Cambio de paradigma en las UCI del hospital de Bellvitge. El centro hospitalario catalán ha transformado un bloque de 64 boxes de críticos para implementar tecnología multisensorial y optimizar el bienestar emocional y físico de los pacientes. La iniciativa, financiada con fondos europeos, es única en el mundo en la medicina intensiva según el hospital, y evaluará con un estudio el impacto en la salud y la recuperación de sus pacientes. La idea es reducir el estrés postraumático, el delirium [estado de confusión o agitación] y el dolor tanto en pacientes sedados como despiertos a través de experiencias sensoriales: música para reducir la frecuencia cardíaca, camas vibratorias para estimular la propiocepción o luces progresivas para facilitar la adaptación al ritmo circadiano en un entorno tradicionalmente frío y aséptico. “Las UCI son la parte más agresiva del hospital y buscamos transformarlas en espacios más amables y confortable para los pacientes”, defiende Rafael Justel, adjunto a la dirección de Enfermería del centro.
La idea surgió en 2018, a partir de conocer una experiencia multisensorial dirigida a personas con autismo. Los responsables sanitarios de la UCI diseñaron un plan ideado para sus pacientes críticos, y presentaron en 2020, justo antes de la pandemia, una primera propuesta a la gerencia del hospital. El proyecto ha arrancado definitivamente este 2023 en 16 boxes. “Estamos en la fase inicial, aprendiendo entre todos”, apunta Justel.
Cada box cuenta con una pantalla y una instalación de luces y sonido, controlados a través de único dispositivo. Según las necesidades de cada paciente, el personal sanitario activa un entorno u otro. “Lo que más impresiona es el cambio de conducta de los pacientes”, señala Justel. “Pasan de un estado apático y desanimado a uno más activo”. El equipo de fisioterapeutas, por ejemplo, puede utilizar las proyecciones de una grabación en primera persona que avanza por un camino para complementar el trabajo de rehabilitación física; mientras que las enfermeras pueden activar música relajante para tranquilizar a un paciente desorientado. “Cada persona tiene unos intereses, y las familias nos traen música o imágenes para acercarnos más a las necesidades individuales”, remarca Francesc Esteve, jefe de sección del Servicio de Medicina Intensiva del centro.
Según la literatura científica, entre el 30% y el 50% de los pacientes ingresados en la UCI desarrolla síndrome post-UCI: son aquel conjunto de síntomas físicos, cognitivos y emocionales provocados por el ingreso que conllevan un deterioro significativo de la calidad de vida después del alta. Los nuevos espacios buscan paliarlo. “Este entorno con estimulación sensorial visual, auditiva y táctil permite iniciar de forma precoz el tratamiento de rehabilitación dirigido a recuperar, en la medida de lo posible, el estado del paciente antes del ingreso”, detalla Francesc Esteve, jefe de sección del Servicio de Medicina Intensiva del centro.
También se utilizará la tecnología para implementar técnicas protocolizadas de estimulación cognitiva para trabajar diferentes funciones como la percepción, la orientación, el razonamiento, la memoria y la orientación espacial y temporal, fundamental. “Podremos estimular de esta forma las áreas cerebrales de la percepción sensorial, el control motor, la cognición, las emociones y la comunicación”, puntualiza Esteve. En paralelo, las técnicas de estimulación multisensorial se aplicarán a procedimientos invasivos y frecuentes que se realizan en el paciente y que son propios de las UCI: la inserción de catéteres o drenajes, tratamientos y la realización de cuidados habituales.
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El equipo sanitario prevé recoger los primeros resultados de la experiencia en unos dos meses, tras haber implementado la nueva tecnología a unos 250 pacientes.
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