ha planteado un plan de paz. Sánchez está claramente instalado en las posiciones europeas y de la OTAN, y por tanto más cercano a EEUU. De hecho el presidente español visitó recientemente a Volodímir Zelenski en Kiev y le trasladó su apoyo incondicional. Incluso llegó a hablar entre grandes aplausos en el parlamento ucranio.

La posición es por tanto distinta a la de China, que ha mantenido una importante cercanía con Moscú aunque sin enviarle armas y por tanto sin entrar formalmanente en el conflicto. Sin embargo, el Gobierno español siempre ha destacado el papel clave que tiene China para influir sobre Vladímir Putin y buscar una salida a la guerra que ya ha cumplido un año. Sánchez cada vez habla más de planes de paz, aunque él respalda el que ha planteado Zelenski, que incluye la recuperación de todo el territorio de Ucrania, incluida la ocupada península de Crimea. Sánchez tendrá ocasión de conocer de primera mano el plan de Xi y logrará información de la posición de Moscú. Como es habitual y dada la buena relación entre dos aliados de la OTAN, EE UU ha sido informado del viaje, según fuentes gubernamentales.

Sánchez ya se vio con Xi en una reunión bilateral en la última cumbre del G-20 en Bali en noviembre de 2022. Y ya entonces el Gobierno español destacó el papel de China como posible mediador. Ese fue el corazón del mensaje que Sánchez trasladó a Xi en Bali, donde también se habló de la presidencia española de la UE, que llegará en el segundo semestre de este año, y de cuestiones comerciales. Ahora, cuatro meses después, el papel de China ha cobrado aún mayor importancia.

El hecho de que Xi invite a Sánchez en un momento así es visto desde el Gobierno como una prueba del creciente peso internacional de España y del propio presidente, que se ha volcado en la agenda exterior. De hecho, Sánchez viajará a China casi nada más volver de la cumbre iberoamericana de Santo Domingo de este fin de semana, y a esta última viajará directamente desde la cumbre de la UE en Bruselas del jueves y viernes. Entre medias de ambos viajes llegará probablemente la minicrisis de Gobierno para sustituir a las dos ministras que son candidatas, Reyes Maroto (Industria) y Carolina Darias (Sanidad).

La agenda internacional del presidente complica en ocasiones la nacional, de hecho en La Moncloa tuvieron que buscar un hueco a la moción de censura esta semana en medio de los compromisos internacionales. Estos harán que la próxima semana el presidente se salte dos sesiones de control, la que tenía prevista el martes en el Senado con Alberto Núñez Feijóo y la habitual del miércoles en el Congreso.

China ha dado categoría de visita de Estado al viaje, y eso implica no solo que Sánchez se reunirá con Xi, la cita más relevante en un régimen férreo donde el presidente ocupa todo el poder y acaba de consagrarse con un tercer mandato de cinco años, sino también con el primer ministro Li Qiang y el presidente de la Asamblea Nacional Popular, Zhao Leji. Antes de llegar a Pekín, el 30, Sánchez participará en la inauguración del Foro de Boao, una especie de Davos chino, que se celebrará en la provincia de Hainan. El presidente de este foro es el secretario general de la ONU, Ban Ki-Moon. Xi estuvo en España de visita de Estado en 2018.

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Para Sánchez es especialmente relevante un viaje así en este momento. El presidente está volcado en su perfil internacional y quiere aprovechar al máximo la oportunidad de la presidencia española de la UE, que llegará en un decisivo momento electoral. La UE mantiene tensiones comerciales importantes con China, y el propio Sánchez admitió en una rueda de prensa en Bruselas que es “un rival”, un competidor, y más ahora que, después de la pandemia, Europa quiere profundizar en su autonomía estratégica porque la crisis del covid demostró que dependía de China para casi todo, incluso para algo tan sencillo técnicamente como fabricar mascarillas o respiradores. Pero esa rivalidad no implica que la UE no quiera buenas relaciones con China, la gran potencia industrial y clave en cuestiones geoestratégicas como la guerra de Ucrania o la lucha contra el cambio climático. Por eso Sánchez intentará buscar algún acuerdo con Xi para la presidencia española de la UE, para impulsar las relaciones en ese semestre.

La excusa formal del viaje es que se cumplen 50 años del establecimiento de relaciones diplomáticas entre ambos países. Pero el interés es sobre todo político, en ese contexto de la guerra de Ucrania. Sánchez está entre los presidentes europeos, con el alemán Olaf Scholz —que también visitó Pekín— o el francés Emmanuel Macron, que más claramente apuestan por buscar cuanto antes un acuerdo de paz siempre que lo apoye Ucrania, frente a los países del Este, como Polonia, que tienen posiciones más duras y plantean un rearme completo de Ucrania para ganarle la guerra a Rusia cueste lo que cueste.

El viaje también tendrá un contenido económico y además de participar en el Davos chino, Sánchez se reunirá en Pekin con empresarios de este país que quieren invertir en España y con españoles que ya están instalados en China, el lugar donde se fabrican buena parte de los productos de las grandes empresas españolas. En la última cita con Xi, en Bali, el presidente chino se quejó ante Sánchez de las barreras que pone la UE a algunos productos chinos. “Acogemos la entrada de más empresas y productos españoles en el mercado chino, esperando al mismo tiempo que España brinde a las empresas chinas un trato equitativo, justo, transparente y no discriminatorio en su mercado”, decía la nota oficial China después de la reunión entre los dos mandatarios. China quiere evitar a toda costa que países de la UE le pongan barreras comerciales. Encima de la mesa como asunto a discutir está el contrato de 30.000 millones de euros que Airbus, participada por España, ha cerrado en China para construir casi 300 aviones comerciales.



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